Una de las posturas más irracionales de la derecha religiosa es que, además de la oposición al aborto, también rechaza la educación sexual escolar y, entre católicos y algunas iglesias evangélicas, el uso de anticonceptivos. La mujer sexualmente activa que se acoge a estas prohibiciones se convierte en una máquina reproductora incapaz de regular su fecundidad y por ende su vida. Ignorante de su biología reproductiva y sin posibilidad de controlar su propio cuerpo, no puede desarrollarse en ámbitos fuera del rol tradicional de esposa y madre que la derecha religiosa considera su destino “natural”. La obsesión conservadora con impedir a las mujeres el control de su fecundidad no es tanto una cuestión ética como una medida política dirigida a limitar el empoderamiento personal y el ejercicio ciudadano de las mujeres, restringiéndolas al ámbito del hogar y a la dependencia económica del marido. Como medida política, es indispensable para el mantenimiento de las normas patriarcales que tantos privilegios les siguen reservando a los hombres.

 

Es en este contexto que debemos situar los acontecimientos que llevaron a la muerte de Esmeralda Richiez y la respuesta de la sociedad dominicana a este acontecimiento. Luego de establecerse que su muerte fue consecuencia de una violación sexual y de divulgarse que en el último año 18 profesores habían sido suspendidos por el MINERD por acosar sexualmente a estudiantes, las redes y los medios se llenaron de lamentaciones. Que si fue culpa de los padres por no ejercer suficiente control sobre su hija; que si del “pervertido” que abusó de ella; que si de la misma adolescente, por su vestimenta y poses seductoras en las redes sociales. La diputada por Santiago y líder anti-derechos, Soraya Suárez, opinó que “siempre será responsabilidad de la mujer cuidarse… del que te viola y del que tienes relaciones consentidas, porque el hombre no va a estar pendiente de eso”, en tanto el Ministro de Educación, al referirse a los profesores que acosan y violan estudiantes, consideró que la culpa de que se generen estas situaciones es  “de la sociedad dominicana”.

 

Bastante menor fue el número de opinantes que identificó la falta de información de las personas involucradas y el rol que hubiera jugado una educación sexual de calidad en la prevención de estos hechos lamentables. Basta un poco de sentido común para reconocer los beneficios de la educación integral en sexualidad (EIS), que “brinda herramientas a las niñas y adolescentes para identificar y prevenir situaciones de violencia, genera relaciones equitativas y de respeto, incrementa el uso de métodos anticonceptivos, disminuye el embarazo adolescente y favorece la comunicación familiar”.

 

Estos beneficios aplican en igual medida a los niños y adolescentes varones, quienes además se benefician del aprendizaje de habilidades de negociación y de masculinidades no violentas, entre otros. Una revisión sistemática de 30 años de investigaciones, publicadas todas en revistas arbitradas, muestra que la educación sexual iniciada en los primeros grados contribuye a reducir el abuso sexual de niños y niñas; disminuye el bullying escolar, sobre todo a menores LGTB; mejora la comunicación con compañeros y padres, y hasta reduce la violencia de pareja en la vida adulta.

 

Los neoconservadores criollos justifican su oposición a la EIS por supuestamente transmitir a los niños la funesta “ideología de género” que tanto les preocupa. Si anteriormente su objeción principal era que la educación sexual induce a los jóvenes a la actividad sexual prematura -objeción sin sustento empírico alguno-, ahora copian la propaganda mentirosa de VOX y del fanatismo religioso estadounidense y argumentan conspiraciones pedofílicas promovidas por élites globalistas, que buscan  enseñar a los niños a ser niñas y viceversa, a probar nuevas practicas sexuales, a tener sexo con adultos, a hablar de zoofilia y parafilia, etc. Si dejamos a un lado las fantasías morbosas de la derecha sobre niños de 6 años aprendiendo a usar dildos  y aterrizamos brevemente en la realidad, nos encontramos con que, según la UNFPA, en la República Dominicana:

 

  • En el año escolar previo a la pandemia (2018-2019), “68 de cada 100 estudiantes no recibían ningún tipo de educación integral de la sexualidad, pese a que la iniciación sexual es cada vez más temprana, con 41% de las adolescentes dominicanas ya iniciadas”, cifra que sube al 61% en el caso de las niñas y adolescentes más pobres;
  • El 36% de las adolescentes menores de 18 años están en uniones tempranas y son responsables del 22% de los nacimientos ocurridos en el año 2021;
  • El 27% de las adolescentes sexualmente activas reporta necesidad insatisfecha de anticonceptivos, en tanto el 22% descontinúa el uso de anticonceptivos por dificultades en el acceso a los mismos aún cuando no desean salir embarazadas.
  • Durante el período 2015-2019, el 84% de los embarazos ocurridos en mujeres de 15 a 49 años no fueron intencionales.

