La integración de los intelectuales al trujillismo fue el resultado de un fenómeno de sintonía entre el despotismo y el pensamiento sociopolítico tradicional dominicano, el cual presenta una fuerte inclinación hacia la aceptación del autoritarismo: “El trujillismo llegó a ser especie de nazismo fanático entre intelectuales”. El apoyo que la intelectualidad dominicana prestó a la dictadura de Trujillo fue un fenómeno anclado en una cultura política caudillista y autoritaria de profundas raíces en el proceso de formación del Estado-Nación dominicano. El caso Trujillo-Peña Batlle, sirve de modelo para explicar la compleja relación entre los intelectuales y el poder. Juan Daniel Balcácer, apologista de Peña Batlle, se pregunta: ¿Por qué Peña Batlle “optó por poner su vasto y sólido intelecto al servicio de un régimen de fuerza que conculcó todos los derechos del pueblo dominicano; de ese mismo pueblo por cuya libertad antaño se había estado en disposición de ofrendar la vida? Para Balcácer su interrogante “carece de respuesta fácil” y dice que se trata de un “extraño fenómeno”, termina sacándole el pie al asunto: “Tampoco compete a los fines de este trabajo intentar una explicación”, dejando que sean otros los que proporcionen “una explicación objetiva y desapasionada” del “comportamiento político” de Peña Batlle.

 

Nosotros intentaremos ofrecer la “explicación objetiva y desapasionada” del caso de la integración de Peña Batlle a la tiranía de Trujillo: ¿Cuándo, cómo y porqué se produce la integración de Peña Batlle al trujillato? Existen tres leyendas para explicar la integración de Peña Batlle al despotismo trujillista: la leyenda de la integración tardía, la leyenda de la integración compulsiva, y, la leyenda de la lista negra. José Almoina es el primero en plantear que Peña Batlle fue obligado a ingresar al trujillismo y a escribir a favor del dictador: “A los altos funcionarios y personas de relieve -como a Peña Batlle- se les ha obligado a escribir artículos o leer discursos llenos de baja adulación”, sobre Peña Batlle dice: “Este ciudadano era opositor de Trujillo y el dictador lo obligó a aceptar una diputación”. Almoina considera que Peña Batlle fue un “servidor forzoso del tirano caribeño”, que “en el fondo fue enemigo de Trujillo y de sus procedimientos”. Robert Crassweller, por su parte, afirma que Peña Batlle: “Estaba afiliado al Partido Dominicano, dado que, como abogado, tenía que estarlo por una nueva razón de supervivencia”. Según Crassweller: “Durante la década del treinta Peña Batlle se destacó por su oposición a Trujillo. Su hostilidad fue una cuestión de principios razonados”, fue un “emocional opositor” que “de vez en cuando se veía en la necesidad de pronunciar algún discurso a favor del régimen, pero todos conocían sus verdaderas opiniones”, pero “hacia finales de la década (…) las presiones de Trujillo ejercidas sobre este intelectual y opositor emocional se habían vuelto intolerables. Las amenazas, las insinuaciones, las influencias de toda especie terminaron por doblegar el ánimo de Peña Batlle (…) se decidió a entrar en el gobierno”.

 

Crassweller agrega que la personalidad de Peña Batlle fue un factor explicativo de su integración a la tiranía: “desde el punto de vista sicológico era más complejo que cualquier otro de los colaboradores de Trujillo”/“Aún más característico (…) era la apasionada índole de sus alegatos (…) Sostenía sus opiniones de manera drástica. Todos sus sentimientos eran sentimientos in excelsis”. Esa personalidad bien estructurada cuando asume su nuevo credo trujillista: “Su temperamento le forzó a defender las nuevas opiniones con el mismo ardor con que había defendido las antiguas”.

 

Hoy Bernardo Vega es el padrino de la leyenda de la integración tardía de Peña Batlle al trujillismo. En Vega esta leyenda consta de dos partes, la primera es la afirmación de que en los primeros once años de la dictadura (1930-41) Peña Batlle no colaboró con Trujillo, que vivió un “Exilio Interno” que fue “un paria político y social”: “Peña Batlle había sido un discreto opositor al régimen trujillista hasta su discurso de septiembre de 1941”/“Entre 1930 y 1941 fue hostil a Trujillo”/“un discreto opositor a Trujillo hasta 1942”/“estuvo 11 años abajo, en valiente actitud anti trujillista” /“Marginado por la satrapía se refugió en la Casa Vicini para poder sobrevivir económicamente”. Este fue “su período antitrujillista”; en el que hasta “fue perseguido y encarcelado”, pero “se doblega” “solo después que Trujillo ha estado en el poder once largos años”. Siguiendo esta leyenda Roberto Cassá afirma que Peña Batlle “se integró tardíamente al régimen”.

