El tercer libro de Guido Gómez Mazara y, tal vez, uno de sus mejores referentes a nivel histórico redaccional cierne un universo en su conjunto, donde el autor desmenuza un acontecer actual, resultado del ayer. Con este texto, conciso en argumentación, pone de manifiesto esa actitud que le asiste como ser en oratoria y en acciones concretas delimitadas en el mismo fluir de su pulso enérgico, aquel, articulado en páginas disueltas en códigos, símbolos, letras permeadas en un significado que late bajo el samblaje comunicacional de este libro: honor y poder. Y dentro del marco poderoso, donde duermen y despiertan las palabras, el adulto, el humano, el activista empoderado a una causa armoniosa, recupera memorias que el tiempo tejió en huellas marcando un destino, el suyo, pues en estas páginas palpitan nervios de historias correspondientes a ese amplio espacio en el que todo es mucho y el mucho casi nada.
La política, de la que él, Guido, como testigo y actor a la que pertenece, en su interioridad se torna sobria de acuerdo a su visualizar elegante, funcional y reconstructivo ante un padecer demográfico necrótico, arrastrando generaciones desprotegidas y hundidas en el océano de la pobreza moral y externa, misma que fluye en las periferias del conocimiento como arma firme que serviría de antídoto para sanar la miseria, decadencia concreta en toda la etimología de la palabra.
Treinta años cubre de vida política dominicana, en diversas modalidades, el libro de Guido: ejercicio del poder y luchas para obtenerlo y conservarlo. Lapso que se caracteriza por un correr sin treguas de eventos, despuntar de nudos heredados por un ser humano complejo en su esencia de ser, pero también complejo en el contexto al que le correspondió crecer. Hechos trascendentales que se encadenan sobre un manto que arropa, en cierta forma, de manera cronológica y descriptiva, los días y años fallidos en que el país parecía ascender y descender sobre las turbulencias de grandes olas.
Este libro recupera memorias, ya dijimos: treinta años de vida dominicana en uno de sus espacios de mayor convulsión, el político. Trepidan por estas páginas gruesos hechos, como atinados pormenores de ellos, que conformaron acciones que hoy asistimos y hacemos. Aunque parezca distante es el ahora que justicia su existencia.
Treinta años de vida política, de ajetreos encontrados, de desenfrenos. Historias a trechos y girones que desembocan en este ahora, que dista mucho de aquellos años caracterizados por el trepidar de sucesos generalmente en franco desenfreno, del que el autor, en fragmentaciones, fue testigo y, en otros, actor estelar.
Hay dos rasgos distintivos en lo que respecta el abordaje de estos eventos históricos por parte de su autor, al margen de ser testigo de instancias primeras y segundas, que se son:
1.La pertinencia de pormenores propios de la intrahistoria, el suceder alrededor de los altos sucederes, esto es, los susurros, los matices, tonos y atmósfera que nunca faltan, que son substancias menores de las historias, mas son.
2.Las relaciones oportunas, funcionales para aclarar y precisar, mismas a las que el autor acude con harta frecuencia para entrelazar hechos propios del país, impulsados, provocados y manipulados por fuerzas extrajeras, articulación natural que establece Guido Gómez Mazara con eventos y actitudes de políticas internacionales con las dominicanas.
El ahora, el hoy, cualidades que evidencian un fluir de vida política imbuida en los siguientes elementos: persistencia, consistencia, visión del mundo, pertinencia de lo inmediato, coherencia y valor en los momentos que se requiere proponen, dentro de la actividad competitiva del hombre, un manifiesto soterrado del existir mismo, que supone un discurrir en acciones y efectos y, desde una preparación de mostrada solidez, el atributo mayor del político se adviene en manejar con todas las propiedades el lenguaje, la palabra, la certera y justa palabra en momentos y circunstancias que la requiera el autor.
Pero, sobre todo, esta conducta atada a los elementos citados debe de abastecerse de integridad, honradez. De modo que la concordancia, naturaleza del político con la existencia de este libro se haya, sin duda, en estos conceptos medulares que se encuentran, a su vez en dos fragmentos de su Introducción, nos referimos a la voluntad popular y ciclo de transición democrática
Primer fragmento
Todo lo relativo a la primera entrega del texto que someto a la consideración de los lectores (1966-1969) pretende no adentrarse en el proceso y las características del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 al Consejo de Estado y Triunvirato, por la sencilla razón de que, hasta el 1 de junio de 1966, el sentido de respeto a la voluntad popular estuvo eclipsado. Además, esa fecha marca un proceso de rivalidad de singular significación entre dos dirigentes excepcionales, cada uno desde su trinchera partidaria, disputándose el poder y obstruyendo por treinta años el sentido del relevo en sus respectivas jurisdicciones partidarias. (pág.18)
La ausencia de la voluntad popular, esto es libre albedrio de cada persona que acude a una urna, se ausenta, esta voluntad de asumir un derecho constitucional al ser violentada, sistemáticamente, por la opresión gubernamental, constituye una constante de este período de treinta años de altas y bajas, la lucha, que se centra en la defensa de potestad individual que posibilita lo colectivo, y ese colectivo contempla la completa democracia una vez se haya alzado contra su opresor si dentro de su alma se mantiene viva la conciencia de convivir en un país de mejores causas que la libertad misma.
