El ritmo influyente y confluyente de las actuales poéticas artísticas de la tardomodernidad parte de los códigos que se emplean en una gran parte de las geografías de lo global, siendo este un movimiento comprensivo de productividades dinámicas absorbidas por las semiosferas dominantes del alto capitalismo. Los llamados giros estéticos y culturales comprenden disrupciones o distopías legibles en las miradas, a veces objetivas y otras veces subjetivas de los artistas que utilizan sus propis lenguajes de interpretación.
En efecto, los diversos giros del arte en la llamada era global (ver, Anna Maria Guasch: El arte en la era de lo global 1989-2015), producen sus incidencias como giro ecológico, giro geográfico, giro etnográfico, giro dialógico, giro cosmopolita, de traducción y otros que se hacen visibles en los procesos artísticos, museográficos y curatoriales de nuestros días. Las diversas lecturas de productos artístico-visuales y productividades estéticas híbridas, involucran nuevos elementos, nuevas actitudes, nuevas fuerzas estéticas y sociales que construyen los diversos mundos visibles o soterrados de la cultura fragmentaria de comienzos de siglo XXI.
Los actuales creadores visuales a nivel mundial exhiben particularidades y especificidades de lo diverso mediante usos de Art now, o arte de presente, de hoy, en contexto de cercanía o lejanía dependiendo del criterio geoartístico o geocultural.
Surge también, en este sentido, el concepto de “arqueologías del futuro” ilustrado, desarrollado desde el punto de vista teórico por Fredric Jameson y que se ha tomado en cuenta y se ha extendido desde el punto de vista de las nuevas narrativas para reflexionar sobre el multiculturalismo, el post art, el process art y el Arte global o Global art.
Las dimensiones teóricas y críticas que alcanza el concepto de “arqueología del futuro” tiene su base en algunas miradas de la tardomodernidad que prometen, tanto ficciones locales como relatos globales estratégicos, pero sobre todo manipuladores de productos que se convertirán en espacios de ruina, de progreso, de nuevas huellas exploradas por escultores, diseñadores, instaladores, documentalistas de objetos siniestros y de imágenes provocadoras, que inciden en la mirada del espectador y obligan a cambiar un rutario estético-sensible que incide en el llamado mercado artístico actual.
Una nueva museografía y museología exhibe en el marco urbano y en el espacio público objetos de valor y de la vida cotidiana, a través de medios publicitarios (videos, vallas luminosas, parques mágicos, Op Art y una constante performance en plazas públicas que se reproducen también como instalaciones fotográficas, rodaje fotográfico y construcciones abandonadas en exterior que evocan proyectos independientes y aportes no tradicionales del arte.
Una publicidad ardiente instalada por videos donde los nuevos discursos indígenas, coloniales, decoloniales, críticos y urbanos se hacen visibles a través de nuevas ecologías que nacen en aquello que se denomina poscolonialidad y que ha cobrado un nivel multifocal de creaciones reconocidas como no-arte. Tal es el caso de artistas como David Hokney, Gabriel Orozco, Peter Doig, Marlene Dumas, Cecily Brown, Ernesto Neto, Bruce Nauman, Jorge Pardo, Damien Hirst, Barbara Kruger, Richard Prince y muchos otros curados en ediciones especiales a partir de posicionamientos críticos universales y diversos.
El espacio lúdico en el arte de nuestros días lo podemos ver en la artista Loreta Lozano, en piezas como Patio sur: narrativas de un no-jardín y en Herbarium. (Vid. Anna Maria Guasch, op. cit. 2016). Pero, también en propuestas curatoriales y artísticas observables en obras de Antoni Muntadas, Martin Eder, Marepe, Andreas Hofer y otros pertenecientes a diversos giros de la altomodernidad.
Los proyectos de arte justificados por un tipo especial de discurso de ruptura emplean los temas políticos y de cierta densidad visual, pero también dialógica que se exhibe a través de instalaciones y videoinstalaciones, temas de rupturas y que propician espacios interiores y exteriores, donde la poética de lo publicitario y de una figuralidad grotesca y transformativa prometen un marco significante poligráfico, pero también geopolítico y a la vez geopoético, tal como se hace visible en la instalaciones de Antoni Muntadas riquísimas en variedad y en sus niveles diversos de traductibilidad.
En este sentido cabe destacar los trabajos de Nuria Guel (Ayuda humanitaria) de 2008 y 2013 y Desplazada #1 y crecimiento exponencial. Todo este ámbito de dominación visual ocurre dentro de lo que Anna María Guach llama “el giro global”.
El concepto de vanguardia es un concepto diasincrónico, puesto que ocurre en el ámbito de una meta-ruptura, esto es, una disrupción que encontramos en las identidades disidentes de artistas que se salen del circulo académico y formal para alcanzar efectos ideológicos, tomando en cuenta cierta relación clínica de la cultura y de los llamados lenguajes conceptuales, proponiendo así nuevos focos de búsqueda al interior mismo de la escena contemporánea.
Todo esto lo podemos ver en algunos “Sin título” de Kate Haring”, Jean Michel Basquiat; al tiempo que se vuelve a los formatos gráficos pictóricos hechos por Ed Ruscha y John Baldessari , Richard Prince y Robert Longo.
Una de las piezas más llamativas por su lenguaje político y provocador es “La Nona Hora” de 1992, de Maurizio Cattelan que elabora un discurso antipapal, donde vemos al Papa con una cruz derribado por un pedrusco lanzado al poder político eclesial. Alrededor del Papa caído vemos fragmentos de cristales rotos que anuncian y enuncian un ataque frontal a la jerarquía vaticana.
Con esos ejemplos el llamado arte global y postexperimental aparece como un desafío al canon defendido por críticos y curadores de arte que han demostrado ser impotentes con respecto a ese tipo de piezas. Ejemplo el “Sin título” de Basquiat de 1981 de (202 x 175.8 cm) y el “Sin título” de 1988 de Raymon Pettimon que junto a Tackashi Murakami constituyen una mediación comunicativa atrevida. En el Bosque extraño; este proceso evocador de la transmodernidad se pronuncia con más agudeza en una geografía imaginaria con varios conductos que hace más visible cierto tipo de figuralidad diferencial y marcada por el concepto de construcción observable en los apliques composicionales de Ghada Amer y Kerry James Marshall. El auge de este tipo de visión será sensible e incidente en el mismo concepto y la práctica de disrupción que posibilita la imanencia y trascendencia de algunos programas estéticos y culturales de la tardomodernidad.