Ante la presencia de una apacible tarde dominguera, hastiado sin salida del monitoreo del conflicto bélico y de vital truco geopolítico, siguiendo implacable los amargos episodios de la trágica guerra de Eurasia; ¡observen no de Ucrania y Rusia!, que son los actores visibles y enfrentados directos, subyacen solapados hilos ocultos que se movilizan y actúan en la geo estrategia de los territorios envueltos en acechanza hegemónica tras las guías estratégicas de los acontecimientos.

Aunque ahora, me referiré al concepto Boomerang ( Bumerán, en nuestro dialecto), pues resulta que cuando pequeños lanzábamos un trompo como juguete al amigo del frente, pero este con la misma intensidad se regresaba y golpeaba peligrosamente a quien lo impulsaba. Ese es el efecto Boomerang, que suele producirse en cualquier conflicto y que otros llaman el Efecto Mariposa como parte intrínseca de la Teoría del Caos, cuyo pionero lo fuera el matemático Henry Poincaré y con fuerza desarrolló Yllia Prigogini en su notable publicación bajo ese título. Desde luego, asociado a la Ciencia o Pensamiento de la Complejidad, que divulgara el cubano José Luis Sotolongo en universidades dominicanas con gran fervor.

Veamos que sucede en el conflicto internacional de Eurasia que hoy consume las noticias mundiales, pone en aprietos a Europa, enfrenta a dos países desiguales en poderío armisticio pero con una cultura semejante e incluso con lengua rusa en alto porcentaje y que uno fue parte integrante de la Unión Soviética. Rusia inicio su Operación Especial con la estrategia y objetivo de tomar a Kiev, capital de Ucrania, desplegó casi tres kilómetros de columnas en mortíferos avances de carros, tanques y misiles montados, pero no pudo en dilatado tiempo lograr su objetivo. Cambió de táctica y se dedicó a conquistar el Lombas con milicianos prorrusos de la Región.

Los hechos se han diversificado y una verdadera complejidad ahora enfrenta, miles de soldados muertos, destrucción de infraestructuras y hostilidades con sectores hermanos en su propia cultura, como ha incentivad la reunificación de la Unión Europea entorno a la OTAN, que era una estrategia de Estados Unidos para penetrar sus naves en los mares Bálticos, Caspio y Negro diseñado en su aspiración geoestratégica.

El Gobierno estadounidense del Presidente Biden no se hizo esperar y en consulta con la Unión Europea, que atrajo como a tractores en la Teoría del Caos citada, aplicó duras medidas económicas,  comerciales, bancarias y tecnológicas a Rusia por lo que considera una invasión violatoria de la soberanía y contraria al derecho internacional público de la comunidad onudiana. Medidas no implicadas en consultas con la ONU, que al  igual de consenso con la Unión Europea, puesta a la cola, recibe los efectos mariposas de las mismas y se debate en inflación devastadora, sin el gas ruso y el temor de un invierno sin calefacción, y lo peor la provocación de un desastre nuclear, de consecuencia imprevisible para toda la humanidad: los expertos y altos funcionarios estadounidenses, rusos y europeos deberían entender el fenómeno complejo de Boomerang que se desliza en este dramático conflicto.

Todos estamos al borde de una conflagración mundial, iniciado en una región asiático, donde se debate el Unipolarismo vs. Multipolarismo, la Hegemonía de uno u otro sobre el planeta , el desconocimiento de que ya existen otros poderosos actores en el escenario global y que la fina y tecnología de punta y diversa permite el conocimiento de los factores causales y geoestratégicos que entran en el juego de esta teoría del caos, en un tiempo donde se reorganizan o se reestructuran emergentes fuerzas que no soportan hostiles en sus áreas de influencias, tal como presagio el gurú americano Henry Kissinger, que adelantó a su Nación lo que pasaría si naves americanas entraban a los mares cercanos a la sanidad de seguridad rusa.

Así ha quedado la débil Ucrania reos de este conflicto hegemónico, que la mayoría no entiende por qué no se propicia una negociación sería y continua; la guerra permanece porque intereses geopolíticos necesitan de su prolongación, aunque el bumerang se cierna sobre una Europa atrapada por un conflicto que no inició.