Reflexionar sobre la doble moral y la desmemoria histórica en la República Dominicana es fundamental para comprender nuestro presente. Desde tiempos coloniales hasta hoy, estas prácticas han moldeado las narrativas culturales del país, afectando la percepción de figuras significativas que deberían ser modelos, pero que han sido omitidas por aquellos que siembran olvido, o simplemente por su falta de capacidad intelectual.

La obsesión contemporánea por los “views”, “likes” y seguidores en las redes sociales refleja una tendencia humana a valorar el inmediatismo y lo superficial. Esto nos lleva a perder de vista la importancia del pasado y las complejas trayectorias históricas que nos han traído hasta aquí. Solemos pensar que nuestro presente es la base del universo y que el futuro depende exclusivamente de lo que conocemos hoy, olvidando las narrativas y eventos que podrían ofrecernos una visión más amplia y comprensiva de nuestra realidad.

En tiempos antiguos, el conocimiento se transmitía mediante historias. Sin embargo, desde la llegada de los españoles, la historia dominicana ha sido desvirtuada. Se nos enseña que los europeos “descubrieron” América, pero ¿quién descubrió a quién? Los indígenas que habitaban la isla antes de Colón ya tenían una organización, metodología y cultura propias.

Los colonizadores han impuesto la narrativa oficial, como si hubieran encontrado un “nuevo mundo” en lugar de invadir y despojar a una civilización existente. Esta aceptación sin cuestionamiento ha llevado a una desmemoria sistemática. La explotación que siguió a la conquista nos dejó en una trágica condición de no ser ni españoles, ni africanos, ni taínos, sino criollos con derechos fluctuantes según las necesidades de los reinos coloniales.

La historia dominicana está marcada por un culto a la omisión de verdades incómodas y una tendencia a mirar hacia otro lado. Esto se refleja en la figura de Pedro Santana, un personaje polarizante a quien no podemos ni amar ni odiar completamente. La creación de la nación dominicana fue un proyecto lleno de contradicciones, luchas por el poder y carencias de recursos, que impidieron el desarrollo de una identidad nacional fuerte y unificada, temerosos de los deseos imperiales.

La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo es un ejemplo de estas contradicciones históricas. Aunque muchos lo ven como un villano y dictador, su figura también ha sido objeto de culto y exaltación. La represión cultural y la imposibilidad de hablar libremente sobre su régimen han perpetuado una visión fragmentada y parcial de nuestra historia.

En este contexto de olvido y manipulación, me refiero a una etapa vivida por mí cuando tenía 9 años, un evento aparentemente desconocido de nuestra historia.

Un día como hoy, el 22 de mayo de 1978, mi padre, Rafael Corporán de los Santos, por su supuesta colaboración en un “antifraude” electoral que colapsó la continuidad de los 12 años, estuvo a punto de perder la vida en una cárcel solitaria, donde fue maltratado por más de 9 días. Durante eventos como el gacetazo y el fallo histórico, siempre oí a mi padre decir que le debía la vida a Carlos Pérez Ricart, su protector, y a José Francisco Peña Gómez, su hermano y amigo, quienes, con la intermediación de Ney Nivar Ceijas, evitaron que se cumpliera la sentencia dada a uno de los sicarios más galardonados de la época.

Gracias a esta épica acción por la cual se le acusaba y estaba preso, el mismo día 16 de mayo del 1978, antes de las 8 de la noche, los votos blancos oficiales estaban en las urnas, escoltados alegre y orgullosamente por los esbirros de la banda colora hasta la junta, mientras en sus bolsillos tenían los comprados, las sobras imperfectas de las impresiones que les garantizaban el triunfo en sus sueños. Esto inspiró la famosa frase “ahora quieren llorar como mujeres lo que no supieron defender como hombres.”

Rafael Corporán de los Santos pertenece a una legión inmortal de testimonio íntegro, comprometido con sueños, valentía y humildad, exaltando los más altos ideales de dominicanidad en un país donde la verdad es víctima de lo que conviene al poder sin identidad, que siempre intenta perpetuarse sin límites.

Esta información inédita no solo es un tributo a mi padre, sino también un llamado a reconocer y analizar las contribuciones de aquellos dominicanos que han sido olvidados por el sistema improvisado de mentecatos y soberbios, afanados por views, likes, favoritismos, cargos y propinas.

Al recordar y analizar las acciones de grandes dominicanos pisoteados y olvidados, empezaremos a construir una narrativa justa y completa de nuestra historia. Esta es la mejor frontera posible y la mayor inversión para que nuestra sonrisa siempre brille.

Rafael Corporán, Kuyatauba.

Artículo Publicado en El Caribe el 22 de Mayo de 1978

INVESTIGAN AÚN A RAFAEL CORPORÁN

El empresario Rafael Corporán de los Santos continuaba anoche siendo investigado en el Palacio de la Policía Nacional. En la oficina de información y relaciones públicas del cuerpo policial no se ha informado sobre el asunto que se investiga al propietario de la emisora Radio Popular y de la Impresora Corporán. Se ha informado que esta empresa imprimió por órdenes del Departamento de Suministros del Gobierno, las boletas electorales utilizadas en las pasadas elecciones generales por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Corporán de los Santos fue detenido el jueves pasado luego de que acudió al Palacio de la Policía para inquirir las razones por las cuales se le perseguía.