Un logro indiscutible del Banco Central ha sido la estabilidad en el tipo de cambio, mantenida en un año muy difícil como el 2022, donde muchas monedas se devaluaron generando una caída del poder adquisitivo de los salarios.
Y eso ocurrió en un escenario del alto crecimiento porque una tasa de 5%, pocos países del mundo lo lograron.
Pero no solo hubo estabilidad, sino que el peso dominicano se apreció respecto al dólar durante los primeros 7 meses del año.
Por ejemplo, en enero del 2022 la tasa de cambio estaba en 57.59 pesos por dólar (compra) cayendo a 53.57 en septiembre, con una apreciación del 7.8%.
A diciembre del pasado año la tasa registro un nivel de 56.2 pesos por dólar (compra), lo que implica una apreciación del peso respecto al mes de enero del 2022 de 2.3%.
¿Y por qué se habla de que hay que intervenir el mercado porque la tasa de cambio está subiendo?
La tasa esta simplemente moviéndose en forma normal ya que aun se cotiza por debajo de hace un año. Y generalmente en enero el dólar sube por la reposición de inventarios.
En una economía con fuertes fundamentos macroeconómicos y estabilidad cambiaria las intervenciones que hacen los bancos centrales para regular el tipo de cambio son pocos frecuentes salvo que se perfilen problemas en el futuro y los agentes económicos quieran protegerse comprando mas dólares de la cuenta. Lo que se llama especular con la moneda para evitar perdidas o aumentar ganancias antes expectativas inciertas.
¿Pero se perciben tales problemas en República Dominicana donde esos fundamentos macroeconómicos son suficientemente solidos?
Obviamente que no y menos cuando hay un nivel de reservas netas (US$14,436 millones de dólares a diciembre) que cubren hasta 6 meses de importaciones.
Además, en el 2022 entraron divisas al país por unos US$33 mil millones producto de las exportaciones, remesas, inversión extrajera y turismo (excluyendo financiamiento neto para complementar los ingresos presupuestarios que alcanzaron unos US$5,500 millones).
Por esa razón el peso se apreció el año pasado ya que la oferta de dólares creció más que la demanda. Y este año 2023 la entrada de divisas puede ser mucho mayor.
Por ejemplo, las remesas provienen en un 80% de los Estados Unidos donde a pesar de la caída del crecimiento, el nivel de desempleo se encuentra en 3.5%, considerado como pleno empleo.
Las zonas francas también porque ya China no vende barato y registra un pobre crecimiento de 3.5%.
El turismo nada lo detendrá porque somo altamente competitivos considerando la seguridad y la variedad de la oferta.
La inversión extranjera podría alcanzar los US$5 mil millones si arrancan los megaproyectos en carpeta (Pedernales Bergantin, Manzanillo, Miches) y se continúan levantando más hoteles en las zonas tradicionales (Bávaro-Punta Cana, Cap Cana, Puerto Plata y Samaná-Las Terrenas).
Y las exportaciones nacionales llenaran muchos huecos por los conflictos geopolíticos.
Igualmente, la minería podría dar un salto cuando se expanda la mina de Barrick Gold y otros proyectos se aprueben. El oro podría cotizarse a mas de US$2 mil dólares la onza en los primeros meses del 2023 (actualmente registra un precio de US$1,926 la onza).
La tasa de cambio es una variable fundamental en cualquier económica y debe buscar su equilibrio para no generar impactos negativos, ni en las exportaciones ni las importaciones.
Un dólar caro afecta a los importadores y encarece los hidrocarburos, materias primas alimenticias y otros bienes básicos procesados. Pero un dólar muy barato afecta a los exportadores. Por esa razón, hay que buscar que la tasa se ubique lo más próximo a su punto de equilibrio donde ni uno ni otro se perjudique y eso lo debe determinar un mercado sin nubarrones, de acuerdo con la oferta y demanda.