Nicolás Maduro hará todo los posible por cometer un fraude mayúsculo en las elecciones presidenciales del domingo 28 de julio para mantenerse en el poder. No importa lo que digan las encuestas porque este payaso no está listo para dejar el poder. Mucho menos los esbirros y corruptos, civiles y militares, que lo rodean.

Han objetado a decenas de observadores y el mismo presidente advierte sobre un baño de sangre si pierde las elecciones. Maduro tiene al sistema electoral y judicial bajo sus pies y harán lo que él diga.

A pesar de que las encuestas dan una clara ventaja al candidato opositor Edmundo González Urrutia, con 59% en la intención de votos y que cuenta, además, con el respaldo de la mujer que mayor liderazgo tiene en el país, cuyo nombre es María Corina Machado, tengo serias dudas de que Maduro acepte la derrota.

Esta gran líder debió ser la candidata presidencial, pero Maduro la inhabilitó bajo el falso argumento de que cometió acto de corrupción en el gobierno de Guaidó. ¿Y cuándo gobernó Guaidó? Solo en el papel.

Venezuela tiene solo dos caminos. Seguir el rumbo de Cuba por 3 décadas más, con persecuciones, hambre, altísima inflación y desempleo, o retornar a la democracia y llevar al país a sus años de gloria, pero sin corrupción.

Porque fue precisamente la corrupción de los partidos COPEI y Acción Democrática lo que llevó a Hugo Chávez al poder y lo convirtió en un líder carismático, pero con carácter autocrático, que restringió las libertades públicas, nacionalizó muchas empresas privadas y guio al país hacia el socialismo.

Con ayuda de Petrocaribe, a través del cual vendía una parte del petróleo a crédito y con tasas de interés del 1%, Chávez compró el apoyo de varios países del Caribe y Centroamérica, aunque nunca el de Estados Unidos.

Sin embargo, a su muerte dejó como herencia a un presidente que no puede ser más malo, porque no existe nada peor en toda Venezuela. El hombre que dijo el 2 de abril del 2013 que Chávez se le apareció en una pequeña capilla católica, en forma de «pajarito chiquitico». Y lo ha repetido varias veces como si de verdad se lo creyera. O es idiota o un embaucador.

Hoy es el día y todo quedará despejado. Ojalá esté equivocado en mis predicciones porque deseo lo mejor para un país que significó mucho para la democracia dominicana, antes y después del trujillismo.

Y si me equivoco haré un brindis por los venezolanos.