I.- ¡Ay!, así no
1.- Como sombrío puede considerarse el porvenir de nuestro país, si ponemos a descansar la esperanza de su progreso en beneficios sociales oficiales, como supérate, bonogas, bonoluz y otras formas de, con dádivas encubrir la pobreza y calmar la desesperación de los marginados sociales.
2.- Lo más vergonzoso es que desde el gobierno central, se pone como causa para los pobres resolver sus problemas degradarse a nivel de una porquería humana.
3.- Solamente indignación genera escuchar la promoción que hace el gobierno dominicano, por medio de distintos canales de televisión, enviando el mensaje de: “En República Dominicana los sueños se hacen realidad tocando puertas”.
4.- Al escuchar la penosa propaganda oficial televisiva, nos ha motivado a recordar la esencia del artículo que hace algún tiempo escribimos, con el título: Es malo educar al pueblo para pedir. [i]
II.- El daño de educar al pueblo para pedir
5.- Educar a nuestro pueblo para que sea pedigón, le lleva a impedir que comprenda que no saldrá de la pobreza mientras esté subsistiendo por el ruego para recibir una suma de dinero mediante una tarjeta sin ejecutar labor alguna que lo justifique.
6.- Adoctrinar a amplios sectores de la sociedad dominicana para que se conviertan en sacacuartos y gorrones indeseables, daña a más de una generación de nuestros conciudadanos que se van acostumbrando a ver la vida alrededor de lo que reciben de manos de los mismos que les mantienen en condición de puros vividores.
7.- Los magantes abundan en nuestro medio porque todos los gobiernos que hemos padecido se han interesado en hacer del pedidor una reserva electoral cautiva. El manejador de amplios recursos económicos manipula, mangonea a los que piden como habituales pedigüeños.
8.- En el país, la proliferación de mujeres y hombres sinvergüenzas, tiene su explicación, en parte, en que se ha estimulado la holgazanería, que contribuye a la ampliación de desvergonzados protegidos por mangoneadores que les atan por los pies, las manos y el cerebro.
9.- Aquí se ha creado todo un ejército de mujeres y hombres que de mangar han hecho una norma de permanecer sin esforzarse, porque mendigar es más fácil que bajar el lomo.
10.- Con el tiempo, el cuerpo de los pedigüeños se deforma, cambia por falta de ejercitarse, se desfigura por la vagancia y se tuerce por ausencia de actividad laboral.
11.- A quien se le entrega lo que con lamentos pide, resulta moldeado para que actué como interesa al que hace la entrega. Es educado para que se mueva en el momento que decide el que da.
12.- El pedigüeño está supeditado a la voluntad de otro, porque la limosna produce fatal subordinación que somete al que se dedica a pedir. Admitir, coger en forma desvergonzada hace posible un enlace, una ligadura deshonrosa.
13.- A medida que transcurre el tiempo y se fija en la mente del pueblo, que es bueno comportarse como un recibidor de limosnas, se establece una indestructible ligazón, un vínculo deshonroso entre el que da y el que toma con agrado lo que pide.
14.- La reciedumbre ética y moral no llega a la conciencia popular por medio de la entrega al pedilón de lo que busca, sino mediante la demanda firme y el reclamo con conciencia. La queja con exigencia y la reivindicación militante obliga a los opresores a respetar al pueblo.
15.- De la miseria nunca se han liberado los oprimidos, mediante obsequios provenientes de quienes les mantienen dominados por la pobreza. Clamando pedazos de pan, recabando pequeñeces, mendigar con la cabeza inclinada, pordiosear con sumisión, mantiene a los humildes cada vez más sumidos en la mendicidad.
16.- Al satisfacer al hambriento con una dádiva, no se busca eliminar la pobreza, que desaparezca la miseria, ni eliminar el sufrimiento de los marginados. Lo que se persigue es mantener a los necesitados, a los indigentes convertidos en tranquilos, viciados y eternos pordioseros.
17.- Aliviar la carga del que sufre, consolar al olvidado del progreso, mitigar el hambre que padece la mayoría del pueblo dominicano, suavizar sus penurias y lograr un respiro, nada de esto se logra complaciendo pedilones ni tocando puertas.
18.- La mujer o el hombre que forma parte de los desposeídos de la sociedad dominicana, puede vivir pobremente, sin necesidad de convertir la pobrería en una actividad degradante. Permanecer en estado de penuria no legítima ser un habitual pedigüeño, llegando a ser visto degradado como ser humano cuando tiene que tocar una puerta.
19.- La estrechez económica que sufre una gran parte de la población dominicana, no debe ser aprovechada para tomarla como consuetudinaria holgazana e inducirla al hábito de pedir, convirtiéndola en parásito, reduciéndola a la indignidad tocando puertas.
Ideas finales
20.- Lo que en verdad se llama pueblo dominicano está en el deber de rechazar las dádivas condicionadas que han llevado a un amplio sector de la sociedad a adoptar la cultura de pedir y así crearle la idea de la aceptación normal de la sumisión por la dependencia y la subordinación por limosnas.
21.- Aquellos que aquí no están degradados están en el deber de mantener la firme conducta de no ceder ante los halagos y beneficios que les ponen en sus manos para así reducirlos en su persona y convicciones.
22.- El tiempo ha de demostrar que pedir aniquila el deseo del pueblo a liberarse, porque la libertad contra la opresión solo se alcanza luchando, estudiando y trabajando, no tocando puertas.
[i] Acento, 9 de mayo de 2017.