El “trastorno afectivo bipolar es una enfermedad mental que produce cambios bruscos y/o extremos en el estado de ánimo de una persona”. Hasta el 1973, el trastorno afectivo bipolar era calificado como una manía o una depresión maníaca que aparece entre los 15 y los 25 años de edad (DSM-V, 2018).

Dentro del gran número de desórdenes mentales conocidos hasta ahora, el trastorno afectivo bipolar ocupa el segundo diagnóstico más frecuente entre los egresos hospitalarios psiquiátricos a nivel mundial (Organización Mundial de la Salud, 2004).

De acuerdo con Goodwin (1990) y Crespo (2003), el trastorno afectivo bipolar afecta al 1,2% de la población mundial, presenta altos índices de morbimortalidad asociados. Mientras que, otros autores estiman que este cuadro de salud mental afecta hasta un 5% de la población mundial.

Según los registros sobre el trastorno afectivo bipolar consultados, “la persona que padece la enfermedad tiene episodios maníacos o estados de ánimo inusualmente elevados que las hace sentir “feliz” en un momento e, inmediatamente, se irrita y/o se deprime” (DSM-V, 2018).

Además, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, la persona con trastorno afectivo bipolar tiene alterados y/o descompensados, los mecanismos cerebrales que regulan el estado de ánimo como patología recurrente (Ramírez, Thase; 2003).

Por su parte, los estudios sobre el trastorno afectivo bipolar indican que su origen es biológico y se caracteriza por estados de ánimo que cambian de un polo a otro (manía o la depresión), con una escala de estados intermedios, que varían según su complejidad o gravedad (DSM-IV TR, 2002).

Los estudios referidos en el párrafo anterior indican que, el medio ambiente en el que nace, crece y vive una persona, favorece la aparición o inhibición del trastorno afectivo bipolar. No obstante, Romeo (2004), señala que este patología conductual, además de tener un origen biológico, es de carácter crónico y requiere un tratamiento psiquiátrico de por vida (Estudios de la OMS y OPS, 1998-2011).

Asimismo, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, el primer episodio de trastorno afectivo bipolar ocurre cuando una persona ha vivido o está viviendo un cuadro de estrés complejo, existe la predisposición genética heredada y/o la persona ha consumido o está consumiendo sustancias prohibidas.

Por su parte, para confirmar si una persona es bipolar, el psicólogo o el psiquiatra debe de indagar, entre otros: (1) Si la persona presenta un estado anímico alegre en un momento e inmediatamente aparece un cuadro de tristeza o depresión; (2) la duración y calidad de su sueño; (3) su nivel de sociabilidad; (4) la frecuencia de sus actos sexuales; (5) sus planes e iniciativas de proyectos.

Además, (6) si conduce de forma arriesgada; (7) el deporte que practica; (8) si es desinhibido; (9) su práctica de consumo; (10) si viste de forma llamativa y/o extravagante; y, (11) si es un despilfarrador irresponsable.

En tal sentido, el paciente con trastorno afectivo bipolar desencadena un proceso de duelo que complica aún más la enfermedad, por lo que, tanto el paciente como sus familiares, tienen que ser asistidos psicoemocionalmente para aceptar y afrontar la enfermedad.

Según sabemos los especialistas en higiene y salud mental, el paciente diagnosticado con un trastorno afectivo bipolar, debe hacer cambios importantes en su rutina, nutrición, ejercicio y/o práctica de deportes, así como en los horarios para ingerir los medicamentos, practicarse los estudios médicos indicados por el psicólogo y/o el psiquiatra y, asistir a las consultas periódicas con el profesional que lo asiste.

De su lado, la persona diagnosticada con trastorno afectivo de bipolaridad debe hacer conciencia sobre la naturaleza de la enfermedad, su vulnerabilidad y sus planes de reorganización personal, social y familiar, lo que le permitirá afrontar responsablemente su cuadro de salud mental.

Asimismo, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, el paciente con trastorno afectivo bipolar, tiene que hacer cambios en lo económico, ya que a partir del diagnóstico éste/a debe especializar parte de sus ingresos para la comprar los medicamentos y, al mismo tiempo, pagar los estudios especializados recomendados por el especialista que lo asiste.

De su lado, el paciente con trastorno afectivo bipolar requiere apoyo psicológico para adecuar sus pensamientos, sus percepciones, sus emociones y su relación consigo mismo, así como sus relaciones familiares, sociales y laborales.

No obstante, para lograr lo expuesto en el párrafo anterior, el paciente con trastorno afectivo bipolar debe seguir las instrucciones del especialista que le guiará en cuanto al uso de sus medicamentos, las psicoterapias individual y colectiva, su alimentación, los ejercicios y el cuidado personal que este deberá procurarse sí mismo/a.

“La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento que tenga tanto poder como el que tiene una palabra bondadosa” (Sigmund Freud).