Rodaba el Sábado Santo en la República Dominicana y todos los quisqueyanos nos enterábamos por las redes de Acento, Cavada, Alicia, Nuria, CDN, y otros medios la fatídica noticia de la muerte de Chantal Jiménez una niña de 25 años, a manos de su expareja sentimental.

 

La resurrección del redentor celebrada específicamente este día, lejos de ser solo el día de que Cristo venció la muerte, nos enlutaba a todos como sociedad; otra mujer moría por la cobardía de un anormal que no entendía que, si bien puede acabar con su existencia, no tenía derecho a llevarse a un alma soñadora y productiva como ella o cualquier otra mujer.

 

¿Qué nos pasa como sociedad, como justicia y como sistema que se supone debe proteger la vida por encima de todo; acaso una orden de protección por si sola garantiza que una mujer pueda sobrevivir plenamente a los deseos retorcidos de una mente enferma como todos aquellos que acaban con nuestras mujeres?

 

No hay sentencia, decreto, ley ni jurisprudencia que nos devuelva ninguna de las que, como sociedad que quiere lo mejor, nos han arrebatado. Y les confieso, no se trata de justica preventiva por si sola. Debemos como sociedad hablar de voluntad para erradicar el mal de raíz. No es condenar a nadie, es prevenir que suceda.

 

Que la mujer dominicana sienta la protección del Estado donde nació. El brazo ejecutor del mismo, o sea, el Ministerio Público debe sentarse con toda la sociedad, civil, política, religiosa, el empresariado, los protestantes, los activistas; en fin con todos y tomar una decisión seria de poner un alto a estas pérdidas irreparables de vidas valiosas humanas.

 

Chantal Jiménez, a quien no conocí, tenía sueños, metas. Como todos los jóvenes dominicanos que creen que con su trabajo y estudio pueden llegar lejos y solidificar de una forma u otra la democracia nacional.

 

No es posible que esto continúe en pleno siglo veinte. O nos reunimos todos los sectores encabezados por el poder ejecutivo o seguiremos viendo cómo cada cierto tiempo perdemos mujeres de valor.

 

Ya no más, por favor, por favor; mi país no se lo puede permitir. Que esto pare va mas allá de partidos políticos ideologías religiosas o líneas empresariales. No más, República Dominicana.

 

Si no hacemos algo ahora, le habremos fallado a esa niña de la comunicación que perdimos y a otras más; le fallamos como país, le falló el sistema, le fallamos tod@s.