Al suscrito no le sorprende la información divulgada por el máximo ejecutivo del Servicio Nacional de Salud, quien informó con tono de gravedad que médicos especialistas no quieren trabajar en lugares distantes de la capital y las grandes ciudades. Ese concepto no es de su autoría, ya en el pasado otros funcionarios del Ministerio de Salud han apelado a este tipo de conseja, tratando de justificar el desinterés estatal por brindarle a la ciudadanía una cobertura sanitaria adecuada a nivel nacional e inculpar a fuer de chivos expiatorios a los médicos de esa negligencia, que es de su exclusiva responsabilidad.

En 1983 el titular de la cartera de salud de la época, un notable maestro de la epidemiologia, se presentó a una asamblea en la sede central del Colegio Médico, en el Salón Pasados  Presidentes y se expresó en los siguientes términos: “Ustedes los médicos no quieren plazas, tenemos muchas”. Quien esto escribe estaba presente en la reunión, tomé un turno y lo emplace a que nos presentara las plazas en ese momento, que allí apareceríamos de inmediato los voluntarios para ocuparlas. El señor ministro no pudo responder a nuestro desafío, guardó silencio sepulcral, ante la solidaridad militante con mis planteamientos de todos los médicos  asistentes a la actividad.

En realidad no tenía plazas, pretendía impresionarnos. Lo ideal era exigirle el respeto a la Ley 6097 que rige entre otros aspectos los concursos para puestos médicos en los hospitales (que se aplicaba como debe ser), pero en esos instantes era pertinente rechazar el chantaje que se dirigía como un misil a la asamblea con el propósito de atribuir a los médicos el déficit asistencial .

Antes, pese a las múltiples dificultades reinantes, se convocaba a concursos y los médicos participábamos. Gané una plaza en Batey Verde, Sabana Grande de Boyá. Mis compañeros y yo en este centro del IDSS (donde el edificio más importante era el hospital y la única comunicación telefónica se realizaba a través de una afonía que se comunicaba con el Central Rio Haina) no nos entregaban dietas para trasladarnos y sostenernos, añadiendo su difícil acceso por un camino vecinal de tierra que se enlodaba con la lluvia, casi todos sufrimos accidentes al tener que abordar exclusivamente motoconchos para movilizarnos. Pero teníamos plazas obtenidas por concursos.

¿En la actualidad que ocurre?  Desde hace cerca de una década o más, las autoridades de salud han enviado al zafacón de la historia la Ley 6097 de organización del personal médico de los hospitales (por la desidia de dirigentes gremiales, que estiman las reivindicaciones solo deben limitarse a reclamar aumentos de un par de pesos cada dos años) que obliga convocar a concursos las vacantes.

Tiempos atrás se presentaban a concurso de credenciales todas las plazas que estaban disponibles de especialidades y medicina general, mediante un comunicado que se publicaba en la prensa.  Los interesados competían en los lugares de sus preferencias y luego un jurado decidía quienes obtenían los puestos al evaluar las credenciales o currículos de los participantes, al margen de influencias políticas. En la mayoría de los casos eran ocupadas todas las plazas ofertadas.

Las autoridades de este y los gobiernos anteriores, han considerado que para fines de clientelismo político lo pertinente es nombrar los médicos de los hospitales de modo directo, convirtiéndose ellos en benefactores. Si usted tiene la oportunidad de conseguir un nombramiento directo no lo va aceptar en Independencia, Pedernales, Bahoruco, Elías Piña, Barahona, Dajabón, Santiago Rodríguez y Samaná. Entonces tendremos un montón de plazas sin ocupar en esos lugares, yo no iba a elegir que me enviaran a Batey Verde pese a ser una comunidad con una belleza natural, pero soslayada por los regímenes de turno.

Con un costo de la vida en constante aumento, los médicos en esas zonas no solo lejanas, sino con escasa y costosa movilidad económica, deben ser remunerados con viáticos, para viviendas, alimentos y transporte. Pretenden las autoridades que por amor al arte, después que un joven médico se sacrifica por muchos años estudiando una carrera tan exigente como la medicina se aparte de su hábitat natural para trasladarse a trabajar a un lugar de difícil acceso para “vivir lo comió por lo servio”. Areas del país que por el tradicional abandono gubernamental, sus habitantes primarios de modo constante emigran,

Es fácil acusar alegremente a los médicos, pero en ningún comercio u otra entidad de actividad mercantil que asista un profesional de la salud a procurar servicios personales, con presentar el juramento hipocrático no les entregaran los artículos o servicios gratis o con alguna rebaja en sus precios. Acaso no hay una ley de incentivo industrial en los pueblos fronterizos para ofrecer facilidades a empresas que se instalen en la zona. ¿Porque no hacerlo con los médicos que también son de alto interés en esos lugares?

