Hasta un ciego puede ver la motivación salvaje y despiada de esta guerra del oso carnicero contra el pueblo soberano y su derecho a vivir libre y en prosperidad autodeterminada. Putin entiende que su carnicería no ha logrado los objetivos planteados.
El mundo debe preguntarse. Si después de devastar, destruir, matar y usurpar la soberanía de Ucrania ¿Cuál es el objetivo último de esta carnicería humana de Putin en Ucrania? Sólo la decrepitud de una añoranza de un pasado de gloria y un futuro de dominación imperial planetario lo explica.
Aunque parezca insólito todo luce, a vista profunda, que la disminución de las capacidades mentales del Kremlin, se ven avasalladas por el frenesí y la pasión militar por la guerra de un Putin que conjuga la carnicería humana con la hipercreencia de grandeza, delirio este, puesto de manifiesto en la invasión salvaje contra el pueblo ucraniano.
Ni el Papa Francisco lo hace entrar en razón, ni la ONU y su Asamblea, ni la UE y los límites fronterizos de la comunidad europea, ni los chimbos llamados del presidente de China Xi Jinping, ni las advertencias de la OTAN de una tercera guerra mundial, ni las protestas en todo el planeta contra la guerra en Ucrania; nada, pero nada, parece hacer parar al dueño del mundo y su plataforma de muerte contra el pueblo de Ucrania y el planeta.
Han olvidado los ancianos del Kremlin que la demencia armamentista, la prioridad de tener armas de destrucción masivas que pone en peligro de extinción la vida humana y, han olvidado , también, que sólo el equilibrio, el respeto, la cooperación y el derecho internacional como regla de convivencia, hace posible la supervivencia en medio de un mundo donde los carniceros y psicópatas llamados superpotencias, y donde más de uno, por cierto, tiene a un clic el botón para extinguir la vida humana en el planeta.
Que la soberbia de un hombre o el corazón dañado de una recua de otros que se hacen llamar humanos. Por Dios, que no llenen con sus guerras de desolación el Mundo.
¡Que viva la vida…! (Miguel de Unamuno)