La oferta cultural de Madrid está constituida por un rico enjambre de propuestas, recintos, creadores y creadoras, incluidas mujeres dominicanas artistas, de gran poderío, que viven aquí a tiempo completo, a medias o están de paso.
En días pasados, por ejemplo, en el marco de la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género, la poeta Rosa Silverio y la cantautora Xiomara Fortuna trenzaron su arte en un bello recital poético-musical organizado por la ONG InteRed que, desde hace tiempo, implementa proyectos de desarrollo en la República Dominicana. El evento tuvo lugar en un hub, uno de esos espacios contemporáneos de trabajo que están tan de moda actualmente en las grandes urbes del mundo.
Rosa Silverio, santiaguera, cuenta en su haber con diez poemarios y cuarenta y tantos años de edad, trece de ellos en España. Es también editora y gestora cultural. Su voz poética, de tono directo y contundente, como bien lo comentó la moderadora del evento, es la de una mujer que se planta sin ambages ante el mundo para quitarse de encima, una a una, las espinas clavadas en la piel. Su palabra escrita, así como su palabra hablada, a la hora de declamar sus propios poemas, resuena en los recovecos de adentro, de quien lee sus versos en silencio, pero también de afuera, de la sala, de la galería, de cualquier lugar donde se encuentre uno/una y los escuche. Rosa Silverio escribe sobre la locura, la muerte, el sexo, la soledad, la condición de la mujer y también sobre el día a día y la cotidianidad; de hecho, escribe sobre cualquier cosa tal y como lo deja en claro en uno de sus poemas que comienza así:
Una mujer puede cantarle a su casa
a la silla
a la pata de la silla
o a su mesa
a todo cuanto vive y existe
a la intimidad y al deterioro
al silencio… sobre todo al silencio
a lo que ha callado durante tantos siglos y ahora nombra (…)[1]
Por su lado, Xiomara Fortuna, artista de larga y fecunda trayectoria, inunda el ambiente, donde quiera que se pare, de su música afrocaribeña. Desde hace algún tiempo vive con su inseparable guitarra entre Gazcue en Santo Domingo y Las Ventas, en Madrid. De un lado y otro del Atlántico, brinda su canto donde integra el legado hispano, latinoamericano y afrodescendiente en letras, arreglos y composiciones inconfundibles. Muchas de sus canciones parecen actos mágicos de afirmación y libertad:
No me digan lo que soy
No me digan quién yo soy
No me digan lo que tengo que ser
Porque yo soy lo que quiera
Soy como un volcán, como una culebra
Hace tiempo que ya rompí la cadena
(…)
Soy la Rokizquierda
Soy la oveja negra
Vengo boca arriba
A veces boca abajo
Porque a mí también a veces me sale mi grajo
Soy lo que yo quiera
Agua, piedra, papel o tijera
Quiero que aprendas
Soy la que lleva su vida como una ofrenda[2]
Sin lugar a dudas, ella, Xiomara Fortuna, hace de la libertad y reivindicación un ejercicio continuo, mismo que queda plasmado de manera explícita en la valiente apuesta por las disqueras independientes para la producción de su música, habiendo logrado ya 18 álbumes y más de 100 temas que circulan a nivel nacional e internacional.
Asimismo, dos semanas antes del evento sobre violencia de género, otra mujer poderosa, JNoa, la joven rapera originaria de San Cristóbal, fue invitada a un conversatorio en el Espacio Afro, un lugar nuevo de encuentro, reflexión y celebración en torno a la afrodescendencia que surca las calles de la capital española. No fue convidada, empero, para que hablara de su negritud (su espléndida negritud), sino para compartirse y darse a conocer ante un público español que, aunque reducido, quedó totalmente encantado con la desenvoltura de su ser y la potencia de sus tiradas, mismas que –como crónicas urbanas- hablan de lo que acontece en el barrio:
3 de abril
En el Hospital Central
A las doce del mediodía
Negra fue a dar a luz
Sentía miedo porque los vecinos
Le deseaban mal
Pero para su suerte Betty nació llena de salud
El tiempo fue pasando, Betty fue creciendo
Le celebraron 15 años que andaba cumpliendo
(…)
En eso llega Ana y le presenta a maría
No era nada nuevo porque ya la conocía
Hasta su padre, aparte de que la vendía, la consumía
Eso ella lo veía todos los días.
(…)
Así se vive en el barrio
A ustedes les sorprende
Pero para mí es normal[3]
JNoa se encontraba en Madrid de paso hacia Sevilla. Había sido honrada, a sus apenas dieciocho años, con una nominación al Grammy Latino. Finalmente, no se lo concedieron. Normal: ha de hacer más camino. Pero lo que sí quedó claro de esa experiencia es que ella, engalanada para la ocasión con un largo vestido de lentejuelas plateadas, es una digna representante de la música urbana que se hace hoy en día en RD: una música que en su caso sabe relatar a la perfección, con un lenguaje pulcro, sin rodeos ni soeces, la crudeza de la vida en los márgenes del bienestar.
[1] Del poema Una mujer puede cantarle a cualquier cosa, de Rosa Silverio.
[2] Extractos del tema Bajar Rulai, de Xiomara Fortuna.
[3] Del rap Betty, de JNoa.