En el mes de abril de 1973, el destacado intelectual Ing. José Israel Cuello, publicó en su reconocida “Editora Taller” un interesante documento titulado “Memorándum Relativo a la Intervención de Sumner Welles en la República Dominicana”.
La versión original mecanografiada que llegó entonces a manos del reconocido editor, contiene en la parte superior izquierda una anotación manuscrita que reza: “Memorándum del Lic. Julio Ortega Frier” y es lo que explica que, inserta en el interior del texto publicado, tomara el Ing. Cuello la previsión de incluir una interesante e inteligente acotación, la cual indicaba: “presumiblemente escrito por Julio Ortega Frier”.
Al final del informe, el o los autores del mismo indicaron que había sido concluido el 1 de agosto de 1945. Y cuando afirmamos “el o los autores del mismo” es por el hecho de que en esa misma fecha consta una carta la cual probablemente no era de conocimiento del Ing. Cuello al momento de editarlo, remitida por Trujillo a los señores Lic. Julio Ortega Frier, Lic. Manuel A. Amiama, Lic. Temístocles Messina, Lic. Hernán Cruz Ayala y Lic. Emilio Rodríguez Demorizi, carta que fundamenta las razones por las cuales Trujillo instruyó a los distinguidos juristas e intelectuales precitados a elaborar el mismo.
La carta en cuestión reza de la siguiente manera:
Ciudad Trujillo
Distrito de Santo Domingo
1ro. de Agosto de 1945.
Señores
Lic. Julio Ortega Frier, Lic. Manuel A. Amiama, Lic. Temístocles Messina, Dr. Tulio Franco y Franco, Lic. Hernán Cruz Ayala y Lic. Emilio Rodríguez Demorizi,
Ciudad.
Estimados amigos míos:
Desde que, en el año 1930, fui postulado por vez primera para la Presidencia de la República, hasta este mismo momento, en que creo haber cumplido cabalmente las promesas de reformas y realizaciones que entonces hice al pueblo dominicano, no ha cesado de hacerme a mí, a mi Gobierno y a la República objeto de ataques y maquinaciones el Señor Benjamín Sumner Welles, ex Comisionado del Presidente de los Estados Unidos en la República Dominicana de 1922 a 1925, y más tarde, hasta hace poco, Sub-Secretario del Gobierno de los Estados Unidos en la Administración del ilustre y grande Presidente Franklyn Delano Roosevelt.
Esa inquina del señor Welles, que para mí carece de explicación, en vista del interés que él parecía mostrar por el progreso del pueblo dominicano durante la Administración del General Horacio Vásquez, antecesor inmediato mío en la Presidencia titular de la República, progresos que yo creo haber logrado más allá de las esperanzas de entonces, se ha traducido últimamente en el juicio calumnioso que contra mi gobierno y contra mí personalmente lanza en la obra de su dirección editorial titulada “An Inteligent American`s to the Ponce” ( The Drydan Press- 1924- New York).
Como una actuación del género de la que ahora ha emprendido ese gratuito adversario de mi obra de Gobierno podría traducirse en descrédito para la República, he creído que no debía ya recibirla con la indiferencia que me merecen los ataques de los enemigos de mi administración cuyas miras personales son bien conocidas. Deseando, pues,
-sigue-
ahondar en las causas de esa implacable animosidad del ex. diplomático norteamericano, y conociendo la dedicación de ustedes al estudio de las relaciones exteriores de la República, he creído que ustedes podrían procurarme los necesarios esclarecimientos de esa para mi inexplicable actitud.
Suplícoles, pues, que actuando en Comisión, estudien las relaciones que haya tenido el señor Benjamín Sumner Welles con la política dominicana, y me rindan un informe pormenorizado y ampliamente documentado de cuanto en ellas pueda haber que explique su actitud frente a mi gobierno y a mi persona.
Saludo a ustedes muy atentamente,
Rafael L. Trujillo
Presidente de la República
¿Qué pretendía Trujillo al instruir la elaboración del indicado informe? ¿Solo satisfacer su curiosidad, recibiendo explicaciones autorizadas y convincentes en torno a la actitud de Benjamín Sumner Welles respecto a su gobierno y su personal?
