Por aquello de que siempre hay oportunidades en la vida para ser mejores como persona y colectivo, es que me atrevo a reflexionar en esta ocasión sobre el tema de la navidad y la oportunidad que puede ofrecernos para florecer en el sentido que nos propone la psicología positiva.

Martin Seligman, uno de sus principales precursores, reconociendo los aportes que la ciencia del comportamiento ha tenido en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales, insiste, además, en la necesidad de fomentar la capacidad para alcanzar estados de bienestar y satisfacción en la vida diaria.

De manera muy simple, pero no menos importante e interesante, Seligman y quienes siguen esta corriente psicológica, plantean que florecer supone vivir de una manera plena la vida, disfrutando de las pequeñas cosas, haciendo conciencia de aquello que nos hace felices y encontrar significado en las actividades cotidianas.

En su esfuerzo por encontrar un camino idóneo para lograrlo propone una estrategia, una especie de modelo, conocido como PERMA, que no es más que el acrónimo de los cinco elementos claves para el florecimiento, a saber: emociones positivas, compromiso, relaciones saludables, significados y logros.

Por separado, cada uno de estos elementos tienen su importancia para una vida centrada en el bienestar, pero unidas, constituyen una poderosa herramienta para alcanzar una vida más plena y satisfactoria y, con ello, fomentar el bienestar y la felicidad de manera personal y colectiva.

Las emociones son nuestras reacciones naturales ante situaciones que acontecen en la vida. Estas reacciones pueden tener consecuencias positivas para nosotros mismos y los demás, otras no. Por supuesto, fomentar aquellas que pueden impactar de manera positiva, tendrán un papel importante en el florecimiento.

Las emociones positivas juegan un papel importante, además, pues nos permiten ensanchar nuestra actitud ante la vida, fomentando el buen estado de ánimo como, además, la capacidad de afrontar los problemas que la vida nos trae, siendo más resilientes, al mismo tiempo, que fomentan la capacidad creativa.

Ser agradecido, como práctica cotidiana en nuestra vida, señala Seligman, nos ofrece la oportunidad de hacer crecer de manera significativa nuestro bienestar general, al mismo tiempo que desarrollar nuestras capacidades de relacionarnos con los demás y la naturaleza de manera positiva.

En segundo lugar, valorar y ponerles mayor atención a nuestros compromisos bien del trabajo o de otro tipo personal, haciendo de ellos oportunidades para el desarrollo de nuevas habilidades y talentos, y con ello sentirnos más útiles en la vida, puede y debe contribuir con el desarrollo personal y el afianzamiento de nuestro ser.

Los seres humanos nos constituimos como tal en las relaciones con los demás, dándonos los límites y posibilidades para la vida, como el desarrollo del sentido de pertenencia. Al tener la capacidad del vínculo profundo, nos permite crear relaciones significativas que serán fuente de bienestar y florecimiento en la vida cotidiana.

Siempre procuramos darles un sentido y significado a nuestras vidas, y en ello los propósitos juegan un papel importante, permitiéndonos la conexión con realidades más grandes y significativas, constituyéndose en la base de la espiritualidad, no necesariamente religiosa, pero si centrada en el bienestar para todos.

La oportunidad de reconocer nuestras capacidades, habilidades y esfuerzos está siempre muy vinculada con los logros alcanzados, sin importar la dimensión de estos. Reconocerlos y celebrarlos nos permite desarrollar una mayor satisfacción con la vida al mismo tiempo que ofrecernos mayores razones para seguir adelante.

Aprovechando estos tiempos de navidad, cargados de un profundo significado para quienes tienen la esperanza de que es posible una nueva vida centrada en el bienestar de todos, los aliento no solo a darse propósitos para el nuevo año, sino a decidirse por un estilo de vida que fomente estos principios de florecimiento.

Darse la oportunidad de fomentar las emociones positivas, asumiendo sus compromisos con toda la atención y seriedad que requieren, al mismo tiempo que promover las relaciones significativas en el marco de una vida con significado y disfrute de los logros, alentamos la llama del bienestar que tenemos dentro.

Tiempos de Navidad, tiempos de nacimiento y florecimiento; tiempo de rencuentro y reconciliación consigo mismo y con los demás. Ése debería ser nuestro propósito hoy y siempre y, de esa manera, darnos siempre la oportunidad de hacer nuevos caminos al andar.