Algunos medios de comunicación y funcionarios de organizaciones internacionales han acusado al pueblo y al gobierno dominicano de mezquindades y de tomar decisiones insidiosas, aludiendo el caso de la complejidad socio/política reinante entre la República de Haití y República Dominicana. Esto merece ser asumido con sensibilidad y decisiones morales convenientes para ambos Estados, sin injerencia susceptible a las soberanías y constituciones de ambas naciones.
Por una parte, los haitianos y dominicanos se han estado prodigando recíprocas atenciones; algunas veces en paz, concordia y solidaridad en tiempo y espacio; pero también ha habido momentos de disyuntivas diplomáticas e instintivas sospechas. Algunos de estos asuntos de aprietos bilaterales han sido conocidos y tratados con altura a través de la historia; en ocasiones, las instituciones internacionales y países connotados, han opinado, participado o actuado en temas que conciernen a ambas naciones por ser Estados participantes de esos organismos.
Por razones, tal vez, atinentes a estrategias geopolíticas y mercantiles, las naciones de más fuerza financiera, industrial y fábricas de armamentos nucleares, y por ser los que dominan los organismos mundiales, hacen o deshacen problemas en una nación o en interrelaciones de países, en lugar de auspiciar paz y bienestar social.
Para las etnias y pueblos de orígenes foráneos, en la mente, planes y acciones de los tradicionales corporativos imperialistas como Francia, Inglaterra, Estados Unidos, sólo hay esclavitud, explotación, conquista, guerra, usurpación de poderes y manipulación de los más desventurados. Estos males; en vez de proveer cuadernos de ciencias, literaturas, sanidad; en lugar de facilitar implementos agrícolas, venden armas mortíferas, mientras excavan oro y otros minerales del suelo de los países en desarrollo.
Con esta gama de abusos y engaños, es difícil hacer juicio moral de manera justa y digna ya que, generalmente, se hace de modo que convenga a las normas de los poderosos que dictan e imponen las leyes y códigos aplastantes, y mantienen a los pueblos y gente en situación endeble.
Estos problemas pasan continuamente; mientras en el globo terráqueo las grandes potencias se afanan por escudriñar el vasto universo, ir a la Luna, a Marte o más allá del sistema solar. Los viajes espaciales son más interesantes que ayudar a Haití, el Caribe, buscar paz en Tierra Santa o concordia en el lejano Oriente.
En este momento histórico, República Dominicana está en una compleja disyuntiva porque tratan de calificar al pueblo y al gobierno de inmorales, deshumanizantes, transgresores, racistas; pero en verdad, son los organismos internacionales y las grandes naciones los que se comportan como el rey David o como los bakkra, los que esquivan sus valores morales y su responsabilidad de servir con justicia a todos los pueblos y etnias del mundo.
El relato a continuación ejemplifica muy bien esa cruel realidad. “Niko, hijo de Makico, perteneciente a la cuadrina de esclavos del colonialista europeo. En una ocasión, Niko trató de liberarse e ir a las montañas a un palenque donde se asentaban los esclavos, cimarrones, fugados; pero él fue capturado y devuelto al bakkra (conquistador blanco propietario de esclavos). El bakkra mandó sujetar a Niko con grilletes a un poste, y ordenó a Makico, padre de Niko, azotar a su hijo cuarenta veces con un látigo. Traumas como este sucedieron muchas veces durante la época de la colonización y esclavitud. ¿Se imagina usted el estado de conmoción, frustración e indignación para tomar una decisión moral en casos parecidos como el de Niko y su padre Makico?