Tenía una prosa única, afilada, vibrante. Y hablaba así: como tirando fuego, como dando mandarriazos, hilarante, como jabs de Mohammed Alí en una de sus grandes peleas.

Poeta, cronista, ensayista, comentarista, filósofo, amigo, artesano de los últimos rayos oscuros de las noches, así era Enriquillo Sánchez.

Pero antes de conocerlo, apareció en mis corre-corre de aprendiz de historiador su padre, José Aníbal, con quien siempre volvía al mismo tema: que no era Duarte el verdadero “Padre de la Patria”, sino Francisco del Rosario. Que me pasa legajos llenos de fotocopias con sus artículos, sus actas, sus documentos familiares, etc., que nos vemos en el Residencial Santurce o en los pasillos de la Facultad de Humanidades en la UASD.

En 1976 apareció una compilación de textos sobre el patricio editado por Emilio Rodríguez Demorizi, “Acerca de Francisco del Rosario Sánchez”. Luego de la publicación de los dos volúmenes de Ramón Lugo Lovatón, “Sánchez” (1947), el patriota que acabó sus días en el cadalso tenía un nuevo opus.

Padre e hijo, José Aníbal y Enriquillo, sin embargo, nunca cejaron en su actitud familiar, y algo no muy saludable: en una guerra con don Pedro Troncoso Sánchez y el Instituto Duartiano.

Le dije alguna vez a Enriquillo que era curiosa la última nota de Francisco del Rosario en vida a sus hijos, una especie de testamento: “A su esposa Sra. Balbina de Peña… que a sus hijos los eduque en la religión cristiana y los dedique al comercio; pero al hacerse hombre los separe de la política y fuera de Santo Domingo" (“Acerca de…2, p. 237). No preciso la respuesta del poeta. Sólo recuerdo que esa noche debían ser como las cuatro de la mañana en la Barra Marisol, y que era más importante curarse de la resaca que revolver aquellas antiguallas de la historia.

El consejo del que sería uno de los Padres de la Patria siempre me pareció como profético para buena parte de mi generación: ni políticos y fuera de la Isla. ¿Sería Francisco del Rosario Sánchez el primero de los teóricos de la “post-insularidad”, por aquello de que no podemos compartir nuestra adultez con la presencia en lo insular?

Años después, y sin tener a ningún pelotón de fusilamiento en el recuerdo, Enriquillo le dedicó una de sus columnas de “Para uso oficial solamente” al tema de su tatarabuelo. Apareció el 19 de enero del 2000 en el periódico “Hoy”. Lo tituló “Aforismo históricos dominicanos”. Como una especie de “boutade” le dedicó el artículo “A Juan Daniel Balcácer, José Israel Cuello, Euclides Gutiérrez, Alejandro Grullón y Miguel D. Mena”.

¡Qué contertulio tan único fue mi amigo y hermano Enriquillo Sánchez!

Aquí les copio este conjunto de aforismo, que bien valen para recuperar una discusión que seguramente no haremos ya, porque ahora nuestra vida intelectual camina de puntillas, como si siempre hubiese una corona por tumbar o un insomnio por provocar y por favor, búscame las pastillas, que Miguel sí que…

Aforismos históricos dominicanos

Enriquillo Sánchez

*Sánchez creía en la independencia, pero Báez no. Ambos tenían razón.

*Duarte sólo creía en Duarte y en la imaginación de Duarte. Por eso no pudo hacer nunca nada.

*E1 27 de febrero de 1844 fue obra relampagueante de los febreristas, no de los trinitarios.

*Los trinitarios fueron filorios incapaces para la acción. Y para el pensamiento.

*Los mayores y mejores trinitarios son Juan Isidro Pérez de la Paz, el Ilustre Loco, quien a otro orate arrancó a dentelladas una oreja; el hermano menor de Duarte, que también enloqueció, y Pedro Alejandrino Pina, quien vino desde Haití en 1861 y se salvó del cadalso en las ancas del caballo de Timoteo Ogando, cuando Sánchez se lo ofreció porque se negaba a regresar a Puerto Príncipe.

*E1 27 de febrero fue un micromitin: el más eficiente micromitin de la historia nacional.

*Manuel Rodríguez Objío, fusilado a los 32 años en 1871, fue el primero en proclamar a Sánchez Padre de la Patria. Alejandro Grullón Espaillat, nieto del poeta y mártir, no lo sabe. Ni la Academia Dominicana de la Historia.

