El panorama latinoamericano mantiene a Colombia en la expectativa de la dinámica política, fenómeno acentuado con la juramentación de Gustavo Petro como nuevo presidente constitucional del país caribeño.

El debut del muevo mandatario se abrió paso en el litoral mediático continental por lo todo lo que entraña en distintos sentidos para una región con cifras que urgen cambios sociales a estas alturas del siglo 21.

El contenido del discurso presidencial fue prolijo en datos y especificaciones, matizado por la responsabilidad que demanda Colombia, cuyas cúpulas gobernantes durante siglos han servido a intereses conservadores y foráneos.

Se debe destacar la trascendencia del singular momento en que fue presentada la espada del libertador Simón Bolívar. Su simbolismo provocó la atención de los invitados y de una multitud estimada en unas 100 mil personas que aplaudió entusiasmada.

Esa masiva concentración y sus cerrados aplausos fue denominada por un televidente dominicano como “un baño de Colombia”. La vicepresidenta electa del nuevo gobierno, Francia Marquez, fue juramentada en la misma ceremonia constitucional.

La congresista María José Pizarro hija del fallecido jefe del Movimiento guerrillero M-19 impuso la banda presidencial a Gustavo Petro, quien perteneció también al citado grupo insurreccional.

Un grupo de amigos dominicanos compartimos la transmisión televisiva del acto de Juramentación del nuevo jefe Estado colombiano. Algunos coincidieron en afirmar que estaban viviendo “un baño de Colombia”. No faltó quien recordara efusivo que el país caribeño es “la tierra de Gabriel García Marquez”, Premio Nobel de Literatura.

La solemne ceremonia tuvo como escenario la Plaza Bolívar en el centro histórico de la capital colombiana. El entrante gobernante citó a la Comisión de la Verdad, que ha cifrado en más de 7.5 millones el número de personas desplazadas durante unos cinco años de violencia en Colombia.

La banda presidencial que desde la presente semana luce el entrante gobernante Gustavo Petro ha de incrementar las miradas de Latinoamérica hacia un proceso político que se suma al ascenso en Chile de Gabriel Boric exlíder estudiantil, igual que otras manifestaciones de la actualidad en este verano del 2022.

Respetando en lo absoluto el criterio de los lectores, no es prédica política escuchar un ballenato mientras nos damos un duchazo de Colombia.