Cuando los partidos políticos se desconectan de la gente, los resultados son inevitables: el voto castigo. Es un fenómeno tan universal que trasciende fronteras. Lo vimos en la República Dominicana en el 2020, cuando el PLD, a pesar de décadas en el poder, fue derrotado. Y lo estamos viendo ahora en Estados Unidos, donde el Partido Demócrata enfrenta críticas internas y externas por perder el contacto con las necesidades de las mayorías.
El líder demócrata Bernie Sanders, siempre crítico, pero perspicaz, ha señalado lo que muchos ya sospechaban: el Partido Demócrata ha perdido el rumbo. La desconexión con la clase trabajadora y un exceso de atención a agendas que no siempre reflejan las prioridades del estadounidense promedio, han debilitado al partido. No se trata de rechazar la justicia social ni la diversidad, pero cuando estos discursos eclipsan las preocupaciones cotidianas como la inflación, el empleo o la salud, se genera una desconexión peligrosa.
En cierto modo, esto recuerda la caída del PLD. Aquella frase de campaña, “un oído en el corazón del pueblo”, terminó siendo una ironía amarga frente a los escándalos de corrupción y la arrogancia de quienes olvidaron para quién trabajaban. En ambos casos, el mensaje es claro: los partidos no deben sólo escuchar, sino demostrar que están comprometidos con quienes los eligen.
El llamado "fenómeno woke", que Sanders menciona, encarna este dilema. Es innegable que los derechos sociales y las identidades diversas merecen su lugar en el debate político, pero, como advierte Sanders, no representan la totalidad del electorado. El riesgo está en presentar esta visión como la única prioridad, lo que alimenta el resentimiento de quienes no se sienten representados. Esto no es exclusivo de EE.UU.; cualquier partido que olvide el equilibrio entre identidad y pan cotidiano está destinado a fracasar.
Los líderes políticos dominicanos y estadounidenses deben reflexionar profundamente sobre qué representan y qué ofrecen. No basta con eslóganes o narrativas de cambio; el desafío radica en ser fieles a los valores de su partido y los que las sociedades han construido durante generaciones, mientras responden a las demandas actuales. El pueblo habló en Dominicana y lo hizo en Estados Unidos. ¿Habrá quienes se atrevan a escuchar y actuar?