Ucrania. Interrumpir las imágenes, no ver. Écfrasis: descripción de una imagen que no vemos – o que no queremos ver.
Fotografía 1
Irpin, alrededores de Kiev.
Al lado izquierdo, una casa; en la cima de esa casa, donde solía estar el tejado, está ahora un fuego que se mueve todavía, y el color de ese fuego es un naranja fuerte que demuestra la potencia reciente que allí ha caído. El tejado arde al lado izquierdo de la imagen, pero detrás de esa casa hay otras casas que no arden. En el centro de la imagen hay una carretera que parece ser secundaria y en ningún otro lado se ve fuego, solamente en el tejado de esa casa que arde al lado izquierdo. Humanos se entiende que existen allí muy al fondo, en esa carretera secundaria. Son puntos pequeños, pero son humanos, se ve bien por las formas. Un brazo allí, lejos, quizá levantado. Y después, sí, una señora, en plano general, al lado derecho de la fotografía, a diez metros de la casa que arde, quizá con sesenta años, quizá con setenta, que lleva en la mano izquierda una bolsa que parece de la compra, y la mano derecha tapándole los ojos. Los dedos rectos y compactos delante de los ojos, como si fueran una venda de verdad. Ella no quiere ver el fuego o no quiere que vean que llora. La bolsa que sujeta en la otra mano, sí, es de la compra. Podemos ver en ella pan, y lo que parecen ser verduras, en la parte de arriba.
Fotografía 2
Llegada de refugiados, junto a una frontera. Una joven mujer con una camisa negra, pelo negro, sin gorro, llora y parece desfallecer. Dos señoras mayores la rodean y es en ellas donde la joven mujer, de pelo negro recogido hacia atrás, se apoya. El brazo izquierdo de esa joven mujer que llora está apoyado en el hombro de una anciana mujer que no llora, pero que tiene el rostro crispado como quien hace fuerza para resistir. La otra mujer mayor, que sostiene a la joven mujer que llora, esa segunda mujer mayor, está de espaldas y por eso no se entiende si su rostro está firme, crispado, o si llora también. Después hay también, al lado derecho de la foto, dos niños de alturas diferentes y por eso de edades diferentes. El más alto tal vez tenga siete-ocho años, lleva un gorro rojo en la cabeza. El más bajo, que está justo al lado del otro niño –quizá sean hermanos– ese niño, más bajo, lleva un gorro amarillo en la cabeza. Los dos niños están de lado hacia la foto y miran a la joven mujer, de camisa negra, que llora. Puede que ella sea la madre de los dos niños que la observan como si no entendieran o como si no creyesen en algo que está pasando en el rostro y en el cuerpo de la madre y que nunca había ocurrido antes.
Fotografía 3
Una estación de trenes. ¿Cuál? El pie de foto no lo aclara. Huida de Ucrania. No importa el destino, importa de dónde se aleja el tren. Al centro de la imagen, una mujer encorvada sobre un niño que está encima de una bolsa. La mujer quizá sea la abuela, lleva un abrigo azul claro. Del mismo color son los guantes del niño. y de ese mismo azul, también la maleta grande que está a su lado. La mujer, que quizá sea la abuela del niño, tiene la mano izquierda sujetando la maleta azul de viaje, una maleta común, con ruedas. La mano derecha de esa mujer envuelve al niño como si este tuviera frío, y seguramente tenga frío, sí. El pequeño lleva un abrigo de pelo y una capucha, también con pelo, que le cubre la cabeza. La mujer, sí, que quizá sea la abuela del chico, mira hacia arriba a otra persona que no vemos en la foto. Tal vez esté escuchando algo, o tal vez solamente esté levantando la cabeza hacia alguien que entiende todas las cosas y no habla. Alrededor de esta anciana mujer y del niño están otras personas con pesadas maletas o con una simple mochila en la espalda. Y si nos fijamos con más atención en los ojos del niño y en los ojos de la anciana mujer que está encorvada y lo rodea con los brazos, entendemos que se parecen. Hay una zona blanquecina alrededor de los párpados que es exactamente igual en la anciana mujer y en el crío; es un crío, sí. Y quizá los guantes azules que el niño lleva, que son del mismo color que el abrigo de la mujer, sean de ella, de la mujer que deducimos ser su abuela. Porque ella, la abuela, no lleva guantes y el niño sí –y los guantes son quizá demasiado grandes para manos tan pequeñas. Y, si nos fijamos una vez más con atención, veremos que todas las personas aparecen en segundo plano en la fotografía, rodeadas de mochilas y maletas, todas, sin excepción, llevan guantes. La abuela es la única persona de la foto que no los lleva. Por la imagen no logramos entender qué temperatura hace exactamente, pero entendemos que hace mucho frío y que a todos, con ese frío, les gustaría estar protegidos.
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Traducción de Leonor López de Carrión. Originalmente publicado no Jornal Expresso
Como el texto es sobre no ver imágenes, Gonçalo había propuesto una ilustración de un cuarto oscuro o noche oscura, o un marco sin cuadro.