¿O procuraba, con base en la información obtenida, desplegar su poderosa maquinaria propagandística, especialmente la que sufragaba con reconocida prodigalidad en los Estados Unidos, para contrarrestar de este modo lo que entendía como actitud hostil de Sumner Welles hacia su persona y gobierno?
Estas interrogantes no son de fácil elucidación, pero como se sabe, y tal como lo ha demostrado el historiador Bernardo Vega, Sumner Welles mantuvo siempre intercambio epistolar y una relación profundamente estrecha con los más prominentes horacistas, entre ellos don Ángel Morales, vínculos que se mantuvieron activos cuando ya los mismos se encontraban en el exilio.
Esos vínculos con Horacio Vásquez y los horacistas, con Francisco J. Peynado y otros comenzaron a afianzarse desde que Sumner Welles vino a Santo Domingo por vez primera el 29 de julio de 1922, en calidad de Comisionado Especial del Presidente Warren Harding para la República Dominicana, investido del mandato de “investigar las condiciones políticas de la República e informar acerca de las mismas, y para cerciorarse de la opinión del pueblo dominicano acerca de un acuerdo conveniente con los Estados Unidos, que permita la evacuación de la República Dominicana por las fuerzas militares de los Estados Unidos”.
Esas indagaciones y tratativas darían la bendición final al controvertido “Plan Hughes-Peynado” firmado poco tiempo después, el 23 de septiembre del mismo año.
No escapaba a Trujillo cuál era el nivel de influencia de Benjamín Sumner Welles, su enemigo declarado, en el Departamento de Estado y su ascendiente sobre el Presidente Roosevelt, de quien había sido compañero de escuela, como tampoco le era ajena la animadversión existente entre Sumner Welles y Cordel Hull, de suerte que, como ha señalado Bernardo Vega, cuando Roosevelt recibía una carta de Trujillo se la enviaba a Welles con “un chistoso y sarcástico comentario” como este: “anexo va una carta de Trujillo, tu viejo compañero de estudios”.
En cualquier caso, y en lo que respecta al informe preparado a Trujillo por los connotados intelectuales citados al principio del presente artículo, conocedores como eran de la forma de ser y de pensar del sátrapa, y conociendo su indisposición hacia Welles y viceversa, se cuidaron mucho de dejar mal parado a este último en lo que respecta a sus actuaciones en la República Dominicana y exaltar al primero, lo cual se hizo manifiesto en sus últimas ponderaciones conclusivas, a saber:
“Welles, en efecto, frente a la política dominicana, no puede ser considerado sino como un partidarista, personalmente interesado en el medro de sus aliados, y apasionadamente dedicado al descrédito y la ruina de sus adversarios. Y en el caso del Generalísimo Trujillo, sucesor inmediato del General Horacio Vásquez, como presidente titular de la República, él no puede conformarse:
1.- Con que, sin los empréstitos que el propio Welles, por lo que en ello le iba, le hizo contratar al Presidente Vásquez, Trujillo, disminuyendo la deuda pública dominicana y manteniendo a la República en el más alto grado de prosperidad que éste haya jamás alcanzado, no obstante el desastre de la segunda guerra mundial, haya podido desarrollar un asombroso programa de obras públicas, con que ha transformado a ojos vistas al país entero;
2.- Con que Trujillo haya hecho una realidad actual de la transformación de la vida dominicana que Welles, para sólo fines de propaganda, le asignaba como meta final a la Administración del Presidente Vásquez, asegurando el indiscutido imperio de la ley, promoviendo el desarrollo sin precedentes de la cultura, y completando, por sólo su esfuerzo, la verdadera independencia del pueblo dominicano, mediante la restauración de su soberanía financiera;
3.- Con que, en lo internacional, Trujillo haya puesto en el mapa del mundo a la República Dominicana entre las naciones amantes de la paz y de la concordia, sin que por ello haya dejado de defender, contra toda influencia mediatizadora, los valores de nuestra cultura tradicional.
Nuestro criterio es, pues, en una palabra, que cuanto proceda del Sr. Benjamín Sumner Welles, debe ser tenido por el Presidente Trujillo, por su Gobierno y por el pueblo dominicano, como sólo el resultado de la pasión política y del egoísta interés personal fracasado”.