El Gobierno ha confirmado para finales de este enero de 2023 el inicio de la construcción en Cabo Rojo de los primeros dos hoteles del Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, que, en la cuarta y última etapa, tendría 12 mil habitaciones.
Excelente. Nuestra apuesta ha sido siempre a la esperanza, al apoyo permanente a las iniciativas gubernamentales y privadas pensadas para el colectivo.
Ahora bien, la actual gestión presidida por Luis Abinader debe de tener presente dos detalles fundamentales:
Uno, hay mucho cansancio y descreimiento en la comunidad en vista de la cadena histórica de promesas incumplidas por parte del Gobierno; por tanto, lo anunciado no aguanta otra posposición.
Y dos, mantener el compromiso contraído de desarrollo integral de las cuatro provincias de la Región Enriquillo (Pedernales, Barahona, Independencia y Baoruco), para evitar la formación de un enclave turístico donde reine la buena vida de espaldas a las comunidades dueñas de las riquezas naturales.
Enero ha de representar el punto de inflexión, el último intento aceptable para aterrizar la palabra empeñada respecto de la construcción de un conjunto de obras, todas factibles. Veamos algunas:
En Cabo Rojo: vías de acceso a los atractivos, hoteles, puerto de cruceros y reacondicionamiento del viejo hotel de los gerentes de la minera estadounidense Alcoa Exploration Company, Senior Staff, situado sobre los farallones, diseño del maestro de la arquitectura dominicana Gay Vega.
En el municipio Pedernales: desarrollo proyecto Frente Marino, en playa local; apoyo en tramitología para el proyecto hotelero privado Bucanyé; centro cultural, terminación del proyecto de conexión eléctrica con el sistema nacional.
Igual no se ejecuta el aeropuerto internacional en el paraje Manuel Goya, en Oviedo, vital para el gran turismo; ni el tramo carretero de unos 40 kilómetros que enlazará al municipio Pedernales con Duvergé, Independencia, por el alto de sierra Baoruco, que –además de histórico y del valor que agregaría al turismo- reduciría en tres o cuatro horas el tiempo de viaje en coche. Tampoco da visos de avance sustancial la reconstrucción, enderezamiento y ampliación de los 74 kilómetros entre Enriquillo-Pedernales.
Evidente que la gestión de gobierno actual se ha encontrado con piedras en el camino. Unas, puestas por agentes externos. Otras, por entes enquistados en su propia estructura, que, sin embargo, responden a agendas ajenas a los intereses gubernamentales y de Pedernales.
Y es ahí donde el presidente Luis Abinader debería entrar ya y mostrar su liderazgo; si no, el poder de su cargo, salvo que desee que le “agüen la fiesta”. El proyecto en cuestión es buque insignia de su gestión, que el 16 agosto agotará tres años.
Pedernales soporta desarrollo turístico sostenible y sustentable como ha pregonado el Gobierno porque riquezas naturales tiene suficientes. Y lo necesita para aminorar su 57% de pobreza, similar a la de las otras provincias de la región.
Pero la mirada debe contemplar inversiones en las comarcas primero o, como mucho, a la par con Cabo Rojo, para evitar que se conviertan en zonas marginales excluidas, a expensa de todos los vicios.
Es la razón de nuestro reclamo reiterado de modernización de los municipios, con apartamentos, oficinas públicas, politécnicos, empresas productivas, servicios básicos, calles, aceras, instalaciones deportivas, espacios de entretenimiento, centros culturales. E inversiones en comunidades agrícolas, como viviendas, energía, agua potable, educación, incentivo a los productores, carreteras, caminos interparcelarios.
Son infraestructuras realizables en corto y mediano plazo que deberían emprenderse sin dilación, pues, la deuda estatal con Pedernales es inmensa.
Lo reclamado es muy poco para el tesoro que el Estado históricamente ha sacado de Pedernales. Las minas de bauxita (para aluminio) y otras materias primas han sido explotadas sin piedad, y sin remediación ambiental, desde los años 40 del siglo XX, mientras el pueblo se ha empobrecido porque nada le dejaron de qué agarrarse.
El presidente Abinader tiene ahora la oportunidad de romper con la indolencia y la demagogia política histórica que han convertido a esa provincia del extremo sudoeste del territorio nacional en la cenicienta de los gobernantes. ¿Lo logrará?