El país está efervescente. Circulan medias verdades, noticias falsas, memes y videos sobre lo que está pasando en Haití y la necesidad de prepararse para “defender la patria”.
La Cancillería emitió un comunicado este 14 de septiembre con una cronología de la que destaco algunos aspectos:
a) Altura del canal superior en al menos 2.5 metros al nivel del río, lo que requeriría la construcción de un dique derivador que aumentaría el riesgo de inundaciones en la frontera entre ambos países.
b) Afectación al caudal del río en la zona baja.
c) Daño ecológico al ecosistema lacustre de agua dulce de Laguna Saladilla.
d) Violación al principio de uso equitativo de las aguas transfronterizas, el principio de precaución ambiental y el equilibrio de intereses, por su carácter unilateral. Y
e) la posición del Gobierno dominicano ante el caso, que siempre ha sido que el Gobierno haitiano debe detener inmediatamente la construcción del canal y abrir un diálogo con el objetivo de explorar alternativas para la gestión de los recursos hídricos que beneficien a ambas naciones.
A partir de los mismos me surgen múltiples interrogantes: ¿Estos posibles daños y riesgos son de magnitudes correspondientes a las medidas que está tomando el gobierno, como la del cierre de la frontera? ¿Se corresponde con la parafernalia desplegada en frontera o con los discursos expresados por nuestras autoridades? ¿La República Dominicana y Haití históricamente se han aprovechado de forma equitativa de las aguas del río Dajabón/Masacre? Se ha informado que la construcción que se está realizando es rudimentaria, que no es una gran infraestructura ¿Frente a una construcción tan insignificante no hay otras alternativas para el Estado dominicano contrarrestar los posibles daños?
No soy especialista en agua, pero me pregunto, el daño que siguen cometiendo las granceras todos los días en nuestros ríos, ¿no constituye una catástrofe mayor que la que puede provocar esta obra?
Me permito realizar una reflexión a priori, porque definitivamente falta mucha información contextual para la comprensión de lo que está pasando, me parece que las medidas para solucionar el conflicto por la construcción que están realizando en Haití en el río Dajabón/Masacre lucen desproporcionadas y grandilocuentes. Parecería que forman parte de un guion más general. No dejo de pensar en otras acciones recientes con las mismas características, como la de los tanque de guerra en los barrios de Santo Domingo.
La situación de República Dominicana y Haití es compleja e involucra una combinación de factores muy complicados: pobreza, negociación comercial (nuestro tercer socio), suplir mano de obra en el país (construcción y agricultura en primer término). Conflictos políticos, sociales y de seguridad atravesados por la exaltación nacionalista. En medio de todo esto, ¿es pertinente propiciar la profundización de la deshumanización a las personas inmigrantes e instalar un discurso simbólico de fuerza?
Me gustaría que el gobierno y el Estado opere sobre la base de una lógica que responda a lo que nos convenga como nación, lo que obliga a la realización de un estudio geopolítico/económico y social de la situación de Haití, de República Dominicana y de las relaciones bilaterales.
Esto a su vez implica y requiere claridad sobre:
¿Cuáles son los resultados del discurso del gobierno de los últimos tres años en ámbito internacional? ¿Realmente está siendo exitosa la estrategia? Por qué, aunque así se afirme, la verdad es que parecería que sigue siendo una lucha que tenemos que librar en soledad.
¿Cuáles han sido los resultados del discurso interno? ¿Nos conviene el estado de incertidumbre y malestar generalizado que se está propiciando? ¿El discurso nacionalista con todas sus implicaciones, son una vía adecuada para resolver esta situación?
Sobre el cumplimiento de marcos internacionales de derechos humanos. ¿Cuáles son los resultados de las acciones que está tomando la Dirección General de Migración? ¿Han contribuido de alguna manera a solucionar el problema? ¿Han contribuido a tejer nuevos entramados de corrupción? ¿Persiguiendo obreros para montarlos en la “camiona” se resuelve algo o se fomenta el desorden? ¿Sacar parturientas de los hospitales ha contribuido a solucionar la situación de la cantidad de partos a mujeres inmigrantes? ¿Cuáles son los controles reales y efectivos que tenemos en la frontera? ¿Por qué el tráfico de migrantes sigue tan campante? ¿A quién beneficia?
¿Nos conviene continuar profundizando una situación de incertidumbre y beligerancia? ¿hacia dónde nos puede conducir? Sabemos que con Haití no se cuenta. Es un Estado cuasi inexistente y sin gobernabilidad. En este contexto ¿Es conveniente seguir generando un ambiente de animadversión e intranquilidad?
Espero, anhelo, y como ciudadana exijo que la vía para la solución sea la toma de decisiones estratégicas con comedimiento y sin que haya la menor sospecha de que puedan estar mediadas por populismos electorales.
Y haréis justicia.