 

Determinar la fecha de la integración de Peña Batlle al trujillismo constituye un aspecto decisivo para comprender su biografía intelectual y política, este dato histórico es la segunda parte de la leyenda de la integración tardía del “gran ideólogo de la dictadura”. Bernardo Vega afirma: “En 1941, teniendo 39 años de edad, claudica ante Trujillo y acepta colaborar con el régimen y es nombrado Diputado”/“En septiembre de 1941, después de más de once años en oposición pasiva al régimen de Trujillo, Peña Batlle, uno de los pocos que mantenían esa actitud, claudicó y decidió servir a Trujillo”/“A principios del decenio de los años 40 se incorporó al gobierno de Trujillo convirtiéndose rápidamente en su principal ideólogo, enfatizando la defensa de la hispanidad y la religión católica, al tiempo que imbuía al régimen de una filosofía anti haitiana y racista. Rápidamente llegó a ostentar posiciones claves en el gabinete dominicano. Su filosofía política propulsó la idea de la “dominicanización” de la frontera”/“fue sólo hacia fines de 1941 cuando Peña Batlle, considerado como uno de los principales intelectuales en oposición al régimen de Trujillo, pasaría a ocupar una posición importante en el régimen”/“En septiembre de 1941, después de más de once años en oposición pasiva al régimen de Trujillo, Peña Batlle, uno de los pocos que mantenían esa actitud, claudicó y decidió servir a Trujillo”/"Peña Batlle quien había sido un discreto anti trujillista a partir de 1930, claudicó a partir de septiembre de 1941, pasando a ser un fuerte defensor de Trujillo”. Bernardo Vega insiste en que para 1932 Peña Batlle era enemigo del régimen de Trujillo “al cual sólo se incorporaría diez años después”.

 

Joaquín Balaguer indica que en 1941 ingresó al séquito “de los más íntimos colaboradores de Trujillo”, ofrece una versión de las posibles razones que explicarían la integración de Peña Batlle al régimen de Trujillo: “sea por decepción y cansancio sea porque le atrajeron determinadas facetas de la figura de Trujillo, o sea, en fin, por la tendencia del dictador a exaltar en el pueblo dominicano los valores de la hispanidad, juntamente con el repudio a la influencia ejercida por Haití sobre muchos aspectos de la vida nacional”. Para Franklin Franco la etapa trujillista de Peña Batlle se inicia en 1941, momento en que ingresa a la dictadura y desde entonces se convierte “en su principal sostén ideológico (…) abandona por completo sus concepciones de juventud, para abrazar ideales fascistoides, y, por la tanto, profundamente racistas e hispanistas”.

 

Algunos sostienen que fue en 1942 cuando Peña Batlle ingresó a las filas del trujillismo, Danilo P. Clime: “En el año de 1942 Peña Batlle claudica, de opositor a Trujillo pasa a ser un activo colaborador”. Euclides Gutiérrez Félix sostiene que Peña Batlle está entre los pocos colaboradores de Trujillo que ingresa al régimen “muchos años después de la toma del poder”. A la leyenda de la integración tardía hay que anotarle que Peña Batlle tempranamente asume funciones oficiales en el régimen de Trujillo: “al tumbar Trujillo a Horacio Vásquez en febrero de 1930, renunció de la comisión, pero poco después fue convencido de continuar en la misma, dado el carácter apolítico del cargo, pues durante los primeros once años del régimen de Trujillo, Peña Batlle no colaboró políticamente con el mismo”.

 

Obras Consultadas / Según orden de las citas.

  1. Luis Emilio Montalvo Arzeno, Los intelectuales al servicio de la barbarie. HOY. 30/8/2017.
  2. Juan Daniel Balcácer (1989), Peña Batlle y su marco histórico.
  3. José Almoina (1995), Una Satrapía en el Caribe. Historia puntual de la mala vida del déspota Rafael Leónidas Trujillo.
  4. Robert Crassweller (1968), La trágica aventura del poder personal.
  5. Bernardo Vega (1996), Peña Batlle Previo a la Dictadura: La etapa liberal.

-Bernardo Vega (2007), Trujillo y Haití. Vol. III.

-Bernardo Vega (2009), La justificación intelectual de la dictadura. En: Festival de las ideas.

-Bernardo Vega Arturo Peña Batlle, un merecido honor. HOY. 26/8/2016. -Bernardo Vega (1991), El Peña Batlle sobre el cual no se escribe.

  1. Roberto Cassá (1993), Historiografía de la República Dominicana. ECOS. No.1.