“Deberíamos reconocer que el actual caos político guarda relación con la decadencia del lenguaje y que podríamos conseguir alguna mejora si empezáramos por lo verbal… El lenguaje político… está pensado para que las mentiras suenen a verdades y el crimen parezca respetable, y para conferir apariencia de solidez al aire puro”. George Orwells
En teoría política uno de los elementos que caracterizan a una democracia es la existencia de partidos políticos que actúan legalmente. Aunque las características de los mismos varían según los países, esto conlleva que los votantes tienen la oportunidad de elegir, según su preferencia, a los candidatos que se disputan los cargos.
La pugna por los cargos no depende del número de partidos en liza. En sociedades con varios partidos se puede dar el caso que la competencia sea muy baja. Y en otra, con un partido único, se produzca una feroz competencia entre candidatos del mismo partido pero de diferentes fracciones.
En sistemas de partido único, por tanto, podría darse el caso anterior. Aunque el sistema de partido único dominante, que se estableció con el modelo llamado soviético, trasladado con pequeñas diferencias a China, esa competencia entre fracciones no se permitía. Se impuso el centralismo democrático, se discutía libremente, se planteaban las diferentes posiciones u opciones, se votaba, la que obtenía la mayoría tenía que ser adoptada por todos.
Era la dirigencia la que designaba los candidatos en la lista única, aunque en ésta había representantes de los partidos aliados. Es decir, había otros partidos con existencia legal, aunque no competían para desplazar al partido dominante, que de partido dominante pasó a ser partido único, en los hechos y en algunos lugares también de iure.
Las democracias más antiguas como la de Gran Bretaña y los Estados Unidos, cuando surgen los partidos, éstos no tenían un reconocimiento constitucional o legal. Como las elecciones libres si estaban recogidas en las constituciones, esto produjo la formación de partidos con sus propuestas, seguidores, activistas, etc., que tratan de influir en los votantes a favor de sus candidatos.
El reconocimiento legal de los partidos políticos vino años después de su existencia y funcionamiento. Así como los reglamentos que establecen como deben organizarse y nombrar a sus candidatos. En los EE.UU. los diferentes estados de la Unión tienen sus normas y puede señalarse que las mismas son más rígidas en los nuevos estados que en aquellos más antiguos.
El sistema presidencial es el que rige en los Estados Unidos. En la mayor parte de los países utilizan el sistema parlamentario. Nos vamos a referir al sistema presidencial y apenas se mencionarán las diferencias con el sistem parlamentario .
En el sistema presidencial de EE.UU. los miembros de ambas cámaras, la de Representantes y la del Senado, son elegidas para un plazo de incumbencia de cuatro años. Las Cámaras no pueden ser disueltas, como ocurre en el sistema parlamentario. Ni por decisión propia ni por decisión del Presidente.
El presidente y el vicepresidente son elegidos por un periodo de cuatro años. El presidente no puede estar en el cargo por más de dos periodos. Son elegidos por el voto popular directo pero hay una votación indirecta por el Colegio Electoral. Cada estado tiene un número de electores igual a la suma de sus senadores y congresistas.
En total el número de electores es de 538 pero hay nueve estados con más población (California, Texas, Florida, Nueva York, Pensilvania, Illinois, Ohio, Carolina del Norte y Michigan) con 239 electores que suelen ser decisivos en elegir quien será el presidente en las elecciones de noviembre 2024.
En las elecciones la participación de los votantes desde hace muchos años suelen estar entre el 50-60%. O sea la abstención es muy alta.
El Presidente es Jefe de Estado y jefe del tren administrativo del gobierno. Concentra lo que en el sistema parlamentario se divide entre el Jefe de Estado y el Jefe del Gobierno.
El Presidente no tiene poder de disolución del Congreso. La elección del Presidente y del Congreso sólo coincide la mitad de las veces, en las elecciones de medio término. Esto hace que los congresistas tengan bastante autonomía respecto al Ejecutivo. Salvo que sean nombrados en un cargo no electivo en el gobierno.
El sistema de partidos
El sistema de partidos en EE.UU. tiene las siguientes características:
- Es un sistema bipartidista
- Son partidos descentralizados
- En principio, no existe disciplina jerárquica ni capacidad de imponer decisiones. Esto ha ido cambiando porque los dirigentes locales y de los estados tienen una mayor influencia.
