Hay una foto reciente del político Gonzalo Castillo, a raíz de su vinculación y apresamiento en el llamado caso Calamar, tomada por Kevin Rivas, de Diario Libre, que resulta realmente de análisis psicológico.

Debo confesar que vista de primera impresión  la foto me conmovió, es la sonrisa más tierna e inocente ,que político alguno, haya lanzado en una situación tan escalofriante, como verse amenazado de pasar 18 meses en la cárcel bajo una medida  de coerción, antes de ser juzgado .

Si bien  es  cierto, que nuestros políticos están blindados ante la sanción social y el seguimiento judicial, vale la pena recordar los 172 años de corrupción documentados  en la obra  del escritor e historiador Cándido Gerón, quien nos muestra como la sociedad y la República se transforman en el contexto evolutivo de la corrupción.

Integrándose  una corrupción sistémica, cual praxis existencial, donde corruptos y ciudadanos aspirantes a corruptos. Viven la experiencia  normalmente. El flagelo de la corrupción es asimilado como un evento  más de la vida cotidiana. De aquí la tranquilidad que ciertos políticos manifiestan cuando se ven confrontados con la sanción a su conducta depredadora. Lo que puede  plasmarse  en las sonrisas de políticos implicados en casos de corrupción.

Cabe recordar  a Franco Badia,  en el mandato de Hipólito Mejía 2000-2004,  involucrado  en el caso Renove, alegado fraude al Estado  de mil 8oo millones de pesos  y que Leonel Fernández en su 2do mandato llevo a la cárcel, saliendo libre.

En una foto, que desconozco el autor, se   ve descender a  Franco Badia  por las escalinatas  del palacio de Justicia de ciudad Nueva. El político absuelto parecía descender  de un crucero y,  en el puerto, sus seguidores lo  esperaban alborozados, mientras  el saludaba con un pañuelito blanco en su mano derecha, su rostro más que de alegría expresaba la satisfacción de salir ileso, luciendo atropelladamente feliz.

Algo más reciente, son  los aplausos que recibió el ex director de la Lotería Nacional Luis Maisichell Dicent, cuando fue absuelto del caso de corrupción del Número 13, por insuficiencias de pruebas. El  ex director envuelto en  aplausos y abrazos, entro de nuevo en la vida social y política del pais, quedando  plasmado en una simple grafica, el primer implicado, libre, suelto y sonriente.

Pero quizás la sonrisa  que recoge todas las  emociones de un político vencedor ante la ley, tras  ser acusado de corrupción, y lavado de activos  el 22 .10.2014  por el Procurador general de la republica  Lic. Francisco Domínguez Brito, es la imagen del senador Félix Bautista, cuando  sale libre, gracias a un auto de < No a Lugar >, dictado por el Juez Moscoso Segarra, el 27 de marzo 2015, cuando se publica la imagen del Lic. .Bautista   con una amplia  sonrisa,  levantando  sus brazos  hacia el cielo, mientras hacia la señal de la L de Leonel con ambas manos.

Pero la sonrisa de Gonzalo, es otra cosa,  conmueve porque es la misma sonrisa de un niño bueno, sin malicia, gentilmente inconsciente del peligro  que le rodea, lanzando sonrisas obsequiosas  a los  adultos, que se cruzan a su paso, acompañado de una gestualidad que, trasmite  cierta tranquilidad,  “Aquí no está pasando nada ’’parece decir el implicado, ausente de toda  culpa  y de la gravedad  del momento. Es realmente un gesto de  candidez, jamás visto en un individuo implicado en lo que se ha empezado a llamar,” el caso  de corrupción  más grande de la historia  del  pais.”

Quiero creer que Gonzalo no está convencido de su estadía en la cárcel, contagiado por el optimismo de sus seguidores, que dicen estar en las calles, intentando llegar hasta su celda. O como han  dicho algunos, quizás piensa que, esto es una puesta en escena  y que al final saldrá ileso como muchos otros, que la justicia les ha tocado las puertas pero nunca los  ha invitado a permanecer.

Para cierta clase política, la corrupción no es un delito, como muestra la conducta de ciertos actores sociales, es una actividad histórica del quehacer político, donde la culpa y el remordimiento no tienen cavidad. No puede haber falla, cuando los otros  han hecho  lo mismo en el pasado, exonerando de culpa a todos en el presente.