A continuación un extracto de mis palabras el sábado pasado cuando pusimos a circular el libro “Casi cien años de memoria de un hombre de números largos”, de mi autoría, sobre la extensa y fructífera vida de José Manuel Armenteros Rius, un hombre que dice que su inglés es un inglés cocolo, porque lo aprendió con profesores que eran súbditos del abuelo de la reina Isabel II, es decir, que lo aprendió con los inmigrantes de las islas inglesas a los ingenios durante la danza de los millones en la Sultana del Este.
Ya esa referencia nos da el tono de la antigüedad de sus experiencias. Por eso el título de “Casi cien años de memoria”. Es decir, él recuerda experiencias de República Dominicana de antes de la dictadura, conoció la España de antes de la guerra civil española, vivió en la Francia de antes de la II Guerra Mundial y, a consecuencia de ese conflicto bélico mundial, le tocó mudarse a los Estados Unidos de antes del asesinato de Kennedy. Transitó enteras las dictaduras de Rafael Trujillo y Francisco Franco para luego ser testigo de la democratización de ambos países, del desmembramiento de la Unión Soviética, país donde él aprendió a apreciar la influencia de Pedro el Grande, que ahora resulta es admirado por Vladimir Putín. Y ahora, antes de entregar su hoja vital, ha sido un actor distinguido de los primeros años del ascenso del poderío de la República China en República Dominicana.
Su padre y su abuelo eran descendientes de uno de los picos migratorios más altos históricamente de España. Afortunadamente, también era parte de ese movimiento Andrés Brugal Montaner, el antiguo militar que en Cuba le indicó al abuelo que la tierra de esperanzas podía ser la República Dominicana y de quien todavía se sienten agradecidos.
Porque su madre había sido solidaria con los inmigrantes republicanos a principios de la década de 1940, fue que uno de ellos sugirió que lo enviaran a estudiar a España “aunque lo educara Franco” y una vez allí aprovechó el tiempo. Porque había conocido las dificultades que vivieron sus familiares españoles en la década de los veinte y los treinta, se entregó de lleno al estudio de cómo administrar el agua, pasión que ha sido una constante en su vida y a través de ella hizo estudios de factibilidad, diseñó, supervisó o ejecutó numerosos proyectos de riego, distribución, embalse y almacenamiento de agua. Dentro de este particular, la participación en el Comité Internacional de Grandes Presas o ICOLD, como él siempre lo llama, le permitía compartir con personas de muchos países diferentes.
Esa misma pasión por los contactos internacionales la llevó la Cámara de Comercio de Santo Domingo cuya presidencia ocupó durante más de quince años, justo en un momento en que la República Dominicana estaba empezando a diversificar sus intercambios más allá de los tradicionales ligados al azúcar. La combinación de estas maneras de estar inserto profesionalmente en el mundo le permitió ver la creciente importancia de China en el panorama mundial. Por la Cámara de Comercio de Santo Domingo le había tocado participar en reuniones de los países ACP (Asia Caribe Pacífico) y por el ICOLD llegó a visitar la presa de las Tres Gargantas en China central. Esas dos experiencias lo llevaron a convertirse en el primer presidente de la Cámara de Negocios e Inversiones China-Dominicana, dada a conocer en mayo de 2012.