- Son partidos no ideológicos
Aunque han surgido otros partidos que han tratado de disputar y ser un tercer partido en disputa no han tenido éxito duradero. Hay muchos otros partidos que se inscriben y participan en la contienda pero no tienen ninguna significancia en votos. Desde 1924 a 1962 los dos partidos hegemónicos obtuvieron el 95% del voto emitido. En el periodo de 1968 a 2020 el porcentaje fue similar 94,8%.
Los partidos no están centralizados en Washington ni en otro lugar. Celebran una Convención de designación de los candidatos a Presidente y Vicepresidente cada cuatro años y redactan un programa.
Tampoco tienen una jerarquía que implique una disciplina rígida de partido. Ni existen relaciones de mando de una organización sobre los inscritos en el partido. Esto se aplica a los Congresistas que tampoco siguen una línea de mando. Aunque esto no implica que no haya directivos y subordinados, pagados o voluntarios, que actúan como cualquier oligarquía partidaria.
Tampoco hay una línea ideológica que sigan los electos o deben asumir los inscritos en los partidos. Demócratas y Republicanos pueden coincidir en unas concepciones conservadoras o liberales, no hay una homogeneidad entre ellos. En los dos partidos hay “liberales” y conservadores e incluso extremistas.
En 1824 terminó la llamada “Era de Buena Voluntad” con la desintegración del Partido Demócrata-Republicano fundado por Thomas Jefferson. Los terceros partidos aparecen y se esfuman con cierta rapidez. El partido Republicano ocupó la tercera posición y luego sustituyó al Partido Liberal en 1856 convirtiéndose en uno de los partidos mayoritarios.
Desde la Guerra de Secesión en 1860 hasta ahora, dice el profesor Penniman de la Universidad de Georgetown, solo cuatro partidos han obtenido votos significativos para sus candidatos presidenciales: los populistas en 1892, los progresistas del ex Presidente Theodore Roosevelt en 1912, el Partido Progresista de Robert La Follete padre, en 1924, y el Partido de Derechos de los Estados en 1948. Ha habido candidatos a la presidencia que han creado expectativas de que podrían ganar pero se han retirado de la competición por falta de apoyo popular.
De todos los terceros partidos, el único que tenía bases y objetivos firmes como partido era el Populista. Representaba los intereses y demandas de los agricultores y comerciantes modestos y de algunos grupos de obreros y asalariados del Medio Oeste y de las grandes llanuras. En 1892 presentó candidato a la presidencia. Obtuvo suficientes votos populares en cuatro estados para tener 22 votos electorales.
Para las elecciones de 1896 los demócratas presentaron como candidato presidencial a William Jennings Bryan, un gran orador que tenía la misma actitud crítica que los populistas, sobre los capitalistas del Este. En su Convención los populistas optaron por apoyarlo y nombraron como candidato a la vicepresidencia a uno de sus miembros. Bryan fue derrotado. Los populistas continuaron como partido hasta desaparecer en 1912.
A partir de finales del siglo XIX en las elecciones ha habido candidatos de orientación marxista. Uno de los partidos con más votos fue el Partido Socialista de América, que llegó a obtener el 6% de los votos para la presidencia en 1912 y el 3% en 1920. Algún socialista fue elegido para el Congreso, otros llegaron a ser alcaldes en unas seis ciudades pero los socialistas fueron perdiendo popularidad y votos.
Norman Thomas fue el dirigente socialista de América más conocido en los años 50 y 60 del siglo XX y en América Latina era conocido por apoyar a los socialdemócratas o demócratas progresistas como Figueres, Betancourt y Bosch.
También ha participado en los comicios de EE.UU el Partido Comunista, aunque nunca obtuvo cargos salvo a nivel local en New York. En 1936 logró 100 mil votos. Pero la fuerza de los comunistas no se mide por sus votos, ni por el número de afiliados sino por su presencia en los sindicatos y su labor política e influencia en otras organizaciones sociales.
