“A medida que se aproxima la elección (del Presidente), las intrigas se hacen más activas…Los ciudadanos se dividen en diversos campos…La nación entera cae en un estado febril, la elección constituye…el objeto de todos los pensamientos y el único interés del momento presente”.
Alexis de Tocqueville
“Las ovejas son más felices solas que bajo la tutela de los lobos”
Thomas Jefferson
La presidencia es la posición en la cual se ejerce un liderazgo sobre el conjunto del pueblo de EE.UU. Como se ha expuesto en un trabajo anterior, el Presidente es elegido por un período de cuatro años. No puede desempeñar más de dos períodos. La forma de elegirlo es a través del sufragio universal, pero, “como cuestión de forma” se elige indirectamente por un Colegio Electoral. Cada estado tiene un número de electores que es igual a la suma de sus senadores y congresistas.
Tocqueville en su Iibro convertido en un clásico, La democracia en América, reflexiona sobre el modo de elección del Presidente en EE.UU., y afirma que en un estado confederado es difícil que un candidato obtenga una amplia mayoría al primer intento por el peso de las cuestiones locales sobre las del conjunto de la nación, por eso escogieron “delegar los poderes electorales de la nación en un cuerpo que la representara”. Al ser menos personas era más fácil llegar a un acuerdo de mayoría.
Claro se podría haber dado esa potestad al Congreso o a la cámara de representantes o formar un Colegio electoral presidencial más restringido. Se inclinaron por lo último. Pensaron que los hombres encargados de la confección de las leyes ordinarias representarían de manera incompleta los deseos del pueblo y, -para mí, un argumento más interesante-, ”durando su mandato más de un año, podría darse el caso de que representara una voluntad ya desaparecida”. No coincidente con los deseos del pueblo en el momento de la votación.
También los legisladores podrían ser objeto de intrigas y corrupciones para obtener su voto para un candidato u otro, mientras que los miembros del Colegio Electoral son anónimos hasta casi el momento de ejercer su voto. Y además votarían en un día fijado y sin estar reunidos. Expone Tocqueville: ‘”los votos de los electores serían transmitidos en sobre sellado al presidente del Senado, quien un día determinado y en presencia de las Cámaras haría el escrutinio”.
¿Qué ocurre si ningún candidato obtiene la mayoría? La Cámara de representantes procedería a la elección del Presidente pero sólo puede escoger a uno de los tres candidatos con mayores sufragios.
Para las elecciones presidenciales de 2024 los votos electorales alcanzan un total de 538 y la mayoría necesaria para ganar la presidencia es de 270. Los votos electorales que corresponden a cada estado son los siguientes:
Alabama 9, Alaska 3, Arizona 11, Arkansas 6, California 54, Colorado 10.Connecticut 7, Delaware3, Distrito Columbia 3, Florida 30, Georgia 16. Hawai 4, Idaho 4, Illinois 19,Indiana 11, Iowa 6,Kansas 6,Kentucky 8,Luisiana 8,Maine 4, Maryland 10,Massachusetts 11, Michigan 15, Minnesota 10, Missisipi 6, Missouri 10, Montana 4. Nebraska 5, Nevada 6, New Hampshire 4, New Jersey 14, Nuevo México 5, New York 28, Carolina del Norte 16, Dakota del Norte 3, Ohio 17,Oklahoma 7, Oregon 8.
Pensilvania 19,Rhode Island 4,Carolina del Sur 9, Dakota del Sur 3,Tennessee 11, Texas 40, Utah 6, Vermont 3, Virginia 13,Washington 12, Virginia Occidental 4, Wisconsin 10 y Wyoming 3. (Los estados en negritas son los más poblados y a los que corresponde un mayor número de votos de electores o compromisarios en el Colegio Electoral)
Los electores o compromisarios se supone que han hecho un compromiso de votar por el candidato del partido que los ha seleccionado y, por tanto, por el candidato que han dado sus votos los ciudadanos con derecho a votar. Pero no siempre es así, ya que en algunos estados se permite que haya una lista de electores o compromisarios no comprometidos. Y estos pueden votar por el candidato que estimen oportuno.
También los electores de un partido minoritario que no haya obtenido votos populares suficientes pueden votar por los candidatos mayoritarios si no han obtenido los votos electorales necesarios. Es posible también que un compromisario emita su voto por otro candidato diferente al prometido. Eso no tiene sanción legal alguna. La Constitución no señala nada al respecto de la violación de la disciplina de partido y de traicionar la confianza de los votantes por los miembros de la lista de electores.
