Cuando apenas faltan 23 días para las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en los Estados Unidos, y aún no hay una definición clara respecto a quién ganará la contienda, los candidatos Kamala Harris, demócrata, y Donald Trump, republicano, continúan prometiendo al electorado solucionar todos los problemas que les afectan: economía y alto costo de la vida, salud, delincuencia callejera, entre otros.
La preocupación mayor actual de los estadounidenses es saber si su país entrará en una guerra abierta con Irán y el Líbano por defender a Israel, o contra Rusia por proteger a Ucrania.
Kamala Harris sigue manifestando su apoyo a las órdenes del presidente Joe Biden, quien ha ordenado a los marines estadounidenses establecidos en Medio Oriente derribar los misiles balísticos iraníes o libaneses dirigidos contra Israel, así como de los grupos islámicos Hezbolah y Hamás.
En abril pasado, EEUU interceptó decenas de misiles que el gobierno de Irán lanzó contra territorio de Israel, logrando que estos artefactos bélicos no llegaran a su destino final.
Con la interceptación y destrucción en el aire de esos misiles, EEUU ya está involucrado en la guerra de Medio Oriente, por convertirse en escudo protector de una de las partes beligerantes.
La administración Biden se vanagloria en decir que con esta acción de eliminar cientos de misiles a medio camino de su impacto preestablecido, lograron que Israel evadiera el ataque iraní, salvando así el territorio y vidas humanas israelíes.
La candidata demócrata asegura que de ser electa como presidenta en noviembre, defenderá a Israel de cualquier ataque proveniente de Irán y de las milicias terroristas respaldadas por esa nación islamita.
El pasado 7 de octubre se cumplió un año de la incursión violenta a territorio israelí de la Brigada Al Qassam, ala militar del grupo palestino Hamás, donde asesinaron unas 1,300 personas, incluidos mujeres, hombres y niños indefensos, y secuestrando otras 250.
Este hecho hizo que el gobierno de Israel respondiera con una ofensiva bestial contra la Franja de Gaza, tan criminal como lo hizo Hamás en territorio israelí.
A un año del conflicto, las Fuerzas de Defensa de Israel han matado con sus bombardeos más de 41,900 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, más de 97 mil heridos y 10 mil desaparecidos, según reporte de esta semana del Ministerio de Salud de la Franja de Gaza.
Reportes de las Fuerzas de Defensa de Israel aseguran haber eliminado unos 17 mil “agentes terroristas” de Hamás en Gaza, y al menos 800 miembros de Hezbolá en territorio del Líbano, 90 de ellos comandantes de esa organización chiita.
¿Cómo podría impactar todo esto en las elecciones presidenciales de noviembre en EEUU?
La contienda electoral entre Harris y Trump sigue muy cerrada. Se habla de un empate técnico, según encuestas de opinión de grandes firmas medidoras de la intención del voto a nivel general.
Una buena parte de los estadounidenses, especialmente hispanos y afroamericanos, están en contra de la guerra donde quiera que exista, y se oponen a que EEUU se vean involucrados.
Ante el empate técnico que reflejan las más reputadas encuestas de opinión, los votos de los hispanos y afroamericanos podrían definir a favor de uno de los dos contrincantes en una votación cerrada, como se vislumbra.
En cuanto a la comunidad judía en EEUU, existe una incertidumbre, ya que apoyan a ambos candidatos por sus posiciones en defensa de Israel, pero aún no han definido con exactitud a quien elegir entre Harris y Trump.
Los judíos-estadounidenses siempre han votado mayoritariamente por los demócratas, pero no ven con mucha confianza las aseveraciones de Harris, de que continuará al pie de la letra la política exterior de la administración Biden.
Los mensajes de Trump en su campaña se notan más pacifistas que guerreristas, pero sin presentar un plan estratégico claro en cuanto a cómo pretende lograr la paz en el mundo, especialmente en Oriente Medio y el continente europeo.
Para Trump, el mundo está fuera de control por culpa de la administración Biden. Continúa vaticinando la cercanía de la tercera guerra mundial, por la política guerrerista del presidente Biden y su administración.
Asegura que el mundo está muy temeroso ante la cercanía de una catástrofe global, donde la muerte y la destrucción masiva podrían producirse por falta de liderazgo e incapacidad de quienes dirigen hoy la Casa Blanca.
Biden criticó recientemente las operaciones militares de Israel en Gaza y el Líbano, considerándolas de “excesivas” y que tales operaciones “no eran genocidio”.
Más que intentar doblegar a Israel de suspender sus bombardeos, que siguen matando más civiles que miembros de Hamás y Hezbolá, el presidente Biden aprobó otro paquete de ayuda militar de 8,700 millones de dólares a Israel, en medio de un período económico difícil en EEUU.
Esto de alguna forma tendrá que incidir en la conciencia de los votantes estadounidenses a la hora de depositar su voto a favor de Trump o Harris el próximo 5 de noviembre.