En todo caso ha sido un partido muy vigilado por el FBI y otras agencias por considerarlo una organización al servicio de una potencia extranjera y enemiga, la URSS. Ha tenido dirigentes reconocidos mundialmente como Browder y DuBois y contó en sus filas con muchos intelectuales de valía de origen judío.
Durante la guerra fría los comunistas fueron perseguidos y la propaganda se centró en presentarlos como “agentes del enemigo”, de la URSS. Durante la guerra de Vietnam, en la lucha por los derechos civiles de los negros y, por los derechos de las mujeres y las minorías, los comunistas han estado presentes y movilizando a favor de dichas causas.
El bipartidismo
Cuando se señala que el sistema de partidos en los Estados Unidos es bipartidista, como se ha visto, no quiere decir que allí no exista una miríada de partidos locales, estatales o nacionales, sino que los mismos no recaban en los comicios votos populares suficientes para competir con los dos partidos principales o hegemónicos. En los años treinta existían -según S.M.Lipset- unos ochocientos grupos de extrema derecha y hay también numerosos grupos que se reclaman del marxismo en todas sus variedades, así como anarquistas.
Los candidatos que podrían haberse convertido en terceras fuerzas políticas con posibilidad de ganar no lo lograron. Charles Lindbergh, el famoso piloto que sobrevoló el Atlántico en solitario, desapareció en uno de sus vuelos. El gobernador y senador de Luisiana Huey Long, el auto denominado “King Fish”, de gran popularidad y arrastre, tanto así que era considerado por F.D.Roosevelt un rival político a temer, murió asesinado en 1935. El gobernador de Alabama George Wallace, segregacionista, que mezclaba en su relato el racismo y el populismo, aventajaba a George Mcgovern en las primarias de 1972, pero sufrió un intento de asesinato y su candidatura se vino abajo.
El motivo de que se impusiera un sistema bipartidista y no el multipartidismo quizás se deba a que, siendo lo más importante obtener la Presidencia, los políticos, aplicando lucidez y pragmatismo, vieron que lo mejor era articularse en dos candidatos que arriesgarse a que con varios la dispersión del voto alienara a los compromisarios o electores del presidente y la decisión de escoger al presidente recayera en la Cámara de Representantes.
Esta Cámara es la que tiene facultad, por la constitución, para decidir quién es el Presidente en el caso de que ninguno de los candidatos reciba una mayoría significativa de los votos electorales. Evitando ese escollo, los partidos tratan de buscar candidatos que tengan apoyo en los votantes y ello lleva a la búsqueda de “alternativas aceptables”, es decir, buscar candidatos que tengan atracción popular y con capacidad de recaudar fondos para la campaña.
El politólogo y jurista Maurice Duverger, en su libro Partidos políticos, explica que “el sistema de los dos partidos parece corresponder a la naturaleza de las cosas, es decir, que la selección política generalmente cobra la forma de una elección entre alternativas. Aun cuando no siempre exista una dualidad de partidos, casi de seguro habrá una dualidad de tendencias”.
Sin embargo esa dualidad no se manifiesta siempre en el Congreso, ya que allí se expresan varias tendencias habiéndose producido un alineamiento en las votaciones de sureños de pensamiento más conservador, del partido Demócrata, con sus pares de ideas del partido republicano. Es decir, la formación de fracciones en los partidos en el Congreso lleva a una especie de ”equivalencia funcional” con el sistema de múltiples partidos.
Por ello cuando he escrito – en un artículo reciente- que en los EE.UU hay de facto, un sistema de partido único, es en el sentido de que los dos grandes partidos hegemónicos, tienen en lo esencial, una visión y programa muy semejante. En cuanto a mantener el poder imperial hacia el exterior y un régimen de libertades individuales, en lo interno, con un consenso en el capitalismo en su etapa financiera. Por tanto, no estaba diciendo nada que no se correspondiera con la realidad política de ese gran país. Aunque las interpretaciones sobre esto no tengan que coincidir con la mía y con la del emblemático escritor estadounidense Gore Vidal.