La ausencia de esa vital prerrogativa del individuo, de la persona, escamoteada, estrujada e irrespetada representa núcleo vital de este libro para llegar a la conclusión que en esta era de cambios constantes percibimos, atendiendo a los enunciados de un liderazgo en su capacidad morfológica, disfuncional, un tipo de respuesta congruente.
Segundo fragmento
De las reflexiones, estudios e investigaciones realizadas desde el mundo académica y que abarcan las peculiaridades de los resultados electores del enfrentamiento en 1966 entre Joaquín Balaguer y Juan Bosch, vale la pena no olvidar el papel de los Estados Unidos en un contexto de Guerra Fría. No obstante, en el interés nuestro de tocar todas las etapas del primer ciclo de transición democrática (1966.1996) con posterioridad a la refriega abrileña de 1965, es analizar los resultaos electorales, alianzas, distanciamientos entre sus figuras emblemáticas, ´partidos de mayor arraigo en la población muy escasa de acuerdo con la significación electoral de los grupos de izquierda, añadiendo el hecho de que nadie duda de la no disimulada vocación del departamento de Estado en dinamitar cualquier propuesta distante de la visión política prevaleciente para la época. (pág.19)
Y a “el interés nuestro de tocar todas las etapas del primer ciclo de transición democrática” y se interés se asiente el mostrar lo acontecido en esos treintas años hasta llegar a este momento, a este ahora en el que el remanso político se advierte y se vive y a ese estado de estar y ser, a ese ahora, redimido ya el pasado, contenido en el mismo, es su propósito de primer orden porque por él fue la lucha y la misión misma.
Y sin retórica ni literatura, parodiando al Padre liróforo, Rubén Darío sin retórica ni literatura, la naturaleza de Guido Gómez Mazara es bien definida: político que procura, con legitimidad absoluta, alcanzar el poder para desde él realizar un sueño: contribuir a que su país y su gente vivan como la dignidad manda, personas afables dentro de la singularidad humana. Y este libro responde a esa naturaleza, a ese imperativo. Por ello sabe, bien sabe, que el pasado es un bien mancomunado, pero más bien sabe, Guido Gómez Mazara, que el presente, el ahora, es lo determinante, este ahora al que pertenece con ejercicio continuo que, precisamente, descansa en ese pasado visto como historia. Y sabe perfectamente que el porvenir, el futuro, inexistente es únicamente con el ahora. Así, vemos, en este libro, una reflexión del pasado que ya no cuenta, pues ni cambiar, ni retroceder a ello es posible pese a saber que existe el ahora con el trayecto del manuscrito.
El propósito, finalmente, lo encierro en estos términos: Yo soy porque soy pasado y construyo el futuro a cada instante, con este ahora que soy. T.S Eliot, siguiente esa conciencia espiritual de origen, al inicio de los Cuatro Cuartetos, bien nos recuerda ese ahora abarcador:
El tiempo presente y el tiempo pasado
están quizá presentes los dos en el tiempo futuro
Y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
Todo tiempo es irredimible
Guido es un político compacto, uniforme y, por tanto, su acto se dirige a este aspecto de la vida inconcluso en cuanto a hacer, construir, en ser. De lo personal, pienso y creo que Guido nació con una ruta cósmica, ruta de vida que ha ido cumpliendo con los tropiezos, obstáculos, andando sin temor a caerse, andando en procura de dignificar una línea histórica que le pertenece, no por herencia, sino por actitud y visión del mundo y de su país. En cronología esta línea tiene como personajes de muy alto nivel: el narrador, autor de Balsié y de tantos cuentos ejemplares, Ramón Marrero Aristy, Su padre, Maximiliano Gómez, el Moreno, y el Líder, José Francisco Peña Gómez. Línea determinante hacia la búsqueda del poder benévolo para de ahí hacer posible una siempre, mejor República Dominicana.