*Duarte vino desde Venezuela con Manuel Rodríguez Objío en 1864. El poeta, que se llamaba a sí mismo “marino que canta en la tempestad”, a él se refería como el “antiguo general Duarte”. Balaguer lo sabe.

*El poema duartista encontró sus cimientos en don José Gabriel García, don Emiliano Tejera y don Federico Henríquez y Carvajal, pero lo coronó definitivamente Joaquín Balaguer con una suprema obra de ficción: “El Cristo de la Libertad”.

*Duarte es el único Cristo que ha muerto en su lecho. No conoció otros maderos que sus propios tormentos de iluminado.

*La inmarcesible obra de Duarte fue haber enloquecido en Caracas, “al pie de la montaña y en el valle de la perseverancia”, como concluían los decretos con los que formó un gobierno fantasma de la patria que jamás pudo asir con las manos.

*Duarte regresó al país cuando supo a ciencia cierta que Pedro Santana había muerto irreparablemente.

*E1l horror infinito de los trinitarios que jamás regresaron desde agosto de 1844 fue el fusilamiento de María Trinidad y Andrés Sánchez, el 27 de febrero de 1845, acto de lo “real maravilloso” que conmemoró el primer aniversario de la independencia.

*A la patria que Duarte no pudo asir con las manos, Sánchez le abrió el pecho y la bandera en El Cercado y en San Juan.

*El “Ideario” de Duarte fue póstumo. Menos de media docena de patriotas lo conoció de 1836 a 1876. Y ninguno hizo nada con sus bíblicos endecasílabos sáficos. Andrés L. Mateo no lo sabe.

*Duarte y Trujillo: Balaguer tuvo el genio de fijar así —para todos los epígonos— la increíble bipolaridad dominicana. Son nuestros abismos éticos.

*El Instituto Duartiano, un Aparato Ideológico de Estado, sembró para siempre a Duarte en la conciencia nacional, desde la extrema izquierda a la extrema derecha.

*El Instituto Duartiano sustituyó, en menos de cinco años, al Instituto Trujilloniano.

*Pedro Santana, por eso, puede reposar a sus anchas en el Panteón Nacional, recinto vivo de la festiva contradicción dominicana.

*Cuando a Meriño le pidieron la oración fúnebre para recibir del extranjero los restos de Duarte, exclamó: “¿Y qué digo yo de este pobre hombre?” La cita está en “Navarijo”, de Moscoso Puello. Céspedes y Tena Reyes lo saben; el primero porque lo omite y el segundo porque lo incluye con delicioso candor.

*Sin embargo, Meriño dijo lo siguiente, hablando del patricio: “Un periódico, mensajero misterioso que la Providencia, tal vez, hizo caer en sus manos, le impuso de lo acaecido en la República en el año 1861, y al punto sintió renacer en su mente las lejanas visiones que había acariciado en su mejor edad. La voz de la nacionalidad sacrificada no podía menos de hallar dilatado eco en su patriótico corazón, y voló a hacerse inmolar con ella o a contribuir a salvarla. Y, ¡oh misterios del destino! Sánchez le había ganado también el primer premio del martirio luchando por la misma noble causa. ¡Qué hombres tan grandes! Hugo Tolentino lo sabe.

*Porque han sido proscritos a las sombras feraces de la historia, Sánchez, Cabral y Báez son nuestro inconsciente nacional. Sin ellos no hay siglo XIX dominicano.

*Cabral ganaba batallas cuerpo a cuerpo.

*Báez previo con Levasseur la globalización. Tenía garra genial.

*Sánchez cayó “con la patria y por la patria”, padre de Manuel Rodríguez Objío, de Luperón, de José Cordero Michel y de Amín Abel.

*Luego del patíbulo de San Juan, Félix María del Monte corrió a escribirle a Duarte: “¿Por qué no estás en el Cibao?”

*Los dominicanos han sacralizado una conjura maestra contra su propia historia, en nombre del Generalísimo Trujillo.

*Los dominicanos han aceptado una historia escamoteada.

*La Tríada sagrada fue obra de Lilís en mil ochocientos noventa y tantos para incluir a Duarte y a Mella y encontrarle así la mejor y más granada compañía a Sánchez, a pesar de su hijo Papí, entonces ministro de relaciones exteriores, y de todos sus descendientes dominicanos por los siglos de los siglos.

Amén.

*Para uso oficial solamente.