Siempre que un paciente con angustia acude a la consulta de un especialista en salud mental indica al profesional que le atiende que tiene una voz interior que le aúpa o le hunde y que de manera permanente le repite la cantinela “y si…”, antesala de toda la gama de pensamientos recurrentes posibles.
En primer lugar, tenemos que saber que el peor de nuestros pensamientos más oscuros nunca va a suceder, el 99% de los temores más pesimistas jamás ocurren. A partir de esta premisa, estos pacientes pueden tranquilizarse y, asimismo, de acuerdo con esta muchas veces pienso cómo podemos realizar una tarea divulgativa en materia de salud mental que sea atractiva, e incluso útil, para los lectores y lectoras de Acento, sin renunciar al rigor, a fin de no caer en engaños. Hablar de salud mental no es sencillo, es una especialidad ya de por sí muy compleja y, además, existen, y persisten, muchos reduccionismos, que son muy frustrantes.
Sin embargo, deseo compartir parte de esta sintomatología, en la que el autoconocimiento de esta circunstancia la hace más llevadera y disminuye el sufrimiento. Ciertamente, hablamos de nuestra voz interior, de los pensamientos recurrentes y muchos ríos de tinta han corrido sobre cómo gestionarlos o atenuarlos. Por ejemplo, si estás triste o tienes unos grados de autoexigencia elevados te acompañarán y te mortificarán de manera permanente.
¿Cómo podemos atenuarlos? Con múltiples estrategias y, en primer lugar, con una buena higiene del sueño y unos hábitos de vida saludables. Además, conviene reflexionar sobre cuál es tu propósito en la vida: cuidar a los demás, cuidarte a ti misma… es decir, si tienes una causa vital que le dé sentido y ocupa los espacios mentales, ese runrún desaparecerá.
La corteza prefontal necesita ser educada en poder posponer tus placeres. Esa fuerza de poder retrasar lo que te hace feliz fortalece tu voluntad, que es la cualidad más importante, incluso más que la inteligencia. Una persona que posee una voluntad firme llega más lejos en el cumplimiento de sus objetivos, aunque no tenga una inteligencia brillante, porque es capaz de posponer la recompensa y esa resistencia vital es la clave de su éxito.
El autoconocimiento es la parte fundamental de las personas que puedan tener en su vida un periodo de tristeza o un trastorno depresivo. La tristeza es uno de los estados más difíciles de abordar y de diagnosticar, porque muchas veces se manifiesta como otra enfermedad, imita todos los síntomas, y la depresión es la gran aliada de los pensamientos recurrentes y de los más oscuros.
Si logras tener un conocimiento de ello podrás acudir antes a la consulta de un profesional que te ayudará a superarla.