«Transfuguismo político: causal de limitación del derecho a la participación política en República Dominicana» por Jesús E. Caldera Ynfante, profesor de la Universidad de Santo Tomás, Colombia, lo encontré en el siguiente enlace: https://www.redalyc.org/journal/5602/560268690008/html/
¡Toda una sorpresa! Estamos convencidos que nuestros comportamientos son tan peculiares como para sólo interesarnos a nosotros, los mulatos dominicanos –siguiendo el argumento de “Corpito” Pérez Cabral.
El Prof. Caldera Ynfante concluye su artículo:
«Del examen efectuado a la legislación electoral dominicana se puede concluir que en su articulado sanciona la conducta de la perfidia política y la deslealtad política de los actores que buscan obtener el poder político, como mecanismo para fortalecer el sistema de partidos, la confianza de la comunidad en estos y sus protagonistas y la consolidación de la democracia constitucional. No obstante, al margen de la regulación legal electoral, que limita los cambios de bando político por motivaciones de interés particular, por legítimas que parezcan, dichas conductas no son castigadas de manera efectiva en función de la preservación de la democracia y el sistema de partidos como bienes jurídicamente tutelados. La perfidia político-electoral, en República Dominicana es castigada con la restricción parcial y temporal del goce de los derechos políticos pasivos (derecho a ser elegido) de la persona natural transgresora de la regulación. Tal regulación sancionatoria, de acuerdo con lo examinado, cumple con los estándares internacionales establecidos en el derecho convencional de los derechos humanos y demás normas supranacionales integradoras del bloque de constitucionalidad que, en el caso dominicano, tienen jerarquía prevalente por mandato constitucional. Se aprecia, igualmente, que en la nuda efectividad del sistema de sanciones frente a la práctica del transfuguismo político-electoral ―que lastra la solidez y confiabilidad de la democracia― gravitan diversos factores de índole extralegal arraigados en la comunidad política.
«Así, ante una situación política fáctica que parecía estar inmersa dentro de la causal de inhabilitación parcial y temporal de los derechos políticos del presunto infractor, pasó inadvertida y sin reprimendas legales e institucionales por parte de los órganos encargados de hacer valer las sanciones regulatorias previstas frente a tal contravención legal. Es posible que hayan primado fuertes consideraciones de carácter político para dejar concurrir al presunto infractor en las elecciones presidenciales en atención a que su participación en la carrera presidencial sería un mal menor frente a una eventual inhabilitación político-electoral de su candidatura, que, adoptada en derecho, lo hubiese victimizado ante el país y la región, ya que en este tipo de circunstancias, a la hora de la implementación de los correctivos previstos en las normas para prevenir todo tipo de deslealtad partidista, se demuestra que no basta simplemente su consagración expresa en la regulación legal.
«Al contrario, para su vigencia y aplicación eficaz se requiere un férreo compromiso institucional de los órganos competentes del Estado que, para hacer valer la ley, se tienen que colocar por sobre todo tipo de consideraciones extrajurídicas, es decir, dejar de lado las motivaciones políticas, de cálculo partidista, de carácter comunicacional o hasta de naturaleza económica, y que pueden llegar a rebasar, en el campo práctico de la contienda política y electoral, la efectividad de las normas legales sancionatorias del transfuguismo político, afectando, a la postre, el régimen constitucional, la confianza ciudadana en la política, la solidez de los partidos políticos y la calidad de la democracia, vista como un derecho fundamental.»
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Interesantes advertencias de parte del autor con vistas a la reforma constitucional prevista en el tema electoral. Mientras tanto, debemos enfrentar la recomposición “generacional” con las falencias institucionales legadas por nuestra historia “voluntarista” como entidad jurídico-política.
El nuevo «condicionamiento externo» a la “política” es que estamos en el “ojo del huracán geopolítico” del momento: el estado fallido de Haití y la presión de todo calibre sobre el Estado Dominicano de hacer lo que “ellos no quieren hacer”, como es recibir a los ciudadanos haitianos como “refugiados”, pura y simple, sin considerar la historia de desencuentros entre las potencias coloniales españolas y francesas.
¿Están los “presidenciables” dominicanos –como el sobreviviente Leonel o cualquier advenedizo de último minuto– consciente de la necesidad de que la coyuntura próxima podrá requerir un “gobierno de Unidad Nacional”? ¿Están conscientes de aportar las mejores ideas y arrimar el hombro para enfrentar la trama de “el mundo contra República Dominicana” para acallar sus conciencias y eludir sus responsabilidades? En verdad, su oportunismo es tan vil que buscarían el descalabro de nuestra recuperación post-pandémica para ellos tener un chance aunque sea con los votos de los “refugiados” que huyen del estado fallido vecino. ¿Podríamos decir que transfuguismo es equivalente a oportunismo?