 

Lo más penoso de esta situación es que “de cada 10 adolescentes que se embarazan, 6 no concluyen la educación secundaria y solo 6.2% completa estudios universitarios”, lo que reproduce la pobreza intergeneracional, creando una casta de mujeres condenadas a la dependencia económica y a los empleos de baja calificación. Súmele a lo anterior los altísimos índices de violencia machista que afectan a las mujeres en RD, donde el 70% de las mayores de 15 años ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida y donde seguimos teniendo la segunda tasa más alta de feminicidios del hemisferio.

 

Los datos anteriores desnudan la falta de responsabilidad del Estado dominicano que, gobierno tras gobierno, incumple sus obligaciones más básicas frente a la ciudadanía en materia de educacion sexual y salud reproductiva. Los mismos políticos que se rasgan las vestiduras ante las desgracias de las Esmeraldas y las Esperancitas son los que mantienen secuestrado el futuro de miles de jóvenes dominicanas por complacer a fanáticos religiosos que siguen mentalmente en la Edad de Bronce.

 

Seguramente la mayoría de dominicanos que le sigue la corriente a los enemigos de la EIS nunca se ha leído un libro de texto de educación sexual, por lo que no ha podido comprobar que en ninguna parte se promueve la pedofilia, ni la transexualidad, ni la iniciación sexual temprana, ni ninguna otra de las mentiras que le atribuyen. Por el contrario, los últimos manuales sobre EIS elaborados por el MINERD -que nunca han sido utilizados, a pesar del gran esfuerzo e inversión que representan- sí incluyen los siguientes temas:

 

  • Cómo prevenir, identificar, enfrentar y denunciar el abuso sexual infantil
  • Anatomía y fisiología de los órganos sexuales, ciclo menstrual, fecundación y embarazo
  • Causas y consecuencias del embarazo en la adolescencia
  • Prevención de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y del VIH
  • Sexualidad e inclusión: discapacidad y orientación sexual
  • Desarrollo de valores
  • Prevención de la violencia (de género, intrafamiliar, bullying o acoso escolar)
  • Manejo de conflictos en forma pacífica

 

Como podrá apreciar quien entre a la página antes señalada del MINERD y revise los materiales correspondientes a la Estrategia de Educación Integral en Sexualidad, se trata de programas que, además de los docentes y orientadores escolares, incorporan de manera prioritaria a los padres/madres en los procesos de formación y sensibilización. Los contenidos se adecúan a la edad y al desarrollo cognitivo de los alumnos, de forma tal que a los más pequeños se les enseñan pautas de higiene íntima para niños y niñas, mientras que los mayores aprenden sobre autoexamen de mamas y cómo evitar el uso de drogas.

 

Quienes se animen a revisar los materiales desperdiciados del MINERD deben luego preguntarse: ¿por qué este nivel de rechazo a la EIS? ¿Qué es lo que realmente hay detrás de esta oposición tan virulenta y sistemática? ¿Es que no se dan cuenta de que, a falta de EIS, los niños dominicanos se (de)forman sexualmente con la pornografía que bajan gratis en sus móviles?

 

La sociedad dominicana necesita acabar con los chantajes de la derecha y tener un debate político inteligente y abierto. Hasta que no haya una masa crítica de ciudadanos que cuestione la irresponsabilidad de las autoridades con la educación sexual, seguiremos desperdiciando la oportunidad de ofrecer a los estudiantes dominicanos una formación que les dé herramientas para tomar decisiones bien informadas a lo largo de sus vidas y que promueva el cambio de actitudes hacia la equidad y el respeto que tanto necesita la sociedad dominicana.