Este sencillo análisis me permito iniciarlo con algo que forma parte del argot político-electoral y social. Me refiero a la confianza política, de cuyo valor existen grandes estudios de medición en el seno de la sociedad. Para entrar en materia, comparto algunas acepciones del término. Entre otras, refiere a la esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada como retorno a lo esperado, y sobre todo, a la fidelidad…(tomado hoy de https/:udec.cl> el- valor- de la confianza.com/). Otra definición, según la RAE, sobre el valor de la confianza refiere a la creencia, esperanza y fe persistente que alguien tiene, referente a otra persona, entidad o grupo en que será idóneo para actuar de forma apropiada en una situación o circunstancia determinada.- prefiero esta última para el presente opúsculo.
Y yo, de forma evocativa de la experiencia sobre algunos comportamientos de expresar confianza en alguien, me permito plantear que el ganársela resulta, o un hecho efímero para un momento determinado o una actitud, prácticamente inexistente en su manifestación. Y ahí digo, quizás pudiera ser que los individuos otorguen un voto de confianza a cualquiera otro. Pero, la confianza en sí, para nosotros constituye un profundo valor intrínseco del instinto de preservación, y en efecto resulta innegociable. En esto me permito un ejemplo, para verlo más gráfico. ¨Al ver un no vidente dejarse guiar-incluso por la persona de su mayor confianza-, nunca se entrega en dejar guiarse confiado 100%, siempre este asume su instinto de aseguramiento, y si no se aferra al valor de que quien lo va a guiar merece todo su crédito, prefiere no dejarse acompañar y no moverse. Por lo tanto, se aprecia que lo que significa, a nuestro juicio, y en este sentido, la confianza puede reforzarse o debilitarse de acuerdo a las acciones de las otras personas.
Asociándolo al comportamiento político, a mi juicio, a partir de lo planteado por Robert Spaemann, en conferencia del 19 de marzo del 2005 en Madrid, (Tomado de mi libro Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, Anotada, comentada y analizada, Anotación No. 14 de Breves análisis de la Educación Cívica, 2020, pag. 75-80), al acuñar que el principio de ¨abandonarse” es lo contrario de “quedarse consigo mismo”. Es decir, instintivamente, poder depositarla en alguien y que se le recompense por ello, es la inclinación natural del ser humano.
Y ahí mismo, cita a David Hume, quien formuló la tesis opuesta, referente al criterio fundamental de la doctrina epistemológica empirista, con las palabras: Y recrea, en inglés, pero la tradujo al español, el enunciado siguiente: ¨no avanzamos nunca un paso más allá de nosotros mismos, frase a la cual el autor citado la alardea como que recoge con toda brevedad el principio fundamental del moderno selfish-egoismo- system-sistema, o sea que intrínsecamente refiere el sistema del egoísmo. Y continua planteando que la alienación de la realidad, propia de este sistema, se hace patente en el hecho de que un fenómeno fundamental como el de la confianza se convierte en para él, en una prestación que precisa ser justificada. Pero la confianza no es un invento, acota. Lo que significa que la confianza es un valor interno y propio de la convivencia humana, pero, que no resulta depositaria si a quien se le otorga, no ha reivindicado su merecimiento. ¿No es eso que dice?
Pues bien, de acuerdo al criterio externado por José Antonio Jordán (2005), de la universidad Autónoma de Barcelona en su artículo concepto y objeto de la educación cívica, encontramos un aspecto sumamente enriquecedor en la materia. Se trata de enfoque subtitulado, Necesidad actual de una educación cívica.
