«Con solo barro los formó, ohh el gran maestro», decía una canción de los años sesenta. Ignoro si el compost humano sea solo eso, seguramente habrá algo más, en todo caso, se trata de un ciclo completo: comenzar y acabar en la tierra.

 

A partir de un poco de barro, lodo o arcilla, el creador hace a la mujer, al hombre…Una historia antigua, con reminiscencias bíblicas y miles de versiones. Por ejemplo, para los mayas el elemento fundamental era el maíz. Aunque lo que me interesa es acercarme a la novedad de los funerales ecológicos.

 

En California han autorizado esta nueva forma de despedir a nuestros “amados” muertos, cuya mayor ventaja es la de no atiborrar el planeta con toneladas de CO2, como si lo hace la incineración; método escogido por muchos. El proyecto fue elaborado por la congresista Cristina García, quien seguramente se inspiró de la experiencia de otros estados, donde ya está previsto en sus leyes como Colorado, Vermont, Oregón y Washington.

 

«Ecological dead care», es lo primero que leo cuando me adentro en la página de la empresa Recompose, de Seattle. ¿Ecológico?, ¿cómo será?, ¿con ataúdes decorados con florecitas y pajarillos del bosque?, pienso, antes de descubrir que la fundadora, Katrina Spade, se dio cuenta que los granjeros suelen enterrar el ganado en sus campos para volverlos más fértiles. Si una vaca enriquece el suelo, también lo hará un buey (de dos patas), habría pensado la emprendedora.

 

Al parecer, en este viaje ecológico y sin retorno, te meten en un cajón retacado de alfalfa, paja y astillas de madera, para que los bichos, que aprecian estos “alimentos”, no pierdan tiempo en devorarnos. Un mes y medio después ya no somos sino tierra. Entonces el deudo puede escoger si se la lleva para plantar flores en su jardín o si la regala al proyecto de reforestación de las Bells Mountain, allá mismo en Washington State.

 

En 2020 cuando empezaron sus actividades, la fundadora menciona que 15 mil personas se inscribieron para recibir su «newsletter», como dicen en inglés. Desde entonces, han hecho investigaciones, pruebas de campo, tramitado permisos, buscado voluntarios y finalmente a los muertos, aunque estos llegan solos, o mejor dicho, los llevan…

 

Pese a las bondades ecológicas, como lo es el hecho de que los restos humanos se transforman en abono para el regocijo de la madre tierra, hay quien cuestionan las implicaciones morales de este tipo de despedida. Yo solo esperaría que el lugar donde los ponen a descansar, no sea como el subsuelo caliente y cargado de minerales del panteón de Santa Paula. La historia es surrealista:

 

A mediados del siglo XIX, la autoridad municipal impuso una nueva cuota para los eternos inquilinos. Los familiares no quisieron o no pudieron pagarla. Entonces la autoridad, siempre brillante, decidió exhumar y exhibir a los "deudores” a ver si así pagaban y ¡oh! Sorpresa: Cuerpos incorruptos, qué tierra ni qué abono ni qué nada. Seres terroríficos, perfectos, macabros. Desde entonces, Las Momias de Guanajuato son uno de los mayores atractivos de la ciudad…

 

Ahora bien, esto tampoco viene a cuento, pero recuerdo que las cenizas del cantante Rigo Tovar fueron arrojadas al mar de su Matamoros querido. ¿Fue ese su último deseo? ¿El encontrarse con El Sirenito y con la mamá, la sexi sirena? No obstante, durante el velorio, le cayeron demasiadas mujeres que aseguraban ser “la esposa” y que obvio, exigían el dinero para la manutención de los chamacos que entre ambos habían procreado (sin barro, pero con mucho amor). De haber existido los funerales ecológicos, ¿Super Rigo habría preferido convertirse en un poco de tierra en lugar de un montón de cenizas?

 

Yo no sabría qué instrucciones tendría que dar cuando me llegue la hora de abrazar a la huesuda: ¿Qué me cambien por tierrita en la que puedan plantar un cactus, qué me dejen olvidado en el cementerio, qué me chamusquen en un crematorio?

«Ya muerto voy a llevarme, nomás un puño de tierra», dice otra canción popular, aunque ahora con la reducción natural del cuerpo, no nos llevamos nada; más bien, dejamos una barrosa herencia, ¿les gustará el regalo?