Recientemente, Grecia puso fin al llamado régimen de “vigilancia reforzada” al que fue impuesto la nación helénica por la troika de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el fin de verificar que Atenas impusiera a precisión de rayo láser las múltiples reformas y privatizaciones a las que fue obligada a raíz de los dolorosos rescates financieros que fue objeto hace años.

El final de este odioso régimen de “vigilancia reforzada” significa que el país no habrá de enfrentar el escrutinio trimestral de sus financias públicas con el objetivo de obtener alivios en los pagos de su abrumante deuda.  El lector recordará que entre el 2010 y el 2018, Grecia fue sujeta a tres planes de rescate por un total de 289 mil millones de euros (293 billones de dólares). Con este hito, Grecia podrá contar con un mayor espacio de maniobra para disponer de su presupuesto. No obstante, el país heleno aún tendrá que soportar la directa supervisión de sus acreedores por espacio de dos generaciones más.

El anuncio ha de dar al primer ministro Kyriakos Mitotakis y su gobierno de centroderecha más libertad de maniobra sobre el presupuesto en momentos en que Grecia, como las demás naciones europeas sortean sus respectivas crisis post pandémicas incluyendo la espiral inflacionaria y la crisis energética como resultado de la guerra en Ucrania.  Tras el corte de gas por Rusia hacia Europa, los costos de los combustibles han subido generando una galopante inflación y la posible amenaza de una recesión en toda Europa.

La tortuosa aplicación de las lesivas medidas por parte de Grecia a lo largo de estos 12 últimos años desencadeno una pérdida  de una cuarta parte del producto interno bruto (PIB) griego, tasas de desempleo de hasta un 28 por ciento, recortes de sueldos, pensiones;  el virtual abandono de la administración pública, perdida de derechos humanos tales como la salud, educación,  traspaso masivo de los bienes estatales a manos privadas, y la imposición de impuestos regresivos a la población;  todo ello resultando en un deterioro progresivo de la calidad de vida de los griegos y el traslado de la soberanía de toda una nación a las instancias multilaterales y al gran capital.  En tal periodo, la economía se contrajo por mas de un 25%. Miles de profesionales y técnicos especializados, vitales para el crecimiento de la nación emigraron.

En este periodo, la nación helénica fue sometida a un brutal sistema de supervisión casi colonial pues la misma no pudo decidir por si misma ninguna reforma sin previa aprobación de sus respectivos acreedores debiendo además de ceder activos estatales a un fondo de cobertura fuera del control gubernamental. El año pasado, la economía logro recuperar la mayoría de la contracción económica de un 9 porciento resultado de la pandemia. Se estima además que Grecia  aun pudiese crecer hasta un 3.5 por ciento  en este 2022.

Esta tragedia griega, debería motivar a las demás naciones a ponderar de manera muy concienzuda los mecanismos con los que sus respectivas clases políticas y/o gobernante formulan y ejecutan sus políticas de desarrollo con el fin de evitar que situaciones similares no ocurran de nuevo.  El tal salvamento fue solo un subterfugio orquestado para inyectar de capitales a los bancos privados mediante la expoliación y el saqueo de Grecia.  Tanto los bancos alemanes como franceses fueron los mas beneficiados con los llamados rescates ya que estos fueron los mayores prestamistas de la nación helénica. Es decir, que buena parte de la deuda incurrida por Grecia fue producto de la compra de las exportaciones alemanas como francesas. De modo que las economías mayores de la eurozona primero se lucraron al aplicar tasas prohibitivas de interés a una deuda que el mismo FMI reconoció como impagable. Aun así, el pueblo griego voto en referendo y se opuso al pago impuesto por la citada troika, mismo que la nación tuvo que adherirse por presiones internacionales.

Tras un largo viacrucis de sufrimiento humano, la nación helénica todavía ostenta uno de los cinco mayores débitos del mundo en relación con su PIB. Mantiene una tasa de desempleo oscilante en un 12 por ciento en el continente sin contar los miles de jóvenes y profesionistas calificados que han tenido que emigrar. De ahí que la tragedia que padeció la nación balcánica debe ilustrarnos a todos y servirnos de ejemplo y denuncia del rol nefasto que intereses foráneos pudiesen tener en nuestros países si no monitoreamos las políticas y planes de desarrollo implementados por nuestra clase gobernante al momento de incurrir en dolosos empréstitos con miras al desarrollo de nuestros respectivos países sin el contrapelo de una efectiva rendición de cuentas a la ciudadanía.