Esta vez, la guerra civil en Sudán ha ocasionado, en cuestión de semanas, cientos de muertos y heridos, además de poner en fuga al cuerpo diplomático (y a extranjeros en general) de numerosos países allí acreditados.

Al parecer, ecos mortíferos de las rivalidades legadas por el colonialismo británico, o más recientemente, por el brigadier Omar Hasan al-Bashir, que tiranizó el país durante 30 años; finalmente derrocado (1989) por una conspiración orquestada por militares y paramilitares de su entorno.

Para mantenerse en el poder, al-Bashir aplastó conspiraciones, reprimió y asesinó opositores, y ahogó en sangre la rebeldía popular expresada en desafíos diversos, incluyendo insurrecciones guerrilleras, etc.…. Caso tiplisonante fue la represión en la región de Darfur (2003), en el oeste del país. Todo comenzó con escaramuzas entre tribus beduinas criadoras de camellos, contra familias de agricultores de raza negra.

Por “razones raciales y étnicas”, el gobierno de al-Bashir insufló a los beduinos, al extremo de favorecer, con armas y hombres, la creación de milicias paramilitares, germen de la Fuerza de Apoyo Rápido, poderoso cuerpo paramilitar que hoy se enfrenta al ejército. El elevadísimo número de víctimas mortales en Darfur llevó a Occidente a acusar el régimen de la comisión de crímenes de guerra y genocidio agravado. Habría ocasionado hasta 400 mil muertos, y más de dos millones de desplazados.

El general Abdelfatá al Burhan, que preside el Consejo Militar Transitorio que sustituyó al dictador al-Bashir, venía programando la restructuración del ejército en un cuerpo represivo único. Pretendía la integración de las ensangrentadas milicias paramilitares, que encabeza el general Mohamed Hamdan Dagalo.

De momento, Dagalo y los suyos advirtieron que la restructuración los colocaría en condición subalterna, vale decir: en desventaja frente a las riquezas del país, lo que les resultó inaceptable…, ¡y estallaron los enfrentamientos! A ojos vista, en el conflicto concurren intereses de Estados Unidos, China, Rusia, Arabia Saudita, Irán….

Es una guerra entre facciones comprometidas con agendas propias y foráneos. Las mueve el reparto del poder y el control de las riquezas nacionales (petróleo, oro, algodón, uranio…) En Jartum, la capital, y en otras ciudades, el pueblo toma partido por uno u otro bando, y pone las víctimas. Urge la ayuda humanitaria.

Gravita la posición estratégica de Sudán en el Cuerno de África, de cara al Mar Rojo, una de las principales rutas marítimas del comercio mundial. Al norte: próxima al Canal de Suez y al Mediterráneo, y al sur: al Golfo de Adén y al Océano Índico; todo lo cual suscita el interés y/o la codicia no siempre disimulada(s) de los otros….

Con su historia milenaria a cuestas, el Sudán que se desangra de nuevo en guerra civil, en el pasado remoto habría comprendido parte de la antigua Nubia (Cus), “patria” de la mujer cusita que dice la Biblia convivía con el profeta Moisés (Nm 12:1)

En el siglo XIX, la “pérfida Albión” (Inglaterra) se apoderó de Sudán con la complicidad servil de Egipto, y para eficientizar la explotación y reducir los riesgos de rebelión, dividió el país en dos distritos (Norte y Sur), sin comunicación entre sí, y fomentó, a su conveniencia, la alienación religiosa. Como resultado de esta apuesta, en la década del 80 del siglo XIX, de las páginas de los Hadices (tradiciones de dichos y hechos atribuidos a Mahoma) brotó un formidable Mahdi (mesías musulmán) que, al frente de sus fanáticos, los enfrentó fieramente.

Con recesos precarios, la República de Sudán vive en guerra desde 1956, año en que conquistó su independencia de Gran Bretaña y Egipto.

En 1989 tiene lugar el golpe de Estado que llevó al brigadier al-Bashir a la presidencia. En el decurso de su dictadura se concretó la división del país – división históricamente condicionada por Gran Bretaña-, con el surgimiento de la nueva República de Sudán del Sur, en el 2011.

Sudán (Norte) tiene hoy una población superior a los 45 millones de habitantes, en tanto que Sudán del Sur la tiene de 12 millones.

Ojalá la ONU logre morigerar las ambiciones fratricidas y alcanzar el cese definitivo de las hostilidades. El sufrido pueblo sudanés lo merece.