La dimensión de un hombre como Tirso Mejía-Ricart es inconmensurable. Podemos llenar páginas narrando sus cualidades personales y los hechos que cubrieron de gloria su vida y toda su existencia política, social y académica. Sin embargo, dicha dimensión es tan inmensa que faltarán, siempre, páginas para escribir su trayectoria de hombre de bien y compromiso con la patria.

Tirso Mejía-Ricart estaba consciente de que la enseñanza es un ejercicio de optimismo y esperanza. Por eso, amó a la UASD con pasión y dedicó toda su vida a ella y al país.

En todas las instituciones donde estuvo, haciendo militancia honesta, comprometida, firme y patriótica, Tirso Mejía-Ricart trabajó siempre a favor de la institucionalización de las organizaciones, y al servicio de la nación dominicana. No tuvo otros intereses que no fueran los de su país y su colectivo. Lo acompañarán siempre el equilibrio, la comprensión y el amor por el bien común.

Los aportes para una real democracia, a la que él conoció muy bien y defendió, constituyó siempre su horizonte y lo demostró en los momentos más duros y desgarradores para un hombre de sus principios y valores.

Como todo hombre grande -intelectual científica, política y moralmente- era sencillo como el vuelo de una mariposa. Tuve la dicha y el privilegio de que me recibiera en su casa para entregarle mis escritos editados por "Consenso Universitario" en un boletín que ha promovido mis propuestas académicas sobre la UASD.

En otras ocasiones, le llevé algunos de mis libros cuando eran publicados. Y siempre me recibía con un diálogo ameno, lleno de experiencias y sabiduría.

La UASD como institución pública y de educación superior, les debe a Tirso Mejía-Ricart, y a otros intelectuales, como Hugo Tolentino Dipp e Ivelisse Prats de Pérez, su filosofía, su plataforma académica, científica, y su historia del trabajo de extensión universitaria.

Escribo este artículo sobre Tirso Mejía-Ricart, como homenaje a él por todos sus aportes al país y a la UASD; y en ocasión, por supuesto, de la publicación de sus memorias autobiográficas, publicadas esta pasada semana: Mi vida y nuestra historia contemporánea (Memorias de un autor sobreviviente).

Este texto es digno de ser leído; y el mismo recoge los hechos fundamentales de la vida de un hombre formidable, poco común, que se entregó por completo a la lucha de su país y a la UASD, para establecer la perfectible democracia que tenemos.