El tema de los superhéroes se encuentra presente en las diferentes culturas y hemos visto que en los últimos tiempos está de moda, porque se están necesitando.

Se refiere a personas con facultades especiales, quienes presentan un nivel de nobleza que los lleva a ponerlas al servicio de los demás, siendo capaces de identificarse con el dolor ajeno y gracias a estas condiciones especiales, logran realizar grandes hazañas. Es preciso señalar que los superhéroes existen y conviven con nosotros, pero solamente aquellos que mantienen vivo su héroe interior, son capaces de reconocerlos. Es simple, quienes sólo miran hacia abajo no pueden ver las estrellas.

Carl Jung describió el arquetipo del Héroe que se encuentra presente en: la conciencia individual, las diferentes culturas, todas las épocas, cualquier localización geográfica, en fin, es un fenómeno universal y un elemento clave de la mentalidad del ser humano. Este arquetipo desde el inconsciente nos mueve a reconocer: los mejores valores, las conductas altruistas, las facultades humanas más excepcionales, mostrar un valor poco común, etc. Pero también las sociedades poseen la conceptualización de lo que debe ser el verdadero héroe, lo reconocen, lo enaltecen, lo valoran, lo apoyan, y todo esto lo hacen, sencillamente porque son muy necesarios para la humanidad. Lamentablemente a menudo sólo los reconocen cuando mueren, porque en vida frecuentemente les temen o envidian.

Nuestro mundo necesita a los héroes porque el humano promedio prefiere no utilizar su capacidad de transformar su entorno y simplemente se resigna a disfrutar lo que está a su alcance y a lamentarse por lo que pueda requerir un esfuerzo adicional de su parte. El decir que algo negativo nunca cambiará, podría ser una posición cómoda pero cobarde.

Solemos simpatizar con los héroes y participar con emoción de sus logros, pero cuando las frustraciones nos llevan a ahogar a nuestro héroe interior, nos pueden llevar a rechazar los triunfos ajenos. Quien sucumbe ante las sombras deja de apreciar la luz.

Usualmente el héroe no toma las ofensas que le hacen de forma personal, porque sabe que el problema no está en él sino en quienes lo rechazan. Cuando navegues en el rumbo correcto no permitas que los cantos de sirenas te desvíen.

Normalmente cuando niños adoramos a los héroes y es muy sano que así sea. Tenemos aspiraciones y sueños de hacer que nuestra vida valga la pena, el tiempo pasa, logramos crecer y se esforzarán por convencernos de que lo realista es acomodarse a las opciones fáciles, que perdemos el tiempo si tratamos de hacer algo diferente.

El Quijote relata la hazaña de lanzarse sin titubeos tras los sueños; al leerlo: “los niños ríen, los adultos piensan y los ancianos lloran”. La canción “Yo quiero ser bombero” de Alberto Cortez, narra como un niño sueña con ser bombero, en la adultez se mantiene posponiéndolo por las obligaciones de la vida y ya de anciano con amargura lo sigue anhelando, pero pensando que ya no podrá lograrlo. Algunas profesiones usualmente son escogidas por quienes tienen muy desarrollado el héroe interior, de manera especial podríamos señalar precisamente a los bomberos.

Hay que reconocer que, aunque estamos necesitando héroes, preferimos que lo sea el hijo del vecino y no el nuestro, porque sabemos que el camino del héroe no es fácil.

Realmente la sociedad ha maltratado tanto a sus héroes que éstos han preferido mantenerse pasivos, en un bajo perfil, y es que muchos se desmoralizan cuando comprueban lo mal que los pueblos han tratado a quienes lucharon por ellos.

La especie humana podrá sobrevivir en el planeta en la medida en que el héroe que habita en nuestro interior se active, nuestra forma actual de dar y de darnos no es suficiente.

Puede parecer más cómodo decir que no podemos hacer nada y simplemente quejarnos porque otros no hacen lo necesario, pero el verdadero héroe se lanza con los recursos que tenga y hará lo que pueda. Y aunque las burlas pueden afectarle, a quienes más daña es a los que se las lanzan.

Si fueras una manzana que estuviera rodeada de manzanas podridas, podrirte también tú, podría ser la opción fácil pero no la conveniente.

Cuando ayudas a animales salvajes que están en condiciones de peligro debes hacerlo con mucha cautela porque podrían no entender que los estás ayudando y atacarte. De igual forma, hay seres humanos incapaces de comprender el valor de tu ayuda; si los ayudas, debes hacerlo con mucha precaución para evitar que te dañen ellos a ti cuando se restablezcan. Da sin esperar nada a cambio y si te lo agradecen recíbelo alegremente como una grata sorpresa. Pero no te dejes confundir, el bien que hagas siempre será recompensado, es más fácil que se pierda el equilibrio que sustenta el Universo, al que dejes de recibir la compensación por el bien que hagas en esta vida.