Don’t Look Up es una película definida como parodia y no lo es per se. Finge ser la sátira de una realidad nauseabunda con final apocalíptico aspirando advertir y motivar a acciones que respondan a ideologías de extrema derecha, negacionistas y anti ciencias.
Simula ser una comedia satírica con sesgo político partiendo de una retahíla de clichés que, de tantas vueltas que da en el mismo lugar, termina por restringir nuestra tolerancia.
Todo se mira según el cristal estadounidense en una narrativa donde el mundo desaparece menos su clase gobernante. A su favor presenta un enfoque certero: un cometa no pone en peligro a la tierra, es desde dentro del hombre, de su innegable y ajustada actitud para autodestruirse apenas porque sí, porque le da la gana (verbigracia el ejercicio del individualismo).
No obstante el filme se presenta como una cuasi estética del fin del mundo, y torna irónica a la misma ciencia con dos científicos que emulan a aquella narrativa evangélica de que “el fin del mundo está cerca…”. Parece broma.
Para quien está pendiente de las respuestas filosóficas recordará que la metafísica platónica instituyó la idea –hoy llamada ideología– de que la realidad no está provista en sí, no está ante nuestros ojos de manera objetiva y que nos valemos de un instrumento o lente o cristal para llegar a ella (como retrata un poema “ Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”) -el positivismo dice que sí, que la realidad está proporcionada-.
La película muestra que cuando alguien habla la verdad pura y simple, sin censura y sin tapujos esa persona cae en el descrédito; y esto es así porque aunque se trate de verdades científicas, los segmentos sociales la verán según su propio cristal ideológico, o creencia, o dogma, en fin… según lo que le diga su cabeza, especialmente si es en cabecillas de extrema derecha, negacionistas o anti ciencia que construyen teorías conspirativas por pipá.
¿Por qué tienen éxito el negacionismo? Porque presenta elementos que mueven a la curiosidad, abren un espacio para la imaginación, para la sinrazón, y una vez plantada esa fake news, esa mentira florece como la verdolaga en el terreno fértil de la necedad. De ahí el éxito de la extrema derecha y del agio mercantilista. La ciencia pretende prever y la religión quiere profetizar, por ejemplo.