Alexis Gómez Rosa fue poeta, narrador y ensayista. Nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 2 septiembre de 1950, y falleció el 29 de noviembre de 2019. A finales de los años 60 fundó, junto a Mateo Morrison y Enrique Eusebio, el grupo literario La Antorcha en la parte oriental de la capital. Realizó estudios de maestría en Literatura Hispanoamericana en New York University. Se desempeñó como editor, gestor cultural y profesor de literatura y cultura dominicanas en los Estados Unidos de Norteamérica, específicamente en Nueva York, donde residió por varios años. En dos ocasiones obtuvo el primer premio de poesía en Casa de Teatro e igualmente el Premio Anual de Poesía del Ministerio de Cultura. Publicó monografías, ensayos y cuentos en distintos medios.
Sus libros de poesía son: Oficio de post-muerte (New York, Williamsburg Printshop, 1973; Pluróscopo Concretismos y pluralemas (plaquette de la revista ¡Ahora!, Santo Domingo, 1977); High Quality, Ltd (Santo Domingo, Colección Luna Cabeza Caliente, 1985); Contra la pluma la espuma (Santo Domingo, Editora Taller, 1990); New York en tránsito de pie quebrado (Santo Domingo, Editora Taller, 1993); Si Dios quiere y otros versos por encargo (Santo Domingo, Amigo del Hogar, 1996); Self Service Poems. Ahora disponible en su versión castellana (Madrid, Huerga y Fierro, 2000); Adagio cornuto (Santo Domingo, Ediciones Bangó, 2000); Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida (Manatí, Santo Domingo, 2003); La tregua de los mamíferos (Amigo del Hogar, Santo Domingo, 2005); Ferryboat de una noche invertebrada (Santo Domingo, Editora Nacional, 2006); Marginal de una lengua que persigue su forma (Editorial Gente, Santo Domingo, 2009); Prosas de un peso welter (Santo Domingo, Editorial Gente, 2011); Máquina olandera y otras olas de lava & Lanman (Santo Domingo, Editorial Gente, 2014) y Coartada, el poema (Madrid, Amargord, 2020). Algunas de sus antologías son: Tiza & tinta (Lima, Lluvia Editores, 1991) y Espacio donde todo es borde (traducción al portugués de José Agostinho Baptista; traducción al francés de Jean Portante, Horizontes Insulares/ Canarias Cultura en Red, Islas Canarias, 2010).
Algo chévere
Un primer verso podría ser:
Tejer un arco iris con el vuelo
de un pájaro. Respuesta posible:
El cielo ingurgita el canto
de los pájaros con su follaje
de humo. Arco iris, cielo, gimnasia
de gorriones, resbalan por lo azul
desaparecen los rayitos de música.
Filigrana de oro en la pizarra
del zodíaco: el hilo de la escritura
y el hilo de la araña, matriculados
bajo el palio de lenguas mercantiles,
desborda su incendio de hojas
muertas, y el día es un relámpago negro.
Abro en su centro una ventana
y el sol (al cual me remito, inminente),
hace un moño de avispas
en el verano grabado en la espalda
de un turista. 22 de julio:
Berenice prepara las noticias
de su día. Pastel de manzana,
de sueños, pastel de luces rojas
y azules. Orbitación de los nidos
de la sangre: Yelidá chichigua
en las alturas. Otros caminan
amurallándose bien se reconcilian
con la música-descarga de la selva.
Saxofonista de una esquina, come
ojos al fondo de una iguana.
Prolongación de lo dicho: la censura,
los noes, el cero cabizbajo.
El lápiz amordazado sobre la página
disuelta: el lápiz zurdo.
La página envolvente contra el lápiz doctrinario:
la página carcelaria. En ella trazo
culebras pero qué sombrilla.
Cultivo un colibrí pero dos lagartos,
barbotando un bosque de verdes
sonidos: estío de chispas en el Caribe amurallado.
Torsos, caderas, libres al alba,
pezones y muslos ambarinos
que el sol lame en sostenido nervio
sismo, afirmo los bajorrelieves
de tu decir.
Negra la página que laboro
una piel, anulando otro cuerpo,
mi cuerpo, en el costado del deseo.
Lengua de sol
Voy a crear el pasado
MIGUEL DE UNAMUNO
A partir del próximo verso
encampanado estaré sobre la luz del día.
Fundaré mi reino allá vasallo no vale,
y me pondré a multiplicar las coronas
y los peces.
Ojo de luz será mi lago
administrado por una dríada en vigilia.
Antílopes fumadores y caimanes
masoquistas tendrá mi reino:
árboles chupa sangre y tabiques de abejas
locomotoras,
nimbados en el verdoso
aroma del instante.
Rey yo seré
el paria desmemoriado de los misioneros,
con polainas y antiguallas, risotando
el tambor de lo ridículo.
Bonus track para quienes deliran
Son los chupacabras de la hora nona, peliaguada,
la hora sin fin del mundo en sí, acarreando
un no reiterativo, como si gol
se gritara y amplificara en su miedo.
(Son los hinchas de la barra brava por lo breve).
Los que preparan ajenjo en la derrota de una fulminante
mamajuana, que ha sobrevolado la isla negra
y blanca: la isla mulata en suma vespertina.
Los jerifaltes del navío último anclado a cielo
abierto, esos son los conductores del Arca de Noé
desde un trasbordador fuera de ruta,
atracando clandestino en Boca Chica.
Los desaprensivos del atardecer en plante
de asalariados dragones, son aquellos que observan
la vida misma en su ombligo.
Los que se frotan aceite de culebra y bailan
en todas las estrellas; esos son los correligionarios
del delirio más puro.