Ucrania fue durante mucho tiempo el granero de la Unión soviética, gracias a sus vastas planicies cultivadas de trigo y frutos de toda índole. También como república soviética producía el cuarenta 40 % de las armas totales, en virtud del alto nivel educativo y técnico de sus universitarios y técnicos. Su situación geográfica casi centro europea hizo de su emplazamiento geográfico, un polo estratégico para la distribución territorial de las armas atómicas en la Unión Soviética. Era más fácil golpear los países del occidente europeo, en caso de un conflicto mayúsculo, desde las proximidades geográficas de Ucrania que desde Rusia.
Con la recién independizada República de Ucrania (1991), a raíz del desvanecimiento del imperio soviético, se inició un proceso ampliamente consensuado de desarme, lidereado por el dirigente del partido comunista de Ucrania, Leonid Kravchouk, quien reunió la Rada (parlamento monocameral) compuesto de 450 representantes de esta vasta república (603, 628, kilómetros cuadrados) a fin de firmar un primer protocolo denominado de Lisboa ( 1992) con Estados unidos y Rusia. En virtud de esos acuerdos esquinados, la joven república independiente cedería a Rusia en un inicio, las armas atómicas tácticas. Los ucranios deseaban así inscribirse en un proceso de ruptura con el militarismo soviético de la guerra fría y concentrar la energía de sus élites en modernizar su parque industrial civil.
Posteriormente Ucrania firma, acompañado de Bielorrusia y Kazakstán, también repúblicas soviéticas nucleares, el tristemente célebre Memorándum de Budapest del 5 de Diciembre de 1994. Este acuerdo internacional de gran envergadura para la seguridad europea e incluso mundial fue firmado con Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia. Garantizaba explícitamente la seguridad de Ucrania, e impedía de parte de Rusia el uso de la fuerza contra su integridad territorial e independencia, a cambio de la cesión a su vecino de 2,500 armas nucleares tácticas y estratégicas. En ese desarme unilateral se originarían los apetitos y tergiversaciones históricas de Putin. Desprovista de medios de disuasión y coerción nucleares, y con la presencia de una población rusa trasplantada en el Dombass, la región minera e industrial de Ucrania, algunos de sus territorios orientales, son reivindicados por el insaciable imperialismo ruso.
A las armas nucleares arriba señaladas, se agregarían 1500 ojivas de bombardeos estratégicos. Ucrania renunciaba así ingenuamente a su estatus de tercera potencia nuclear, por una seguridad e integridad groseramente violada ulteriormente (ocupación de Crimea en 2014) por las decisiones coloniales del exteniente coronel del KGB, Vladimir Putin. El hecho de que fuese Leonid Kravchouk quien asumiera esa diplomacia optimista, agazapado en su visión eslavófila, como alto dirigente del partido comunista ukranio y encumbrado miembro de facto del partido soviético, desempeñó un papel que con el paso del tiempo manifestaría su carácter suicidario. Ukrania intercambio armas que hubiesen podido disuadir a Rusia de agredirla, por palabras vacuas, por charlatanería diplomática.
El desarme de Ucrania bajo la presión occidental y rusa y con financiamiento de la Otan, temerosa que esas armas cayeran en manos de dirigentes inescrupulosos, no se detuvo en las armas atómicas. De manera inaudita, como los acontecimientos actuales lo demostrarían, se extendió a las armas ligeras. Así de 1994 a 2007 un millón y medio de armas ligeras (kalachnikov y fusiles de toda laya) así como 133 toneladas de municiones, fueron sistemáticamente destruidos a fin de hacer de ese estado nación un ejemplo de pacifismo. Las ‘’ garantías de seguridad ‘’ que inspiraban el Memorándum de Budapest, no fueron respetadas.
Es cierto que Ucrania se hubiese visto impedida financieramente de conservar centenas de ojivas nucleares, pues el mantenimiento del parque atómico suponía ejecutar 53 operaciones técnicas anuales y Ucrania solo era capaz de emprender unas veinte. La nueva nación, dentro de una óptica financiera realista, emancipada del poder sovietizo, hubiese podido optar razonablemente por albergar un caudal de 200 ojivas, a la manera de Gran Bretaña, a fin de evitar lo ocurrido luego. Una invasión rusa a Crimea ( 2014) presidida por un hijo del imperio soviético.
En 1993 el profesor y especialista en cuestiones internacionales de la universidad de Chicago John Mearsheimen, sostuvo que, accediendo a su independencia, Ucrania debió solicitar apoyo internacional para reconstituir a partir del legado material y tecnológico de la era soviética, fundamentos razonables de una disuasión nuclear.
La enseñanza geoestratégica que se deduce sin ambages de esas vicisitudes diplomáticas es clara: era preferible proveerse de medios importantes de disuasión que padecer el desequilibrio armamentista que impulso a Vladimir Putin invadir Ucrania.
Estas aclaraciones históricas son claves para comprender esta guerra colonial de alta intensidad que el ejército ruso impone en Ucrania.