Según el Manual Estadísticos de Diagnósticos de Trastornos Mentales (DSM), el Trastorno de Ansiedad (TS) está antecedido de sentimientos de angustia y preocupación permanente que las personas no podemos controlar (DSM-V, 2018).
En tal sentido, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, previo a ocurrir un trastorno de ansiedad, las personas experimentamos episodios repetidos de sentimientos intensos generadores de ansiedad, miedo o terror incontrolable. No obstante, todavía no sabemos con certeza cuál es la causa real del trastorno de ansiedad.
No obstante sabemos que, los sentimientos de ansiedad y pánico, tienen impactos negativos e interfieren en las actividades normales que desarrollamos las personas afectadas por este complejo cuadro depresivo. De ahí, la complejidad del diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento a esta condición psicoemocional.
Por su parte, los síntomas del trastorno de ansiedad pueden empezar en la infancia, la adolescencia y continuar en la adultez, los cuales son generados por una enfermedad real o supuesta. No obstante, los síntomas de un trastorno de ansiedad son, entre otros: (1) Aumento del ritmo cardíaco; (2) sensación de nerviosismo, agitación o tensión; (3) sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
Asimismo, (4) respiración acelerada (hiperventilación); (5) temblores, sudoración y sensación de debilidad o cansancio; (6) problemas de concentración para pensar en otra cosa que no sea la preocupación que le afecta; (7) insomnio; (8) problemas gastrointestinales; (9) dificultades para controlar las preocupaciones que generan ansiedad y miedo; y, (10) un cuadro de incertidumbre y miedo, sin explicación o causa demostrable científicamente.
De nuestra parte, las experiencias compartidas entre los especialistas en higiene y salud mental, nos confirman que, las causas del Trastorno de Ansiedad son, entre otras: (a) Experiencias y acontecimientos traumáticos a las que hemos estado expuestas las personas; (b) el diagnostico de un problema de salud o enfermedad moderado o catastrófico; (c) la diabetes y/o un problema cardíaco complejo; (d) problemas de tiroides o hipertiroidismo.
También, (e) trastornos respiratorios, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el asma; (f) uso inadecuado de sustancias prohibidas o abstinencia; (g) abstinencia al alcohol u otros medicamentos recetados por un profesional de la medicina o la psicología.
Además, (h) dolor crónico o síndrome de intestino irritable; (i) tumores poco frecuentes que producen hormonas de reacción de “luchar o huir”; (j) enfermedades ocultadas o no diagnosticadas a tiempo; y, (k) problemas de salud hereditarios o antecedentes familiares de enfermedades catastróficas.
Por su parte, los factores de riesgos que podrían producir un trastorno de ansiedad son, entre otros: (1) Los traumas que vivieron los niños/as a temprana edad; (2) adolescentes, jóvenes y adultos que vivieron trastornos traumáticos; (3) estrés generado por una enfermedad mal manejada y/o mal controlada; (4) adultos con diagnósticos de enfermedades graves que se preocupan por sus futuros.
Asimismo, (5) estrés acumulado mal manejado por la muerte de uno o más familiares; (6) estrés generado por deudas o cuestiones financieras que se les escaparon a las personas con trastorno de ansiedad; (7) hombre o mujer tímido/a o con personalidad huidiza y autoestima baja; (8) una enfermedad mental sin tratamiento profesional; (9) situaciones sentimentales mal manejadas o conducidas; y, (10) adicciones a los juegos de azar, a las bancas de apuestas de loterías, a los videos juegos, a la pornografía y al sexo promiscuo.
Por su parte, otras experiencias documentadas y compartidas entre los especialistas en higiene y salud mental refieren que, el trastorno de ansiedad produce, en la mayoría de los casos, depresión leve, moderada y mayor, lo que induce a las personas a consumir alcohol y otras sustancias prohibidas.
Además, el trastorno de ansiedad produce dolor de cabeza e induce a las personas a aislarse socialmente, a practicar relaciones interpersonales precarias, lo que genera dificultades entre las parejas, así como convertirse en el principal caldo de cultivo para que se produzcan accidentes laborales, una mala calidad de vida y, esto a su vez, podría desencadenar en un suicidio.
Por lo visto en el cuerpo de este artículo, les recomiendo a mis amables lectores que nos mantengamos activos y participemos en actividades sociales, culturales y recreativas que nos provoquen o nos generen placer y bienestar sano.
Además, les recomiendo abstenerse de consumir alcohol en exceso, no consumir sustancias prohibidas y buscar ayuda profesional para mejorar su alimentación y el ritmo de sueño y, al mismo tiempo, evitar convertirse en adictos a las redes sociales, a los videos juegos y a la pornografía.
También, a buscar ayuda profesional para manejar y/o resolver los problemas de parejas, así como a establecer metas factibles de lograr como personas y como familias, así como también no involucrarse en actividades de negocios, productivas y comerciales riesgosas.
“El temor paraliza los sentidos, la ansiedad los paraliza” (Kurt Goldstein).