El próximo sábado 24 estaremos celebrando, como de costumbre, una de las fiestas cristianas más populares a nivel mundial, la Nochebuena, víspera de la Navidad.

 

Si bien es cierto que los llamados textos sagrados no especifican el día del nacimiento del niño Jesús, la Iglesia Católica ha logrado establecer que la fecha conmemorativa para ello sea el 25 de diciembre.

 

La celebración de la Navidad se remonta al siglo IV después de Cristo.

 

En Nochebuena, y a la usanza cristiana, familiares y amigos se reúnen para degustar una diversidad de platos típicos para la ocasión, en combinación con una de las fiestas populares más coloridas y divertidas, la cual varía según la región o país.

 

Un pequeño árbol de pino natural o de plástico repleto de luces brillantes, guirnaldas y regalos siempre está presente a un rincón del hogar. En lo alto, siempre hay una estrella, imitando a la que guió a los tres reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltazar, al establo donde nació Jesús, en Belén.

 

De acuerdo con la tradición, el banquete incluye una variedad de platos en la que prevalece el pavo, el cerdo, y el pollo, regularmente al horno, acompañados de arroz con guandules, moro de habichuelas rojas o negra. También uva, manzanas, pera, dulces y una diversidad de bebidas alcohólicas, jugos y refrescos.

 

Los más devotos se reúnen a la media noche para orar en la casa o en la iglesia más cercana para agradecer a Dios y su hijo Jesucristo.

 

La fiesta de Navidad, al igual que la del 31 de diciembre, nos llena de alegría a grandes y chicos, por ser la oportunidad más significativa para unir familias y amigos, pero también nos trae nostalgia y tristeza.

 

El año 2022 está a punto de despedirse para siempre. Y con él millones de momentos vividos que pasarán al recuerdo; algunos muy tristes y otros muy alegres.

 

Recuerdo aquel final del año 2019 en la que todos los seres humanos de este mundo, sumergidos en los más variados momentos de alegría y festividad navideña coincidimos en manifestar –a nivel mundial- los mejores deseos de felicidad, amor, paz, progreso, tranquilidad, suerte y larga vida a nuestros congéneres.

 

Inocente de lo que verdaderamente nos traía como regalo fatídico universal el nuevo año 2020, abrimos nuestros brazos al cielo para recibir la energía positiva del nuevo año 2020.

 

¡Ah sorpresa…! Todos los medios de información mundial se hacían eco de la existencia de un coronavirus que estaba matando a miles de personas desde su aparición en Wuhan, China, a finales de 2019.

 

Científicos de laboratorios inmunológicos lo identificaron como síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS CoV-2), el causante de que millones de seres humanos murieran a nivel global.

 

El Covid-19, como fue bautizado, hizo rodar por el suelo casi todos los buenos deseos de amor, dicha, prosperidad y larga vida que nos habíamos manifestado el uno para el otro y de manera colectiva.

 

Casi tres años después, este virus pandémico y sus variantes aún persiste causando serios quebrantos de salud y muertes en muchos hogares del mundo.

 

El luto está fresco en millones de familias.

 

De acuerdo con la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, indica que más de 6.6 millones de personas han muerto de Covid desde la aparición de este virus.

 

La protección personal y la higiene para evitar el contagio o recaída debe mantenerse especialmente en esta época invernal.

 

En este tiempo de paz, amor y esperanza; mantengamos el espíritu navideño en su más alto esplendor, pero con precaución.

 

Debemos seguir luchando por una mejor vida, más saludable, segura y económicamente más estable, elevando siempre al Todopoderoso las plegarias para que así sean, manifestando los mejores parabienes a nuestra pareja, a nuestros hijos, nuestros padres, abuelos, hermanos y amigos.