El filósofo Daniel Innenarity ha escrito un artículo reflexionando sobre el libertarismo político, corriente filosófica defensora a ultranza de la libertad individual, los mercados desregulados y la propiedad privada. (https://elpais.com/opinion/2024-09-16/el-autoritarismo-libertario.html).

En el articulo, Inneraty denomina al libertarismo como “autoritarismo libertario”. ¿No resulta una “contradicción en los términos” hablar de “autoritarismo libertario”. ¿Acaso el libertarismo no es una apuesta radical por la libertad? Como en todo debate filosófico, la clave radica en el significado con el que se usan los términos. ¿Cómo emplea el libertario la palabra libertad? ¿ Es viable una sociedad regida por semejante concepto de libertad?

El libertario usa el concepto libertad en contraposición al Estado, a quien percibe como la negación de la realización personal. Eso se debe, a que, como señala Innerarity, la concepción libertaria parte del supuesto de la existencia de un individuo autosuficiente. Se trata de un individuo autofundante capaz de lograr sus objetivos por el poder absoluto de sus propios méritos y desarrollar todas sus potencialidades en una competencia egoísta contra los otros. El Estado se ve como un obstáculo al desarrollo de estas potencialidades, como un enemigo acérrimo de los deseos y proyectos individuales.

El problema radica en que esta idea de libertad es ingenua, porque no hay libertad allí donde no existen los límites de la eticidad que articula el Estado, la libertad no es el capricho arbitrario de la naturaleza (Hegel).

Como señala Innerarity, en este desprecio por el vínculo que nos une a los demás -y que implica el cuidado de los más vulnerables- radica el autoritarismo libertario. El “yo autosuficiente”,  la conciencia egoísta del proyecto personal se  impone arrogantemente sobre los Otros, sin importar las implicaciones agraviantes contra los más débiles -a quienes se les considera responsables de su fracaso en la carrera del éxito material-. Se trata de una perspectiva que carece del reconocimiento caritativo que le debemos a quienes por azar parten en la vida de una situación desfavorable con respecto a los bendecidos por la fortuna (familia, estatus social, ambiente de crianza, posibilidades económicas y socioemocionales, relaciones de cuidado). Se trata de un paradigma que pretende exaltar una vida sin regulaciones y condicionamientos, desconociendo los limites intrínsecos a la existencia misma de la libertad personal.

La sociedad libertaria no solo es inviable, es una “contradicción en los términos”. No es sostenible ningún proyecto de sociedad donde los ciudadanos pretendan arrojarse a una “libertad desregulada”. Es la regulación de la libertad la que nos permite aspirar a vivir desarrollándonos con ella, porque la misma no es una propiedad personal, sino una posibilidad inconclusa y compartida como especie que con-vive en un espacio público.

La viabilidad de todo proyecto de sociedad requiere del cuidado que debemos al ecosistema del que todos formamos parte. Este cuidado no le importa a quien solo le interesa ganar la carrera del éxito personal. Innerarity concluye su artículo afirmando que la libertad solo existe verdaderamente donde hay un reconocimiento de las dependencias recíprocas. Podemos agregar, siguiendo a Aristóteles, que sin dicho reconocimiento ni siquiera podríamos hablar de humanidad, pues seríamos bestias o dioses.