En el sector cooperativo nacional se vienen manifestando tendencias proclives a desvirtuar la esencia filosófica, doctrinaria y de principio del Cooperativismo, como forma de organización de la actividad económica, orientada a la integración de los trabajadores y de los sectores medios de las distintas áreas de la producción y de los servicios, y que en otra vertiente se expresa a través de una política de Gobierno que violenta todos los tradicionales procesos de formación y constitución de cooperativas en la República Dominicana.

A manera de paréntesis, es importante dejar por sentado los elementos o rasgos fundamentales que le deben ser comunes a todo tipo de cooperativa, y que se conjugan en una misma integración, como son la organización social, la empresa económica y la asociación de personas, no de capitales, que en su conjunto conforman lo que se denomina movimiento cooperativo, que se expresa en el plano nacional e internacional.

Desde el punto de vista de la organización social, la cooperativa es una empresa social, de carácter democrático y de participación voluntaria, que integra a los sectores productivos medios, de los servicios, a los trabajadores y obreros “que unen sus bienes monetarios y otros medios materiales y sus aportes laborales” para participar en la vida económica de sociedad en forma de empresa.

En la conjugación de organización social y empresa económica, intervienen dos elementos esenciales, que le son inherentes a la cooperativa, que al igual que al resto de las entidades de que interactúan en la sociedad, como persona jurídica es “sujeto de derecho de derecho de propiedad”, y que forma parte de la base económica de la sociedad, aunque huelga aclarar, que su naturaleza es distinta a la empresa capitalista y al resto de las organizaciones sociales.

Esa tendencia está siendo reforzada por una política de Estado que promueve y organiza cooperativas al vapor, violentando todos los procesos de organización de esa actividad económica y social.

Y como movimiento cooperativo, nacional e internacional, constituye un aspecto sustancial del cooperativismo mundial, que es la Integración Cooperativa, de todo tipo y niveles, que formar parte de los Principios Cooperativos, que constituyen el referente filosófico y doctrinario diferenciador del resto de las empresas que operan en la sociedad.

El Estado y la alternativa cooperativa

La promoción, organización, fiscalización, asistencia técnica y operatividad del sector cooperativo, en sus diferentes tipos y niveles de empresas cooperativas en la República Dominicana, es atribución del Estado que lo ejerce a través del IDECOOP, el ente estatal creado mediante la Ley 31, como órgano oficial a quien también le corresponde hacer cumplir, dar seguimiento y aplicación de la Ley 127, del 27 de enero de 1964, que regular la operatividad de las cooperativas de todos los tipos y niveles.

Esa responsabilidad del Estado Dominicano ha sido desvirtuada durante varios gobiernos, pero en actual gestión del IDECOOP se han producido las más aberrantes prácticas en la promoción, organización y la incorporación de cooperativas al vapor, con el único objetivo de demostrarle al presidente Luis Abinader que en esa entidad estatal se está cumpliendo con su deseo de que se constituyen estas formas de organización de la actividad económica y social.

En honor a la verdad, resulta lamentable que esa correcta y buena intención del Mandatario se haya desvirtuado de manera tan aberrante por las actuales autoridades del ente estatal, violentando todos los procesos de promoción y formación, y llegado al extremo de efectuar el mismo día, en el mismo salón y a la misma hora, más de cuarenta asambleas constituyentes de cooperativas, hecho tan insólito, que nos atrevemos asegurar que no se había visto nunca en ninguna parte del mundo.

Riegos de diluir las esencias del cooperativismo

Para muchos que hemos estado vinculado a la actividad cooperativa, como técnicos o como lideres de alguna de las instancias del movimiento cooperativo nacional, observamos con mucha preocupación que una buena parte de las entidades cooperativas de mayor incidencia nacional, en cuanto al número de asociados y volúmenes de operaciones económicas, han relegan la educación como el principio básico a un segundo plano.

Para el movimiento cooperativo mundial, desde sus orígenes, elevó la educación cooperativa en el más alto peldaño, y parte medular de la doctrina y  filosofía de la organización cooperativa, que además de formar parte de los Principios Cooperativo la ha establecido como “la regla de oro del Cooperativismo, y dado que se trata de regla que nadie debe cuestionar en el sector, llama a preocupación este descuido, y el hecho de que esas grandes empresas sociales concentren su accionar principal en el abultamiento de su cartera crediticia.

A lo anterior se añade el hecho de que estas cooperativas, además de registrar las mayores operaciones económicas, cuentan con el mayor número de asociados en todo el país o regiones, pero están sostenidas en una débil estructura social, sus instancias de servicios ramificada en varias demarcaciones, su principal prioridad es la instalación y crecimiento de la estructura económica, en tanto la estructura social funciona con mucha debilidad, y en muchos casos no existen.

 El autor es periodista, exdiputado y expresidente-administrador del IDECOOP.