Es conocida la importancia de la risoterapia por los efectos positivos que produce en nuestro organismo. Vamos a enfocar la sonrisa, que como veremos es más fácil de lograr voluntariamente y de mucho valor para nosotros.
Siendo estudiante recuerdo haberme sentido pésimamente después de ser rechazado por una chica al intentar conquistarla. Me pareció una opción conveniente asistir inmediatamente a una comedia que se exhibía en un cine cercano, y para mi sorpresa, al terminar la película me sentí totalmente liberado de mi “profundo pesar”, tanto que cuando la joven me vio tan tranquilo al día siguiente, supuso que realmente nunca había estado interesado en ella. En verdad sí me interesaba, pero analicé que yo no le interesaba a ella, que pese a eso había podido divertirme grandemente en mi película y que no había razón para no reanudar mi camino en otra dirección, y definitivamente, las risas que me provocó la comedia habían sido mi terapia (nadie se ríe más que quien desea reírse).
La risa es un fenómeno psicosomático que nos produce bienestar, liberando substancias neurotransmisoras que desencadenan sensaciones placenteras en nuestro organismo y tienden a eliminar nuestras cargas o tensiones negativas.
Todos sabemos que una persona normalmente sonríe cuando está feliz o se siente bien, pero se ha descubierto que también es cierto lo inverso, que cuando sonríes generas estados emocionales positivos. La felicidad produce sonrisas, pero también las sonrisas producen felicidad.
Nuestros conocimientos actuales nos hacen comprender los procesos solamente de forma lineal, paso a paso. Se nos dificulta entender las manifestaciones simultáneas, no estructuradas jerárquicamente en el tiempo. Es decir, la sonrisa y los estados emocionales placenteros tienden a presentarse de forma simultánea, siendo muy importante nuestro reconocimiento de las sensaciones gratas como nuestra decisión de ser felices, todo ese propósito se materializa en mi intento de sonreír. Pocas cosas se relacionan tanto con la calidad de vida como la sonrisa, incluso hasta la sonrisa forzada podría ser provechosa.
Se realizó una investigación mostrándole a un grupo de personas unas imágenes jocosas mientras se les instruía para tener un lápiz sostenido entre los dientes, esto provocaba un gesto que se asemejaba a una sonrisa y pudo comprobarse que ese hecho bastaba para que al encuestarlos describieran como más gracioso lo que observaban, superando claramente al grupo control de la investigación.
Se reconoce que debemos sonreír para agradar a los demás, incluso podríamos verlo como una forma de contribuir a mejorar nuestro entorno, porque un lugar donde las personas estén sonrientes indiscutiblemente luce más agradable que otro en que presenten rostros tensos. La sonrisa es incentivada en los entrenamientos de personas que trabajan en ventas e invariablemente abundan entre las participantes de concursos de belleza.
Nuestra sonrisa proyecta nuestra imagen más agradable, bella, confiable y abierta. La mayoría de las personas sonreirán al momento de que se le tome una foto incluso si no la están pasando bien, entendiendo que estarán presentando su mejor imagen.
Sin embargo, muchos después de tomarse la foto sonriendo, retornan a su cara de disgusto habitual. Esto puede deberse a varias razones: mal humor, ansiedad, coraza protectora, miedo a los demás y para manipular.
Nuestros estados internos dependen mucho más de la expresión de nuestros rostros de lo que creemos. Todo tu cuerpo intenta saber cómo estás realmente, para funcionar en consecuencia, si estás mostrando tensión entenderá que estás en peligro y quemará exceso de energías para que puedas responder a un peligro que tal vez no sea real; si en cambio nos mostramos alegres, relajados y confiados, se optimizarán nuestros procesos biológicos, favoreciendo una mejor salud. Los momentos de tensión y mayores esfuerzos son saludables, pero no si son constantes.
Algunos jugábamos de niños a reírnos sin tener motivos y mientras más lo hacíamos más risa nos causaba por lo ridículo que nos parecía. Sin embargo, no es tan fácil provocar la risa, en cambio es mucho más fácil sonreír. Si nos disponemos a sonreír por todo, a todos y en todo momento, nuestro mundo interior estará más propenso a mostrarse tan agradable como nuestra expresión facial. No tienes por qué creerlo, pero, tampoco pierdes nada probándolo, un par de días normalmente sería suficiente para descubrir probables cambios.
Tu vida será mejor en la misma proporción del tiempo que dedicas a sonreír, a mayor cantidad de sonrisas mejor calidad de vida. Los más fuertes son capaces de sonreír incluso en el dolor, y la sonrisa cuando todo marcha perfecto, no demuestra ninguna superación personal.
Algunas personas con fuerte complejo de inferioridad esperan sentirse mejor menospreciando todo y a todos, teniendo una tendencia compulsiva a quejarse y les resulta muy difícil reconocer algo como positivo. Estas personas creen que con una cara de inconformidad manifiestan superioridad. Sin embargo, esta expresión no les favorece con los demás ni consigo mismos.
Lo que haces repercute en lo que piensas y lo que piensas determina lo que eres, constituyendo la base de la terapia conductual.