El presidente de la nación ha externado su interés en fusionar algunos ministerios dentro del contexto de la implementación de una nueva reforma fiscal. Una de las propuestas es la integración del Ministerio de Educación de la República Dominicana con el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. (https://listindiario.com/la-republica/20240722/gobierno-estudia-posibilidad-eliminar-unificar-ministerios_818248.html).

En primera instancia, se trata de una propuesta que busca eficientizar la gestión de la educación y, al mismo tiempo, concretizar que la educación media y la educación universitaria constituyan un hilo de continuidad.

Podría agregarse que la referida fusión permitiría una mirada más integral para la gestión de los procesos educativos en un país donde existe una tradición arraigada de que los ministerios funcionen como cacicazgos aislados.

Sin embargo, esta decisión debe ser sopesada seriamente. Ya de por sí, el Ministerio de Educación -uno de los más poderosos del país- es bastante grande y difícil de gestionar para agigantarlo. Y, además, con el suficiente poder para absorber al Ministerio Superior de Ciencia y Tecnología y reducirlo a un departamento de becas universitarias.

Esto podría acontecer en un momento donde el fondo de financiamiento para las investigaciones dominicanas se ha fortalecido al extenderse al campo de las ciencias sociales y humanas. ¿Una fusión de ambos ministerios no afectará negativamente el crecimiento y la diversidad de la investigación?

Usualmente, cuando en nuestro país se piensa en la integración de dos ministerios, el criterio prevaleciente para hacerlo es la reducción de gastos. Si es así, ¿tenemos razones para pensar que las investigaciones dominicanas recibirán más apoyo económico del Estado si se integran dentro del Ministerio de Educación? ¿Terminarán desapareciendo por la falta de recursos ante las urgencias de la educación preuniversitaria?

Uno de los argumentos a favor de la existencia de un ministerio es la necesidad de potenciar sus políticas para que contribuyan a resolver los problemas o necesidades relacionadas con su dominio. Siguiendo esta premisa, deberíamos pensar si no es imperioso la existencia de un ministerio que potencie el desarrollo de la ciencia, la tecnología y las humanidades y que aborde las necesidades relacionadas con la creación y sustentación de una cultura de la investigación.

¿Una mera integración de ministerios resuelve el problema de una gestión educativa eficiente? ¿Nuestro principal problema es producir un cambio en el organigrama del Estado dominicano antes de promover un cambio estructural en la forma que los ministerios operan y se relacionan? ¿Se piensa que la educación superior es una mera extensión de la educación secundaria?

Estas y otras preguntas que se me escapan son cruciales debatirlas antes de precipitar cualquier decisión basándonos en criterios meramente económicos. Seria un gran servicio a la misión de seguir sembrando la semilla de la investigación científica, tecnológica y humanística en la sociedad dominicana.