Son ese tipo de autoridades que estimulan a los jóvenes a no estudiar e ingresar al ejército de los “nini”, en no pocas ocasiones cualquier otra actividad muy secundaria resulta más remunerativa que cursar una carrera profesional, algunas muy exigentes como la medicina, para que al final no te reporte condiciones de vida decente. Ya quisiera ver a esos funcionarios como médicos en hospitales de la frontera, para ver si el gas pela.

El muy distinguido ejecutivo aludido, estima se deben disminuir las plazas de residencias para crear otras que son más  importantes. La formación de especialistas no puede ser reducida, este proceso de instrucción no se produce de un día para otro. Además la población crece de modo constante como lo evidencian los censos, también  deben ser renovadas las generaciones de especialistas por muerte, retiro por vejez o renuncia.

Claro que son de interés nuevas residencias médicas como la de intensivo pediátrico, pero lo que procede es crear plazas para esas residencias, no reducir las ya establecidas. Lo dice un ciudadano que se mantuvo por tres décadas viviendo el día a día en nuestros hospitales. ¡Ya basta de tacañerías en el sector salud!

Lo peor es como de modo público sin circunloquios eufemísticos, se deja entrever que la Ley 6097 de organización del personal médico de los hospitales (que obliga a llamar a concursos para ocupar plazas vacantes), para ellos es solo un pedazo papel, como decía un antiguo gobernante criollo lo era la Constitución.

Desconocen la Ley porque consideran es mejor  nombrar de manera directa a los médicos, soslayando que esos métodos descartados en el pasado se prestan para manipular los nombramientos y también para  tener la oportunidad de cancelarlos cuando les venga en gana, amén de violar una ley obtenida mediante la lucha militante de los médicos encabezados por eximios dirigentes  como: Jordy Brossa, Marcelino Vélez Santana, Bienvenido Aquino Pimentel, Nelson Astacio, Rafael González Peña, Asela Morel, Guarocuya Batista del Villar, José Rodríguez Soldevila, Rubén Andújar, Mercedes Lachapell, Tomasina Flores, Agustín Rodríguez Cabral, Eros Cruz Sánchez, José García Ramírez, Rafael Cantisano, Anulfo Reyes, Daniel Joseph, Cano González y otros gremialistas que por falta de espacio no podemos mencionar.

Recuerdo que siendo presidente de la AMD-CMD sometimos a la Suprema Corte de Justicia al ministro de salud Ney Arias Lora por violar la Ley 6097, al  mantener más de un centenar de médicos sin nombrarlos en los cargos que habían obtenido por concurso. El presidente de turno de modo hábil decidió reemplazar al ministro antes que se ventilara la imputación en los tribunales.

El asunto no es reclamar sin sentido el listado de plazas vacantes. El Colegio Médico Dominicano como ya lo había demandado con energía el recién pasado presidente Senén Caba, debe asumir que se respete  la Ley 6097, de Organización del personal médico de los hospitales,  además exigir que todos los médicos nombrados de manera directa en los sus plazas sean declaradas inamovibles, por la antigüedad en el trabajo que han logrado desarrollar sin dificultades y que de ahora en adelante con los puestos vacantes se convoque a concurso, agregándole un incentivo a las plazas en los pueblos distantes y/o de difícil acceso .

Los médicos siempre han estado dispuestos a trabajar en cualquier lugar que las circunstancias lo demanden, pero no pueden subsistir presentando el juramento hipocrático para adquirir bienes de consumo. Como profesionales preparados con muchos esfuerzos, para rendir sus mejores servicios deben recibir una remuneración decente.

 Las actuales autoridades, que han enarbolado como bandera el respeto a las leyes, ganarían más capital político si actúan como está establecido en el ordenamiento legal en torno a la Ley 6097 de organización del personal médico de los hospitales. «Cosas veredes amigo Sancho».