De forma paulatina el Ing. Bogaert iba diversificando la producción agrícola y en poco tiempo ha había sembrado 240 tareas de arroz de la variedad conocida como Carolina o Dorado a la cual le siguieron otras variedades como la Tres Mesinos, que se cultivó luego en San Juan de la Maguana, el Precoz, Fortuna, Buffalo, Canilla, etc.
Para la fertilización de las plantaciones de arroz recolectaba estiércol de ganado bovino y caprino en los corrales del área, el cual mezclaba con huesos molidos, cenizas y cal. Para esta labor utilizaba brigadas de jornaleros haitianos que habían trabajado en su finca modelo de La Loma, en La Búcura de Jacagua, Santiago, que tenía una extensión de 1,200 tareas.
Antes de establecerse en Mao, Bogaert había adquirido una importante experiencia como agricultor en dicha finca donde realizó numerosos ensayos agrícolas con café, cacao, árboles frutales, flores, procesamiento de café y cacao, de cada uno de los cuales confeccionó un informe escrito, además de poseer una importante biblioteca con libros sobre agricultura. De acuerdo con su nieto, Ramón Delgado Bogaert (Ton), los mismos fueron donados a la biblioteca del Instituto Superior de Agricultura de Santiago, entidad que luego procedió a incinerarlos.
Por el éxito en la producción de arroz bajo riego, con el discurrir del tiempo se incorporaron ciento de tareas de tierra a la actividad y para 1922 la empresa había adquirido unas 1,200 tareas lo que provocó un agotamiento de las finanzas de Bogaert lo cual lo obligó a contraer un empréstito de 40,000 dólares con el prestamista árabe Yapur Dumit para proseguir la expansión.
Para 1933 la entidad agropecuaria poseía 5,000 tareas de arroz, 6 descascaradoras, 1,000 tareas de plátano, 300 de frutos menores, 300 potreros, 100 bueyes, 200 bestias de carga y 10 carretas. Los Bogaert adquirieron una cantidad inmensa de tierra en la provincia Valverde, incluida grandes extensiones de tierra cubiertas de bosque de donde extraían la leña que utilizaban las calderas de los molinos de arroz. Luego de que falleciera el tronco, Luis L. Bogaert, sus herederos formaron la compañía Luis L. Bogaert C. por A.
Con Bogaert los campesinos de Mao y de la Región Noroeste aprendieron las técnicas de la agricultura moderna: riego, arado, nivelación, construcción de muros y drenajes, fertilización, control biológico de las plagas, eliminación de las malezas que afectaban los cultivos. Esta revolución agrícola emprendida por Bogaert, y continuada por sus descendientes, estableció las bases para el despegue del pequeño pueblo de Mao cuya población se incrementó de forma concomitante con el desarrollo de las plantaciones arroceras.
La hacienda Bogaert transformó diversos aspectos de la vida cotidiana de la gente de Mao al incrementar sustancialmente la producción de alimentos, abrir un mercado de trabajo e introducir componentes de la vida moderna como la disciplina laboral y el uso del tiempo, en una época en la cual escaseaban los relojes. Desde fines del siglo XIX los campesinos de maeños tenían el canto de los gallos como el referente principal para medir del tiempo, además del sol y la luna. En el poblado se utilizaba el toque de campanas para avisar a los estudiantes las horas de entrada y salida de las escuelas, al igual que para asistir a las misas. A las cuatro de la madrugada, la hacienda Bogaert tocaban un poderoso artefacto, llamado pito, para indicarles a los trabajadores que debían levantarse para ir a laborar en su finca, así como para indicarles el fin de la jornada laboral en horas de la tarde.
En cuanto a la dinámica de crecimiento poblacional, con el inicio de la producción de arroz a gran escala se produjo la inmigración masiva a Mao de jornaleros de comunidades periféricas como Entrada de Mao, Martínez, Higüerito Peñuela, Tartabón, Laguna Salada, Sabana Grande, Laguneta, Esperanza, Amina, Guayubín, La Sierra (Cacique, Monción, San José de las Matas, El Rubio, La Celestina, etc.) y también de comunidades rurales de la provincia de Puerto Plata. De zonas tan lejanas como La Piña, Santiago Rodríguez, venían campesinos a trabajar en la finca Bogaert, percibiendo un salario, en los años cuarenta, de 30 centavos y posteriormente de 50, hasta alcanzar la cantidad de $1.25 y $1.50 el día, en los años sesenta. La afluencia extraordinaria de jornaleros dio lugar a la formación del barrio El Batey en Hatico. En algunos momentos llegaron a laborar en la finca hasta mil jornaleros diarios.
Cada vez que se iniciaba la cosecha de arroz ciento la ciudad de Mao se convertía en receptora de una migración estacional:
“Despertando justificado regocijo en todas las actividades de la región se ha iniciado en esta el corte de la cosecha arrocera de la variedad Búfalo, que como se sabe generalmente es la de mayor rendimiento, por la grande extensión de los cultivos destinados a esta variedad. En tan productiva fuente de trabajo encontrarán diaria ocupación todos aquellos jornaleros del Cibao y otros puntos de la República que todos los años acuden a nuestros espléndidos campos arroceros en busca del pan de cada día”. (La Información, 28 de febrero de 1945)
Con el desarrollo de las plantaciones de arroz la común de Mao se convirtió en una zona de recepción de inmigrantes. Su población, que apenas ascendía a 9,222 habitantes en 1918, de los cuales 7,367 (80%) residían en la zona rural y 1,855 (20%) en la urbana, con 16 calles y 262 viviendas, aumentó ligeramente en 1920 a 9514. Sin embargo, entre 1935 y 1950 la común duplicó su población al pasar de 12,694 habitantes a 29,227, aunque su mayor crecimiento ocurrió entre 1950 y 1960 cuando su tasa de crecimiento poblacional se situó en 7.5%, una de las más altas de todo el país. En este mismo período la tasa de crecimiento de su población urbana subió a 12.4%. Esta tendencia alcista de la población de Mao se mantuvo hasta la década de 1970.
A la incidencia de las plantaciones arroceras de la hacienda Bogaert en el crecimiento poblacional y el extraordinario desarrollo urbano de Mao, se debe resaltar la importancia que tuvo la construcción de un segundo canal de riego por la Sociedad de Regantes, entidad compuesta por las personas más acaudaladas de la localidad, que lo inauguraron el 1 de abril de 1923 con la presencia del entonces presidente Juan Bautista Vicini Burgos. Dicho canal permitió la incorporación de miles de tareas de tierras, y al igual que en el de Musié Bogaert, tuvieron una significativa participación los jornaleros haitianos. El día de la inauguración de este canal se realizaron dos fiestas, una para la élite local y otra para dichos trabajadores.
Sin las plantaciones arroceras la común de Mao nunca hubiera adquirido la categoría de provincia.