Otro asunto que suscita inquietud del sistema de elección del Presidente es que el candidato que gana en un estado se lleva TODOS los votos electorales de ese estado. El candidato que gana en California se lleva los 54 votos electorales de ese estado y así sucesivamente. Esto ha sido motivo de polémica y se ha planteado modificarlo sin éxito.
K.W. Deutsch afirma que, en los años 60, se discutió mucho al respecto y se barajó disponer alguna fórmula de representación proporcional pero no se llegó a acordar nada. Se mantuvo intacto el procedimiento. Si se hubiese adoptado alguna fórmula de proporcionalidad, los votantes urbanos de zonas industriales y las minorías se habrían visto perjudicadas ya que su influencia política habría disminuido.
Los votos de los electores son transmitidos en sellos cerrados al presidente del Senado, quien en un día determinado y en presencia de las dos Cámaras hace el escrutinio. Si ningún candidato obtiene la mayoría la Cámara de Diputados se procede a la elección pero sólo puede hacerlo por uno de los tres candidatos que contasen con más sufragios.
Una vez elegido y realizada la toma de posesión de su cargo como Presidente de los Estados Unidos de América, se convierte en el hombre con más poder en el mundo, no sólo por presidir la economía más poderosa del globo sino también por los múltiples papeles que desempeña. El Presidente es:
- El comandante en Jefe de las fuerzas armadas.
- Jefe de la rama del Ejecutivo y de la administración Federal.
- Es el líder del partido que lo llevó a la presidencia y,
- Símbolo de la unidad nacional.
Los EE.UU. tienen la mayor maquinaria de guerra que ha conocido la humanidad. Bajo uniforme tiene cerca de 2 millones 400 mil efectivos y más de un millón de empleados civiles en la defensa. El gasto militar alcanzaba en 2018, los 610 mil millones de dólares. Para hacernos una idea de lo que esto representa, China gasta 228 mil millones en defensa, Arabia Saudí, 69,4, Rusia 66,6, India, 63,9 y Francia 57,8 miles de millones de dólares. Trump en 2018 anunció que en el siguiente año fiscal el gasto lo elevaría a 716 millones. También aumentó el sueldo de los militares en un 2,6%.
Como jefe del ejecutivo nombra a los miembros de su Gabinete, embajadores, jueces federales, aunque requiere el consentimiento del Senado. Cada vez hay un número mayor de empleados federales fijos adscritos al servicio civil, pero puede nombrar a numerosos empleados de alto nivel, al cada más numeroso personal de la Casa Blanca, a los integrantes de las comisiones presidenciales que le informas sobre temas políticos y técnicos, así como a múltiples asesores.
Como líder del partido y desde su posición puede hacer favores y destinar fondos a los distritos de los representantes y senadores, con lo cual puede favorecer los intereses políticos de ellos y predisponerlos a apoyar sus iniciativas en las Cámaras.
Como símbolo de la Nación se espera un comportamiento irreprochable del Presidente pues representa la imagen de su país. También es el mayor influenciador de los medios de comunicación porque todo lo que diga y haga se convierte en noticia. No se debe minusvalorar el poder presidencial sobre la prensa no solo con la administración de los fondos destinados a la publicidad gubernamental sino también como regulador de las licencias.
El enorme poder presidencial requería por los diseñadores constitucionales ponerle unos límites al mismo para lograr esos balances y contrapesos tan necesarios. Expuesto de manera sumaria los principales límites al poder presidencial son los siguientes:
- Necesita tener el apoyo del Congreso para asignar fondos elevados, para nombrar a su Gabinete, jueces federales y embajadores.
- Depende de los tribunales ya que sus leyes pueden ser consideradas inconstitucionales.
- Requiere la cooperación de los funcionarios e inclusive del pueblo para imponer sus decisiones. Si la resistencia es muy notoria debe dar marcha atrás.
- Aunque es parte de este primer punto, la declaración de guerra es potestad del Congreso, aunque como se ha visto empleando subterfugios el Presidente camuflándola como una acción puntual “policíaca”, algunos presidentes han hecho invasiones, ocupado territorios, bombardeado Estados, y realizado guerras no declaradas, como conocen muy bien pueblos como el dominicano.
