Habiendo observado durante dos décadas la evolución del comercio electrónico en República Dominicana, me parece algo inverosímil el que los emprendedores pretendan que las barreras del mercado vayan a desaparecer por sí solas.
"Tenemos todas las piezas para abordar el comercio electrónico: sistema de pagos, distribución a través plataformas y la tecnología para el encadenamiento”. Esta afirmación la realizamos en una entrevista que fue publicada la semana pasada en el podcast Mangú Tecnológico.
Al parecer mis palabras han sido incendiarias, en momentos donde la cadena de suministro global está recuperándose del colapso durante la pandemia. ¡Los flujos globales no se habían detenido durante casi 60 años!
Cuando hablamos del punto de dolor local de los emprendedores digitales, nos referimos a tasas de intercambio del cinco al siete por ciento para transacciones digitales, más un cargo de 30 centavos por transacción. Todos los emprendedores comparan este contexto local frente a Estados Unidos, donde la tasa alcanza un 2.4% y el cargo por transacción es de 15 centavos.
Si añadimos el anticipo y otros impuestos locales, parece que un emprendedor jamás podrá avanzar en el nicho del comercio electrónico.
El gran problema radica en el diseño de los modelos de negocio: el de comerciantes que quieren pretender que son emprendedores.
En la medida que se digitaliza el mercado y crece la economía digital, revender una mercancía que cualquiera puede vender al igual que tú es la peor idea para iniciar un negocio. En ese escenario cualquier comerciante político o empresario grande te vencerá.
La respuesta a este dilema es generar un modelo de negocio único. Habrán otros factores sistémicos que te detendrán, pero no los tradicionales. Recomiendo que puedan leer con detenimiento el libro Blue Ocean Strategy, publicado en 2004 y escrito por W. Chan Kim y Renée Mauborgne, profesores de INSEAD; es una teoría de marketing esencial para todo emprendedor.
En los océanos azules, la demanda se crea en lugar de luchar por ella. Hay amplias oportunidades de crecimiento que son a la vez rentables y rápidas.
En el libro se definen también los océanos rojos, que son todos los sectores que ya existen y las empresas compiten, acaparando una mayor parte de la demanda limitada. A medida que el espacio del mercado se llena más, las perspectivas de beneficios y crecimiento disminuyen. Los productos se convierten en materias primas y el aumento de la competencia convierte el agua en sangre.
¿Por qué los emprendedores encuentran el mercado local tan difícil? Primero, porque todos queremos hacer lo mismo. Segundo, tenemos una limitación de audiencia digital que no alcanza los 8 millones de personas. ¡Jamás podemos compararnos con Estados Unidos! Cuando los emprendedores suelten esos paradigmas -que para mí son de estilo de vida- podrán innovar y crecer.
Cuando un sector es regulado, quien posee Tierra, Capital y Trabajo, opera para mantener su participación en el mercado. Entonces, el emprendedor puede perder sus recursos compitiendo. Mi recomendación es llevar tu capital limitado a otro segmento.
Hay dos formas de crear océanos azules. Una es lanzar industrias completamente nuevas, como hizo Uber con el delivery en plataformas. Pero es mucho más común que se cree un océano azul dentro de un océano rojo cuando una empresa amplía los límites de una industria existente, como el caso de Pedidos Ya al generar markets dentro de una plataforma de delivery.
Esto es lo que debe recordar todo emprendedor: la creación de océanos azules crea marcas, como también puede crear un valor de marca que dure décadas.
El emprendedor dominicano debe evitar competir y, por tanto, tiene que innovar para crecer y sobrevivir.