Conspiranoicos entre ideas y creencias
En el mundo cibernético, las pasiones de los sujetos brotan de la voluntad de poder, como diría Nietzsche, situándose un poco más allá de la voluntad de vida abordada por Schopenhauer.
Sin embargo, estas pasiones van envueltas en ideas y creencias, que, de acuerdo con José Ortega y Gasset, van de la mano, pero no son idénticas. La primera de esas pasiones son las ideas, que se entienden como representaciones mentales que el sujeto elige y examina críticamente, y las segundas, que son las creencias, tienen que ver con el sujeto que asume sin cuestionar lo que forma parte de su visión del mundo. Para Ortega y Gasset, las creencias son necesarias para la vida humana, pero también deben ser revisadas y renovadas a cada momento para evitar el dogmatismo y el escepticismo.
Para este filosofo, existen ideas que son ocurrencias, ya que cuando vinimos al mundo estaban ahí, las encontramos mucho antes de que nos ocupáramos de pensar. A diferencia de estas, se encuentran las ideas que forman parte de nuestra vida, que son ideas que cabalgan con nosotros, por lo que somos parte de estas y estamos en ellas.
Ante la diferencia conceptual de ideas y creencias, este gran pensador nos expresa: “Conviene que dejemos el término “ideas” para designar todo aquello que en nuestra vida aparece como resultado de nuestra ocupación intelectual. Pero las creencias se nos presentan con el carácter opuesto. No llegamos a ellas tras una faena de entendimiento, sino que operan ya en nuestro fondo cuando nos ponemos a pensar sobre algo. Las teorías, en cambio, aun las más verídicas, solo existen mientras son pensadas: de ahí que necesiten ser formuladas” (Ortega y Gasset,1964, p.385, T. v).
En el cibermundo no vivimos al margen de las creencias, las cuales son ideas que las encontramos en el ciberespacio, y las asumimos como supuestos de verdad, que en fondo es posverdad y una fuga o escape por determinado sujeto cibernético a todo lo que es pensamiento.
La configuración del mundo cibernético y los entramados que brotan de la IA y sus redes sociales afianzaron la creencia de que una élite global lo controlaría todo con la reducción de la población como resultado del coronavirus. Esta misma pasión colmada de creencias, ha sostenido que la supuesta teoría del transhumanismo se encuentra cargada de un plan oculto que conduce a la fusión de los seres humanos con lo cibernético (biotecnología, nanotecnología, robótica e inteligencia artificial) que llevaría a la creación de una nueva especie superior.
Si algunas personas son más propensas que otras a creer afirmaciones falsas y conspiraciones de intereses malévolos y ocultos, esto se debe a factores biopsicosociales que impactan en el sujeto, dada su condición biológica, psicológica y social en un contexto cultural, social y lingüístico, los cuales se fundamentan en creencias y afirmaciones falsas, de carácter conspirativo.
Con esto no pretendemos caer en un reduccionismo ideológico marxista de falsa conciencia, en cuanto a que las teorías de la conspiración son un conjunto de creencias falsas que ocultan las verdaderas relaciones sociales y económicas que determinan la vida de los hombres. Marx y Engels trabajaron la ideología como conjunto de representaciones que adoptan forma de conciencia falsa y que se articula a las condiciones materiales y concretas de existencia en las que se desenvuelve el ser humano. Sin embargo, se ha de comprender que la ideología también implica proposiciones o cierta forma de verdad y no un reduccionismo de falsedad, por lo que va más allá de algunas de sus tesis: “Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como una cámara oscura, este fenómeno no responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a proceso de vida directamente físico” (Marx y Engels, La ideología Alemana,1979. p.26).
La explicación marxista se queda en el rodeo de la ideología como una forma de falsa conciencia, por tanto, no seduce e induce y solo visualiza ocultamiento de contradicciones de clases sociales y el dominio de una clase sobre otra.
Este enfoque no contribuye a comprender las relaciones complejas de las teorías de la conspiración, que no se reducen a ese dualismo de dominio de una clase sobre otra, dado que la ideología que se expresa en el mundo y cibermundo entra en las complejas relaciones de poder social, cibernético y control virtual.
Las teorías de la conspiración buscan por todos los medios que los sujetos sociales se sientan a gusto con explicaciones simples ante tantos acontecimientos globales y que se sientan seguros y con una autoestima elevada.
Es por eso, que el sujeto que asume este tipo de teorías comparte valores e intereses comunes con otras personas que también tienen acceso a datos no verídicos y envueltos en manipulación y creencias arraigadas en el alma, como si fuesen naturales. De ahí, el sentirse privilegiado a una verdad secreta y exclusiva. En este aspecto, el sujeto que asume una teoría de la conspiración se mueve más en el ámbito de la emoción e institución, que en el de la razón.