Según la Psiquiatría y la Psicología, el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), “es una enfermedad mental que afecta gravemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones e impulsos” (Estudios comparativos realizados por la Sociedad de Psiquiatría de Reino Unido, período 1989-2014).

Como tal, TLP “es una pausa duradera de percepción, de relación y de pensamiento sobre el entorno y sobre sí mismo”, incluyendo diversos aspectos sobre la autoimagen y la conducta interpersonal, marcada por inestabilidad en sus relaciones inter-personales e impulsividad fuera de control (DSM-V, 2018).

De su lado, los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el TLP refieren que, “el paciente con este tipo de trastorno mental activa una o varias regiones cerebrales que inhiben sus respuestas motoras para controlar las emociones y los impulsos” (OMS, 2019).

Según la OMS, la causa del TLP aún es desconocida por la Psiquiatría y la Psicología. No obstante, la comunidad científica internacional cree que, “el trastorno de TLP se relaciona con factores genéticos, familiares, sociales, el abandono real o miedo al abandono en la niñez o en la adolescencia” (OMS y OPS, 2022).

Por su parte, el TLP provoca en los enfermos conductas suicidas y de autolesiones peligrosas que, tratadas tiempo, evitan que alrededor del 90% de los pacientes con dicho trastorno se suiciden entre los 30 y 37 años de edad” (DSM-V, 2018 y OMS, 2022).

Asimismo la Psiquiatría y la Psicología saben que, alrededor del 2% de la población mundial padece del  TLP. En tal sentido, “la OMS ha declarado el TLP como “una enfermedad mental compleja e incomprendida que suele iniciarse en la adolescencia o al principio de la edad adulta” (DSM, 2018 y OMS-OPS, 2001-2018).

Como se puede apreciar, el TLP es una enfermedad mental grave caracterizada por “la inestabilidad en el estado de ánimo, de las conductas y en las relaciones interpersonales que provoca alteraciones significativas en las relaciones familiares, afectivas, laborales y familiar” (Sociedad de Psiquiatría de España, 2015).

Por su parte, los estudios más recientes de la OPS refieren que, alrededor del 1.5 por ciento de la población mexicana padece TLP. Esos mismos estudios indican que, “los pacientes con TLP recurren al uso y abuso del alcohol y sustancias prohibidas, así como autoamenazas suicidas recurrentes y automutilación, entre otras actitudes que ponen en riesgo la vida de éstos” (OPS, 2019).

 Además, otros estudios realizados por la OMS indican que, una persona con TLP se enfada sin motivos algunos, “manifestando cambios bruscos de humor o explosiones emocionales repentinas que, suelen ir seguidas de agresividad, remordimientos y sentimientos de culpabilidad” (DSM, V, 2018).

En tal sentido, el TLP es tratado con psicoterapia y el uso de algunos medicamentos. No obstante, el médico-psiquiatra o el psicólogo que acompañan al paciente puede recomendar la hospitalización de éste si él o ella considera que, la seguridad de éste está en riesgo. Según se ha comprobado, “la psicoterapia le puede ayudar al paciente a aprender habilidades para controlar y afrontar dicho trastorno” (DSM, V, 2018).

Siguiendo las recomendaciones de los investigadores de la OMS, los psicólogos y los psiquiatras aplicamos “la técnica psicoterapéutica de reconstrucción cognitiva con los pacientes con TLP, la cual busca “identificar y modificar las cogniciones desadaptativas” (creencias irracionales, pensamientos distorsionados o autoverbalizaciones negativas que experimenta el paciente) y, su vez, mostrarles a los pacientes el impacto negativo que tienen sus pensamientos sobre su salud mental (OMS, 1999).

No obstante, para que un paciente con TLP viva con cierta armonía y tranquilidad, “los familiares y los cuidadores deben aprender a mantener la calma y la serenidad, proporcionándoles cariño y afecto y, siguiendo las recomendaciones del psicólogo o el psiquiatra que está acompañando al enfermo/a” (DSM, V, 2018).

Además, los especialistas en higiene y salud mental, les recomendamos a los parientes con un adolescente o un joven, “cuyo estado anímico fluctúa con gran facilidad”, que lo lleven al pediatra y su médico de cabecera, para que éste/a realice la evaluación de lugar y, determine si el adolescente o joven padece del TLP a temprana edad (DSM, V).

Por su parte, una vez el especialista en higiene y salud mental evalúe el historial y el cuadro clínico del paciente, decidirá si el mismo es tratado ambulatoriamente o es ingresado a un centro de salud, para iniciar el proceso terapéutico de lugar.

Por último, las visitas rutinarias del paciente con TLP al especialista en higiene y salud mental garantizará el ajuste de las psicoterapias, así como el uso de los medicamentos para tratar los principales síntomas de la enfermedad.

“Tengo la teoría de que cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento” (Mario Benedetti).