El Presidente no puede ser destituido salvo por un “impeachment”, es decir, un enjuiciamiento, sea por traición, cohecho y otros crímenes, así como por un mal comportamiento. El enjuiciamiento debe ser votado por la cámara de representantes. El juicio del Presidente se hace en el Senado bajo la dirección del presidente de la Suprema Corte. Para ser condenado se requiere el voto de dos terceras partes de los senadores presentes. Si es expulsado de la presidencia su puesto lo ocupa la persona que sea vicepresidente.
La clave del funcionamiento efectivo del sistema presidencialista estadounidense se basa en los contrapesos, en el llamado “sistema de controles y equilibrios”. Pero parece cierto que no todo se debe a la constitución sino a algo que destacó James Bryce en 1888, “los usos, las reglas no escritas”, a la que se someten los partidos y los gobernantes.
Me parece que es esa falta de atenerse a usos y reglas no escritas, lo que explica la obsesión latinoamericana por las permanentes modificaciones constitucionales, como si ellas fueron la llave de bóveda que resuelve los problemas presentes y futuros.
Siendo lo más probable que siga el festival de constitucionalismo de sastre a medida, cada vez que un presidente considere que debe dejar su nombre en esa historia fugaz que es el constitucionalismo latinoamericano.
Hay que trabajar por una cultura política de atenerse a “usos y a reglas no escritas” democráticas, de tomar decisiones en función del bien común y no de favorecer a intereses particulares y de grupos económicos. Sin duda, respetar la Constitución. Sin ello se abre la vía a todo tipo de políticos indeseables y demagogos. Y bajo su liderazgo, los partidos se convierten en grupos irresponsables, interesados sobre todo, en oponerse a todo lo que no sea defensa de sus intereses grupales. Y en definitiva se convierten en marionetas de quienes los financian.
La situación actual en los EE.UU. es reveladora de cómo inclusive la más antigua democracia moderna no monárquica, se encuentra en una situación que se puede considerar delicada. Y ello se remonta al desplazamiento de los Republicanos tradicionales por los extremistas del Tea Party. Montado en esa ola, Trump se convirtió en el “natalista” más famoso de su país, al decir en un programa de TV que Obama no había nacido en EE.UU. Se demostró que era una mentira.
Cuando Obama dejó la presidencia los líderes del Tea Party se habían convertido en los ideólogos y dirigentes del Partido Republicano y se había expandido entre los republicanos la idea de los Demócratas como antiamericanos o una “amenaza al modo de vida americano”.
En definitiva se había roto el uso y las reglas no escritas, y se había instalado el juego sucio, las mentiras, la calumnia y la bajeza como una forma válida de hacer política si conduce a la Casa Blanca. De hecho se había convertido el Partido Republicano, en su estilo y lenguaje, en un partido anti sistema en todo lo que fuera avances democráticos en derechos sociales y libertades individuales. En lo económico eran neoliberales puros y duros, anti regulaciones y anti Estado.
Mientras, los Republicanos se convirtieron en un partido cada vez más derechista y conservador, el movimiento fue asimétrico, los Demócratas, no avanzaron hacia posiciones más “liberales” (progresistas en términos de USA), sino que se quedaron en posiciones conservadoras.
Además con sus intervenciones bélicas en el exterior y, ahora mismo, con su apoyo, sostén y financiación extraordinaria al esfuerzo de guerra de exterminio de Israel en Gaza y la invasión de Libano, el irrestricto apoyo y fomento del esfuerzo de guerra en Ucrania, se alienan a parte del electorado, las minorías de origen árabe independientemente de su religión.
Las encuestas están dando muestra de que parte del electorado de varones negros y parte también del electorado hispano se está inclinando por votar por el candidato republicano al considerar que los miles de millones que se están dando a Israel y a Ucrania podrían utilizarse internamente para financiar obras públicas, viviendas sociales, mejorar hospitales y fomentar, en general, la creación de puestos de trabajo.
El voto popular de las minorías y de parte de la clase trabajadora blanca, no siempre sigue la lógica de la teoría de la decisión racional, es decir, que las personas toman sus decisiones buscando su interés sea material o de otro tipo. Así debería ser si actuasen como “homos oeconomicus”.
En realidad manipulados como están –como estamos todos-, por los plurales medios de persuasión y de socialización neoliberales, nos convertimos en instrumentos de emociones, sentimientos, repulsiones y prejuicios, que nos conculcan y conducen a tomar decisiones políticas contrarias a nuestro interés objetivo, a buscar en definitiva, una salida que consiste en poner al mando del gallinero al zorro o a las ovejas guardadas por lobos.