El turismo o la actividad de viajar por los espacios geográficos en la República Dominicana, de lo que se está hablando tanto en estos días, descansa en la posibilidad de tener agua en cantidad y con la calidad requerida, más allá de su uso en la agricultura, porque es muy conocido que el mayor éxito en el mundo del esparcimiento al aire libre está asociado al vital líquido, ya sea mar, cenotes u ojos de aguas, lagos, lagunas, embalses y ríos, especialmente en países como el nuestro.

Un estudio sobre el aporte del turismo dominicano en la década 2009-2019, auspiciado por el Banco Popular Dominicano y ASONAHORES, establece que “en la República Dominicana 8 de cada 10 dólares que ingresan por concepto de turismo permanecen en el país”. (Asonahores y Banco Popular presentan estudio sobre aportes …https://www.mitur.gob.do ›

Según el Banco Central, “en el periodo julio-diciembre se recibieron 1,011,224 turistas, luego de la reapertura de los aeropuertos, de los cuales 348,464 corresponden al mes de diciembre, reflejando que continúa la tendencia hacia la recuperación gradual del sector”. (Importancia del turismo en República Dominicana https://www.bancentral.gov.do) 

 Como podemos apreciar el turismo representa más del 30% de la vida económica de la nación. “La participación de Hoteles, Bares y Restaurantes ha representado alrededor del 7.5% del Producto Interno Bruto. El sector ha representado desde 2016 el 7.5% del empleo formal y el 8.4% del empleo informal”. (Conociendo-sobre-el-turismo-en-RD- SITUR https://situr.mitur.gob.do) y según las expectativas de los gobernantes los planes son incrementar la visitación para los próximos años utilizando nuestros atractivos para recibir visitantes.

La República Dominicana, por ser un estado insular, tiene agua casi por todos lados. De los 1,600 kilómetros aproximados de costa que tiene Dominicana, según  el Atlas de Biodiversidad y Recursos Naturales de la República Dominicana (2011), solo playas tenemos 226,  el resto lo conforman paisajes marinos frágiles, ecosistemas costeros de dunas, arrecifes de corales, manglares, estuarios y humedales costeros extremadamente sensibles a las actividades humanas, pero que se pudieran aprovechar; aunque no podemos decir que como en el caso de los ríos, de los cuales  contamos con centenares, con miles de charcos y saltos; además, los mismos tienen otra dinámica de resiliencia y su manejo está asociado a otras necesidades a satisfacer, y que se pueden conectar con actividades productivas sostenibles como el turismo de naturaleza, ecoturismo, agroecología, manejo de bosques y energía renovable con menos costo ambiental.

Si manejamos los ríos como se debe -¡cómo ya se está haciendo en algunos casos!- podemos sacarles buen provecho; como por ejemplo los 27 Charcos de Damajagua, que es un pedazo del río que no alcanza los 4 kilómetros de longitud muy conocido, porque cuenta con parámetros internacionales y forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP), con éxitos evidentes e inimaginables para las comunidades locales y el país; es la parte alta del nacimiento del río Bajabonico, uno de los ríos más importantes del llano costero norte desde Montecristi a Samaná; y fue éste mismo río que impresionó a Cristóbal Colón en su segundo viaje y en su desembocadura el Almirante estableció la única  residencia donde vivió.

Otro ejemplo del buen manejo de los ríos, en la misma zona, lo constituye   el conocido como la “Finca de Papirucho” o río Sonador, Puerto Plata; y, al igual que los 27 Charchos de Damajagua, atrae miles de turistas o viajeros que van a disfrutar de sus aguas.

Cabe destacar, que hace 104 años, José Ramón López, uno de los padres de la sociología dominicana, pidió que el río Sonador fuera “enyugado” para sacarle los beneficios hidroeléctricos que requería Puerto Plata; lo que evidencia el potencial que por siglos ha tenido ese recurso natural para contribuir con el desarrollo turístico y económico de esa provincia y del país.

Presa de Bao.

República Dominicana cuenta con miles de charcos y saltos en todas las provincias que son partes de cuencas y ríos que deben ser restaurados ya que solo necesitan el apoyo material e institucional, y la aplicación de las normativas legales con que cuenta el país desde hace más de 100 años, para evitar su degradación.

¿Qué encontramos en cada parada vacacional? Basura por donde quiera, y no puede ser así, todas las pequeñas fuentes de agua en contacto con la gente están siendo destruidas.

Hay que empoderar a los dueños de tierra con acceso a los ríos para que respeten los límites, a los campesinos y a los visitantes para que no violen las leyes y aplicar las sanciones que mandan las mismas en caso de que persistan en destruir el medioambiente.

Cuando comenzamos a proteger las aguas de nuestros ríos con leyes en los gobiernos de Meriño (octubre de 1884) y Lilís (Ley de los animales,1895) el país sólo tenía entre 350,000 a 400,000 habitantes. Seguíamos siendo una nación con pocos habitantes y el impacto era menor.

Hoy, 2022, con la protección que nos da la Constitución de la República, las leyes de Medio Ambiente (64-00), Áreas Protegidas (202-04), Forestal (Ley 57-18) y la Ley 44-18 sobre pagos por servicios ambientales o ecosistémicos,  debemos prepararnos para responder a la cantidad de consumidores de agua que tendrá el país, estamos hablando de cerca de 7 a 10 millones de personas nos visitarán en un futuro inmediato y de  los 12 millones residentes permanentes en el país, lo que sumarían   una veintena de millones de consumidores, sin contar a nuestros vecinos de Haití, a quienes también les suministramos agua..

Es vital abocarnos a la conservación de nuestros cuerpos de aguas ya que nuestros ríos, arroyos y cañadas son las venas y arterias de toda la nación.