Dicho lo cual, en los partidos hay fracciones que son partidos dentro de los partidos, tengan o no una estructura organizacional o un nombre definido. Tienen posiciones o intereses, que defienden frente a otras articulaciones de intereses. Eso ocurría también en los regímenes o sistemas de partido del modelo llamado soviético. Con la diferencia de que allí la fracción dominante, según la coyuntura, podía tomar medidas coercitivas o punitivas que implicaban incluso la pena de muerte, cívica o vital contra los rivales.
Siendo los partidos en EE.UU. poco ideológicos prima en ellos el pragmatismo. Esta condición les permite -visto en teoría- adaptarse mejor a los ciclos existentes entre los ciudadanos, que en determinados períodos se muestran inclinados a posiciones conservadoras y en otros momentos giran hacia ideas más progresistas e innovadoras. Si los partidos no quieren aislarse de las masas tienen que mostrarse receptivos a esos giros.
De hecho, solo se recoge un momento en la historia de Estados Unidos en la cual la ruptura entre los dos partidos fue radical y los puentes se rompieron: durante la Guerra de Secesión. Los temas en juego para esa brecha fueron, a) la libertad de los esclavos y, b) la unión o la secesión. Nunca después, pese a las controversias que se han producido, sea por la participación en las guerras en Europa y en Asia, por las políticas del New Deal, la lucha por los Derechos Civiles de la población negra y mestiza y, por el fin de la segregación racial en las escuelas, y la guerra de Vietnam, ha habido un enfrentamiento semejante.
Los partidos han jugado un papel destacado en que no se repitieran situaciones tan antagónicas en el seno del pueblo, haciendo una labor de criba de los candidatos e inclinándose por aquellos que representasen mejor, según sus puntos de vista, las expectativas de los electores y el favor de los donantes de fondos.
Eso según S.Levitsky y D. Ziblatt, profesores de ciencia política en la universidad de Harvard, se está perdiendo. Las reglas no escritas se han saltado. Afirman que los políticos actuales: tratan a sus adversarios como enemigos, intimidan a la prensa, amenazan con impugnar los resultados, intentan debilitar las instituciones, a los tribunales, los servicios de inteligencia, etc.
Inclusive los estados que eran siempre alabados como “laboratorios de democracia”, podrían convertirse en ”laboratorios de autoritarismos” y, los que mandan en ellos se dediquen a reescribir las disposiciones electorales para que les favorezcan, rediseñen las circunscripciones electorales e incluso anulen el derecho al voto a determinados colectivos para asegurarse una mayoría.
Que en 2016 un hombre sin experiencia en la función pública, sin aprecio por los derechos constitucionales y con actitudes autoritarias, fuese elegido presidente, tendría un significado, el posible declive de una de las democracias más antiguas del mundo.
El intento de desconocer la elección de Joe Biden y el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, es el momento en el cual la imagen mundial de Estados Unidos ha perdido su papel auto asignado de paladín de la democracia. Esa imagen se vino abajo.
¿Cómo después de eso y teniendo en cuenta la gran probabilidad de que el presunto promotor, incitador o autor intelectual de ese motín, pueda volver a ocupar la Casa Blanca, los norteamericanos y no digamos los otros ciudadanos del mundo, podemos, ni por asomo, estar de acuerdo con una visión idílica de los Estados Unidos, que raya la soberbia, tal como la expuso Frank Bohn en la revista American Journal of Sociology que citamos a continuación?
“Somos el pueblo más grande del mundo. Nuestro gobierno es el mejor de todos los conocidos. En materia de fe y moral, nosotros somos exactamente lo que debe ser el hombre.
Somos también los mejores combatientes que hay en la tierra. Como pueblo, somos el más hábil y, socialmente, el más desarrollado.
Otras naciones podrán errar en su camino, pero nosotros estamos a salvo de toda equivocación y caminamos por el sendero seguro.
Nuestra historia es el triunfo de la justicia, y así vemos manifestarse esta fuerza en cada generación de nuestro glorioso pasado.
Nuestro desarrollo y nuestro éxito, cara al futuro, son tan seguros como ciertas leyes matemáticas.
La Providencia siempre nos acompañó. La única guerra que los Estados Unidos ha perdido, es aquella en la que un tercio de ellos fue vencido por las otras dos terceras partes.
Nosotros hemos sido elegidos por Dios para salvar y purificar al mundo con nuestro ejemplo.”