El profesor Jordán en esta parte apunta la formación cívica, moral y axiológica, se orienta en línea y efecto, a un conjunto de síntomas sociales y preocupantes. Entre los que podrían destacarse los siguientes: Dejadez o apatía comunitaria, citando a J. Lyncch (1991) refiere que diversos estudios centrados en la socialización cívica y política llevada a cabo en nuestras sociedades democráticas indican-desfavorablemente-, que esa deja mucho que desear, siendo su falta de eficiencia y coherencia una de las razones de la erosión del funcionamiento genuinamente democrático, así como de la creciente anomia respecto a los procesos políticos en la mayoría de las sociedades occidentales (Ob. cit. P. 10). Y matiza, a modo de refuerzo, que el Individualismo como patrón de conducta, producto de la ruptura de los códigos sociales, y en especial, los comportamientos de los partidos políticos en cosas non sanctas, resulta muy difícil que pueda darse auténticamente una buena ciudadanía teniendo la actitud de los individuos en un estado egocentrista. Y mucho peor, que los políticos y muchas veces el propio estado sean merecedores de la confianza del pueblo y cuerpo electoral.
En este mismo tenor, el profesor Jordán citando a H.A. Giroux: 306, señala la existencia de una crisis de civismo y de moralidad, dado que vivimos en un tiempo de creciente pesimismo, nihilismo cultural,-negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social- que se manifiesta en la impotencia política. Al parecer, generando que los jóvenes estudiantes se hayan perdido en una mecanización alienante de una cultura de masas dominada por principio de individualismo, consumismo y estandarización, (Ob.Cit. p. 10). Asimismo, refiere, falta de coherencia, lo propio que existe una falta de conexión entre los principios que fundamentan el funcionamiento democrático, leyes, constituciones y estructuras junto con la falta de preparación y disposición de los ciudadanos que deben hacer realidad en la práctica decimos nosotros- hacia tales principios, o sea, que se proclamen valores, como igualdad, justicia, participación, tolerancia, etc. Y dentro de este marco conceptual, desarrollar una ciudadanía fundamentada en el apego a la convivencia y que disponga de valores axiológicos, que se plantea más arriba a fin de que la materia prima de los partidos políticos, los individuos, dispongan de alta conciencia y sensibilidad social, política, moral y cívica, además, que en su calidad de dirigentes políticos y sociales y de funcionarios, gobernantes y representantes de escaños, sean instrumentos de poner en acción las buenas acciones, con lo que se espera podamos crear la plataforma social capaz de exhibir un comportamiento que rechace la corrupción y la falta de sentimiento social individual y colectivo.
En este sentido, podría resultar una quimera que el sentimiento de afección de la población hacia los partidos políticos, como decimos más arriba, cuente con el merecimiento de la ciudadanía, -de seguir como vamos. Por lo tanto, en forma de colofón, es preciso referir que en https://.org1022201/fcpys.244849ex2019.235.65728, (agosto 2,2018), entre otras acepciones de confianza, se plantea que la confianza política, citando a Stoker, 2000, ha sido entendida como un juicio que realizan los ciudadanos del desempeño de las instituciones fundamentales del sistema político y que estas actuarán conforme a la expectativas. Lo mismo En otra palabra, la fuente, citando a Newton y Norris, Stoker, 2000, que esta- refiriendo la confianza-, resulta el indicador del sentimiento básico de los ciudadanos sobre su sistema político.
Al margen que en la actualidad la medición de la confianza política para los 18 países de América donde prevalece la democracia, desde la óptica cuantitativa tiene un buen nivel de confianza, como es el caso de la Republica Dominicana, respecto a los elementos que citamos más arriba como falencia de la democracia, y como efecto, causales de la desconfianza política, haría que la conclusión es que este sentimiento de carácter de valor moral y de aceptación, por recibirse lo que se espera y, se ha esperado de los gobiernos y máxime de los partidos políticos, y a juzgar por la percepción en los corrillos sociales. Ahora, concluimos estas reflexiones de la conexidad que existe entre la ética, la moral y la formación, y la real baja evidencia cívica de los partidos políticos, sí de fondo no se podría sentenciar que hay un profundo sentimiento que se traduce en una muy pírrica confianza en los partidos políticos.